Después de cuatro años de inacción política a favor del medioambiente y con la llegada del nuevo gobierno, las esperanzas han aumentado para que finalmente Estados Unidos retome su responsabilidad social y haga frente al cambio climático. Tiempo atrás, Trump tomó la decisión de retirar al segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero del Acuerdo de París. Sin embargo, la reciente acción ejecutiva firmada por la Casa Blanca verá a Estados Unidos volver a formar parte del esfuerzo internacional para frenar el amenazante calentamiento global.
Apenas unas horas después de haber jurado como presidente, Joe Biden firmó una orden ejecutiva que busca reintegrar a su país al Acuerdo Climático de París, y su administración prepara una serie de decretos enfocados en abordar la crisis climática. Esta oleada de acciones procede del discurso de inauguración de Biden donde mencionó que Estados Unidos necesita responder a un "clima en crisis".
Cambios de forma y fondo se avecinan, el cambio de ruta apenas comienza. En el sitio de internet de la Casa Blanca ahora aparece una nueva lista de prioridades donde se coloca a la crisis climática en segundo lugar, solo detrás de la pandemia derivada de COVID-19. Esto refuerza el escenario de riesgos demostrando cómo debería ser percibida a nivel mundial. Adicionalmente, esta semana, el Foro Económico Mundial publicó el Informe Global de Riesgos 2021, y como era previsible, el riesgo de enfermedades infecciosas ascendió a una mayor posición respecto al informe del año pasado. Sin embargo, los riesgos asociados al clima -particularmente el cambio climático- siguen identificados como los más importantes a nivel mundial.
El plan de Biden promoverá una revolución de energía limpia y justicia ambiental. Su nueva administración está comprometida con la descarbonización de su economía, y la formulación de políticas exteriores serán esenciales para esa visión. En México, por el contrario, el gobierno federal está apostando activamente por los hidrocarburos, y a su vez, enviado fuertes señales en contra de la inversión en energías renovables, generando constantes escenarios de incertidumbre. Tomando en cuenta ambas estrategias energéticas contrapuestas, si no existe un trabajo de colaboración en conjunto, podría surgir una tensión política significativa entre los gobiernos.
Estos nuevos tiempos son una gran oportunidad para que Estados Unidos ayude cada vez más a liderar internacionalmente los retos de sostenibilidad y cambio climático a los que nos enfrentamos como sociedad. Sin embargo, es necesario colaborar de manera conjunta entre naciones mediante una planificación sólida y acciones reales, a través de un plan detallado que establezca objetivos a corto, mediano y largo plazo. Es igualmente necesario instaurar una clara rendición de cuentas para los sectores, las empresas y el resto de los grupos de interés involucrados. Para esto, es necesario desarrollar un mecanismo de aplicación bien pensado para asegurarse de que se cumplan claramente todas las directrices establecidas.