La educación formal universitaria enfrenta grandes desafíos académicos, estructurales y presupuestales que ocupan la atención de buena parte de la gestión de las universidades en el mundo. Los rankings sobre la calidad de la educación superior evalúan el cumplimiento de metas y objetivos de esa oferta educativa formal. ¿Tiene sentido entonces ocuparnos de la educación continua, aquella que se desarrolla fuera del currículo formal? Desde luego que sí. Mal haría la política de educación superior en nuestro país en obviar la importancia de promover una oferta de educación continua de calidad, porque ésta juega un rol importante para complementar o enriquecer la formación académica formal, aun cuando no conduzca a la obtención de un grado académico. Es fundamental porque permite a los estudiantes y profesionales mantenerse actualizados en su campo de estudio y trabajo, asunto no menor en un mundo bajo cambios constantes y vertiginosos. Ayuda a desarrollar y mejorar habilidades y competencias, lo que puede aumentar la empleabilidad y el éxito profesional.

Si bien es cierto que la educación continua no es un concepto nuevo, lo cierto es que, en las últimas décadas, ha adquirido relevancia especial, a partir de los cambios derivados de la transformación digital, la globalización y la crisis del COVID-19. Estos factores han impulsado una reconfiguración profunda de los modelos educativos tradicionales, permitiendo nuevas formas de acceso al conocimiento, actualización profesional y formación permanente. El Banco Mundial ha reconocido la eficacia de la educación superior de ciclo corto y las microcredenciales, ya que permiten a los estudiantes adquirir habilidades específicas y demostrar su competencia. La UNESCO ha enfatizado que las instituciones educativas deben adoptar políticas que integren el aprendizaje continuo. La OCDE ha señalado la necesidad de inversiones significativas en programas de reskilling y upskilling. En Europa, el Marco Europeo de Cualificaciones (EQF) ha sido base para el reconocimiento de aprendizajes obtenidos a través de educación no formal y a distancia. En Asia, países como Corea del Sur y Singapur han invertido considerablemente en plataformas digitales de aprendizaje continuo para preparar a sus ciudadanos ante los retos de la economía digital. En México, la educación continua y a distancia también ha experimentado un notable crecimiento, particularmente en el ámbito de la educación superior. Las universidades públicas y privadas han incorporado programas de actualización profesional, diplomados, cursos MOOC y certificaciones en línea, facilitando el acceso a personas de distintos contextos geográficos y socioeconómicos. Según datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), casi el 50% de las instituciones de educación superior ofrecen programas en modalidad a distancia o mixta.

La Asociación Mexicana de Educación Continua y a Distancia (AMECYD) ha jugado un papel clave en el fortalecimiento del sector. Desde su fundación, ha promovido la profesionalización, colaboración interinstitucional y desarrollo de estándares de calidad en la oferta educativa continua. La AMECyD tiene sus raíces en la Asociación Mexicana de Educación Continua (AMEC), fundada en los años 90. Entre las instituciones que participaron en su fundación y consolidación destacan la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la Universidad Autónoma de Guadalajara, la Universidad del Valle de México, entre otras instituciones que se organizaron bajo el liderazgo del Dr. Rafael López Castañares (Ex presidente de la AMECyD y principal promotor de políticas de inclusión digital y fortalecimiento de la educación a distancia). En 2004, la AMEC evolucionó para incorporar la educación a distancia, transformándose en la Asociación Mexicana de Educación Continua y a Distancia (AMECyD). La AMECyD ha venido incorporando tecnológicos, universidades privadas y centros de formación especializada y hoy día está conformada por más de 50 Instituciones de Educación Superior en el país. Durante la pandemia de COVID-19 jugó un papel crucial como plataforma de articulación y apoyo para la migración a entornos virtuales, y actualmente se ha convertido en un referente de la promoción de estándares de calidad, evaluación y acreditación para programas de educación continua.

En días pasados, la Asamblea General tuvo a bien designarme para presidir la AMECYD para el periodo 2025-2027. Asumí el reto con el firme compromiso de trabajar junto a un maravilloso grupo de expertos pertenecientes a distintas universidades del país, en fortalecer la educación continua y a distancia en México a través de la generación de estrategias interinstitucionales para el impulso a la innovación tecnológica y pedagógica, la inclusión y la consolidación de alianzas estratégicas que contribuyan al desarrollo de un sistema permanente, equitativo y de calidad. Vamos a definir criterios claros para el diseño, impartición y evaluación de programas de microcredenciales. Vamos a implementar un programa nacional de capacitación continua para docentes y diseñadores instruccionales en el uso de tecnologías emergentes como inteligencia artificial, realidad aumentada y realidad virtual. Vamos a fomentar la creación de repositorios de recursos educativos abiertos y bancos de buenas prácticas. Todo ello sin dejar de promover acciones que faciliten la inclusión y la equidad en el acceso la Educación Continua y a Distancia, principalmente a estudiantes de zonas rurales y comunidades marginadas. Vamos a crear un observatorio para monitorear la calidad y pertinencia de los programas educativos. Vamos a fortalecer las alianzas estratégicas con organismos nacionales como la SEP o la ANUIES, e internacionales, como la UNESCO o la OECD. Finalmente, vamos a impulsar la vinculación de la educación continua con sectores productivos clave, como el agroindustrial, el turístico y el tecnológico. Vamos, en definitiva, a trabajar para consolidar la educación para la vida y con ello contribuir a tener un mejor país para todos y todas.

Experto en teoría política y democrática

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