Nurit Martínez
La falta de un medicamento en un momento clave de un padecimiento como cualquier tipo de cáncer debiera ser causa de sanción en el sistema público de salud. Si un funcionario federal o local reconoce que le falta entre el 30% y el 60% de las medicinas, ¿a qué sanción debería hacerse acreedor?
La determinación debiera ser así de tajante, se llama administración pública y gestión deficiente. Sin embargo, en la trama tan complicada y con tantos entuertos en la cadena de la compra de medicinas en México, hay múltiples justificaciones para que los funcionarios públicos eviten las sanciones en el desabasto.
En la semana que termina, el secretario de Salud en Durango, Moisés Nájera Torres, informó que en el Hospital General 450 el desabasto es de una de cada dos medicinas; en los Centros de Salud 1 y 2, les faltan seis de cada diez medicamentos; y en el Centro Estatal de Cancerología (Cecan), tres de cada diez medicamentos hacen falta.
"Estamos comprando, tenemos un 70 por ciento de abasto y hay medicamentos disponibles para la población", así lo explicó a los medios de comunicación locales como "cosa menor".
Esto es solo una muestra de lo que enfrenta la población desde hace siete años con la Cuarta Transformación y su Segundo Piso. Hasta ahora ningún esquema de compra masiva ha resultado eficiente y alejado de la corrupción.
La semana pasada, la presidenta Claudia Sheinbaum tuvo que salir en su Mañanera del Pueblo a revelar que en su administración se detectó el primer caso de colusión corruptiva en la compra de medicinas: trabajadores-burócratas-políticos-gestores-empresas. Un caso más relacionado con la compra de insumos de salud desde que este mecanismo fue creado en tiempos del Partido Acción Nacional.
En la primera mega compra de medicamentos de su administración, la presidenta tuvo que reconocer un posible daño a la administración pública por un sobrecosto de 13 mil millones de pesos en la compra de 174 claves de medicinas.
Entre los funcionarios al frente de la mega adquisición está un hombre del círculo de confianza de la presidenta en la Ciudad de México, Iván de Jesús Olmos Cansino, exdirector jurídico de la Auditoría Superior de la Ciudad de México.
En solo seis meses al frente del Laboratorio de Biológicos y Reactivos de México (Birmex), Olmos Cansino, su equipo y funcionarios del sector salud ya enfrentan una "amplia" investigación por corrupción por la adquisición a sobreprecio, aunque dijo que se detuvo el proceso.
El entramado y mecanismo están ahí presentes, no importando si en ese espacio han buscado limpiar y hacer eficiente la compra de medicinas, insumos y equipamiento médico.
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo planteó que “están haciendo la investigación, más allá de cuántos funcionarios, están haciendo una investigación amplia y habrán las sanciones que tengan que haber”.
Hasta ahora, ni los militares ni los personajes de confianza gozaron de la confianza más que de la honestidad del expresidente Andrés Manuel López Obrador, como Pedro Mario Zenteno y el militar en retiro Jens Pedro Lohmann Iturburu.
El tema público de escándalo ha sido el de Zenteno, que tras su paso por Birmex y el ISSSTE se preocupó más por buscar fuero político que por lograr una gestión eficiente. Las investigaciones por actos de corrupción a su paso por ambas dependencias suman varios miles de millones de pesos.
Lo peor es que no hay castigo ni recuperación de los recursos.
La supuesta honestidad en esos casos también alcanza el cobro de vidas deterioradas de mexicanos o incluso el fallecimiento de un número indeterminado de hombres, mujeres, niñas y niños. Negligencia generalizada que incluso podría obligar al Estado a reparar el daño.
En el gobierno del expresidente López Obrador se atacó a empresarios, empresas, exfuncionarios y burócratas por corrupción en la compra de medicinas en el pasado. Se exhibieron nombres de empresas, se les castigó con meses sin poder venderle al gobierno, pero no se puso fin al mecanismo corruptor.
En lo que va del gobierno de la 4T se experimentó con un modelo a cargo de la SHCP, otro con el Instituto de Salud para el Bienestar, con la Organización Panamericana de la Salud a través de la Oficina de Naciones Unidas de Servicios para Proyectos y, en 2024, iniciado el Segundo Piso de la Transformación con el Laboratorio de Biológicos y Reactivos de México, y en todos los casos el resultado ha sido el mismo: corrupción y desabasto.
¿Qué hace falta para que dejen de lucrar con la vida de los mexicanos? Esto es un tema de empresas, gestores, burócratas y gobiernos. ¡Basta ya!