Ayer se anunciaron las cifras del producto interno bruto (PIB) del primer trimestre. En Estados Unidos (EU), el PIB cayó 0.3% ajustado estacionalmente a tasas anuales respecto al cuarto trimestre de 2024 (-0.1% en variación porcentual simple, como se mide en México), cuando los especialistas esperaban un alza de 0.4%, lo que provocó una reacción inicial negativa de los mercados.

En México, se registró un crecimiento trimestral de 0.2%, luego de que en el cuarto trimestre de 2024 había caído 0.6% alejando el temor, de que se presentarían dos trimestres consecutivos de caída, lo que algunos analistas y los medios han dado por llamar “recesión técnica”, aunque ya he explicado varias veces que ello es incorrecto y genera confusión. Este desempeño estuvo en línea con indicadores recientemente proporcionados por Inegi, como comenté la semana pasada.

En el caso de EU, la reducción estuvo influida por un fuerte incremento de las importaciones (41.3%) en tasa anualizada, esto es, elevada a la cuarta, como es la convención de medición, que representan una reducción del PIB, así como una disminución de 1.4% del gasto de gobierno, y que fue parcialmente compensado por alzas de la inversión (21.9%), el gasto de consumo (1.8%) y las exportaciones (1.8%).

Ante la amenaza de imposición de aranceles, muchas empresas anticiparon sus compras del exterior, para evitar el incremento de costos y el daño a la cadena de suministros, acumulando inventarios de insumos intermedios relevantes, aunque esto es todavía una hipótesis porque en el PIB de avance no hay datos de cambio de inventarios. En este sentido, las exportaciones netas tuvieron una contribución negativa de 4.83% en el crecimiento, que fue compensada parcialmente por positivas de 3.60% de la inversión privada y 1.21% del gasto de consumo personal.

En los detalles está el diablo, y lo que generó preocupación entre los analistas fue que los bienes durables cayeran 3.4% que, junto con la baja de ventas de casas, aporta señales de que los consumidores ante un entorno tan incierto, pudieran tener más cautela con las compras de grandes montos. Sin embargo, la caída del PIB de EU, está más explicada por compras al exterior adelantadas, por lo que el desempeño no es tan negativo como parecería a primera vista.

En México, el fuerte crecimiento de las actividades primarias en el primer trimestre (8.1%), ayudó a compensar la disminución de -0.3% de las secundarias, puesto que las terciarias se mantuvieron sin cambio. En este sentido, habría que advertir varias cuestiones: 1) un buen o mal dato no marca la tendencia de una serie, por lo que no hay que sacar conclusiones precipitadas, y más bien hay que poner atención a la serie tendencia-ciclo, 2) la estimación oportuna puede ser objeto de modificaciones posteriores, porque se basa en estimaciones e información incompleta, 3) los indicadores económicos suelen presentar altibajos y muchas veces se debe a situaciones coyunturales o eventuales.

Respecto a las proyecciones para este año, el Banco Mundial anunció un crecimiento de 0% en 2025 y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ahora espera que el PIB crezca 0.3%. Parece que está prohibido dar proyecciones negativas para que el gobierno mexicano no se enoje, o se corra el riesgo de que los califiquen de negativos.

Al revisar el pasado reciente, vemos que, en 2019, el PIB de México cayó 0.4%. En ese año había mucha incertidumbre, aunque no tanta como ahora. Se había cancelado el aeropuerto de Texcoco, la fábrica de Constellations Brands en Mexicali a pesar de contar con los permisos y tener un elevado grado de avance, el discurso del presidente López Obrador contra los empresarios era muy beligerante, había una drástica política de austeridad, se reabrió la discusión del T-MEC ante la negativa de los congresistas demócratas de aprobar lo firmado en noviembre de 2018 por los mandatarios de los tres países y la economía ya venía en un proceso de desaceleración muy marcado.

Si lo comparamos con el presente, la situación es todavía más complicada: el gobierno se ha comprometido con una política restrictiva de gasto público, que eufemísticamente se denomina consolidación fiscal, esto es, una austeridad más agresiva que durante el gobierno anterior, que ya se refleja en retrasos de pagos, falta de medicamentos, “ahorros” y un largo etcétera.

Muchas de las inversiones privadas están en pausa, por la incertidumbre que generan los aranceles, la falta de certeza jurídica, el desencanto con las leyes secundarias aprobadas que se suponía alentaría nuevos proyectos, por lo que el gobierno va a tener que incrementar el gasto de inversión público para compensar la carencia de la privada. Anuncios hechos recientemente, se trata de proyectos, que está en duda se vayan a concretar, o de algunas inversiones realizadas en un pasado y que estaban en una avanzada, como la de Amazon en Querétaro. Pero, los datos duros dicen otra cosa, así la tendencia que llevaba la formación bruta de capital fijo al mes de enero era a la baja.

El desencanto presidencial porque los casi 18 mil millones de pesos de los remanentes del Banco de México resultaron mucho menores de lo estimado por los especialistas que rondaban los cien mil, que por ley se destinan a disminuir la deuda (70%) o a incrementar los fondos de estabilización (30%), mete presión a las finanzas públicas, puesto que se contaba con ese ingreso extraordinario como parte del menor techo de endeudamiento.

Si además le agregamos los problemas financieros de Pemex, CFE y la creciente carga de los proyectos heredados de la administración anterior como Mexicana, el Tren Maya, los programas sociales, sin contar con los nuevos de la actual, la presión para las finanzas públicas se eleva, al punto que las nuevas propuestas de leyes como la de Telecomunicaciones pongan cada vez más el acento en cómo conseguir recursos.

En conclusión, si la economía mexicana cayera 0.3% como pronostica el Fondo Monetario Internacional, deberíamos darnos por satisfechos. Las acciones propuestas en el Plan México van a tardar en implementarse y algunas están condicionadas a que el gobierno cuente con recursos para echarlas a andar, pero se sigue negando la necesidad de una reforma fiscal.

Adenda

1. El PIB turístico creció 2.2% en 2024, por debajo de 4.4% del año anterior, replicando la desaceleración de la economía mexicana. Mientras que el consumo turístico interno mostró una clara tendencia de baja en 2024, el receptivo fue al alza, especialmente desde el segundo trimestre.

2. Los mercados financieros en EU mejoraron notablemente los últimos días de abril alentados por la expectativa de que la política arancelaria se suavice y de plazos más largos para su puesta en marcha.

3. Muy recomendable el ensayo publicado por Santiago Levy en Nexos. Mientras la productividad laboral no crezca, México no podrá crecer más allá de 2%.

*Catedrático de la EST-IPN y de la Universidad de la Libertad.

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