Cuando nos despertemos del sueño o pesadilla de las campañas el mundo seguirá girando y la economía con él. La bendición de que somos inevitables para Estados Unidos es también el límite innecesario que ponemos al potencial de la relación.
El #Blindspot de la semana está en los puntos ciegos que pude generar la buena noticia de que el Departamento de Estado de EE. UU. se asociará con el Gobierno de México para explorar oportunidades para crecer y diversificar el ecosistema global de semiconductores.
Tres temas debemos observar antes de contratar a los mariachis para la celebración. Primero, “La fase inicial incluye una evaluación integral del ecosistema de semiconductores existente en México y del marco regulatorio, así como de las necesidades de fuerza laboral e infraestructura.” La flecha de nuestro vecino da directo en nuestro talón de Aquiles, tanto que parece que lo ofrece porque sabe que no vamos a cumplir.
Segundo, es cierto que Raquel Buenrostro, secretaria de Economía, ha dado seguimiento al tema, sin embargo, los discursos no parecen traducirse en acciones. Por ejemplo, en febrero señaló que los semiconductores son parte fundamental de la política industrial del Gobierno de México; pero nadie, ni los industriales bien representados en la Concamin, sabemos que existe una política industrial. No dudo que la haya, pero sí de que la estén comunicado adecuadamente.
Tercero, vamos tarde, muy tarde. Unos días después de que EE. UU. anunció esta fase exploratoria en temas sobre los que México es experto en incumplir o poner pretextos bajo el paraguas de “la soberanía”; el Departamento de Comercio norteamericano celebra que gracias a la empresa taiwanesa TSMC “Por primera vez, estaremos fabricando a gran escala los chips de semiconductores más avanzados del planeta aquí en los Estados Unidos de América.”
El camino, como siempre lo es en negociaciones comerciales, ha sido complejo, pero TSMC recibirá $6.6 mil millones en subvenciones, y hasta $5 mil millones en préstamos. El acuerdo incluye $50 millones en fondos para ayudar a construir la fuerza laboral de la compañía en semiconductores y construcción. No solo eso, en contra de los sindicatos, la empresa trajo a trabajadores de Taiwán a EE. UU. para acelerar los proyectos.
Para dimensionar el tamaño de estos apoyos recordemos que el Fondo ITSI proporciona al Departamento de Estado de EE. UU. 500 millones de dólares (100 millones de dólares por año durante cinco años, a partir del Año Fiscal 2023) para promover el desarrollo y la adopción de redes de telecomunicaciones seguras y confiables y asegurar la seguridad y diversificación de la cadena de suministro de semiconductores a través de nuevos programas e iniciativas con nuestros aliados y socios. Esta cifra representa 7.58% de lo que darán en subvenciones a TSMC.
De este tamaño es la dimensión de la oportunidad que estamos perdiendo, futurizando sobre la posibilidad que nos da la política de EE. UU. de garantizar su Seguridad Nacional a partir de los semiconductores.
Lo peor será que caiga lo que caiga a México por la inercia propia de la enorme necesidad de nuestro principal socio comercial, celebraremos como gran triunfo sin reconocer la gran derrota que radica en lo que pudimos tener y no tuvimos.