Por: Lourdes Encinas
La Semana Santa y la Pascua, con su profunda carga simbólica, plantean hoy un escenario de contraste entre fe y modernidad. Mientras que las procesiones y rituales mantienen viva una identidad religiosa y cultural, en el mundo avanza la tendencia hacia la secularización.
En varios países de Asia, Europa y América, una quinta parte de los adultos ha abandonado la religión en la que crecieron, y un porcentaje creciente declara no tener afiliación religiosa, según un análisis del Pew Research Center, que encuestó a casi 80,000 personas en 36 países en 2024.
En Corea del Sur, el 50% de los adultos encuestados afirmó no identificarse con la religión en la que crecieron; en España, el 40%; en Estados Unidos, el 28%; y en Brasil, México y Sudáfrica, el 21%. En contraste, el 95% de los encuestados en India, Israel, Nigeria y Tailandia sigue practicando la religión familiar.
La mayoría de los cambios de religión consisten en desvinculaciones: quienes abandonaron su religión de crianza ya no se identifican con otra, ahora se consideran ateos, agnósticos o “nada en particular”. El cristianismo y el budismo presentan las tasas más altas de desvinculación.
Entre los mayores porcentajes de personas criadas como cristianas que ya no tienen vinculación religiosa, están: España, con el 35%; Suecia, el 29%; Chile, el 25%; Estados Unidos, el 19%; México, el 16%, y Brasil, el 11%.
El budismo también ha perdido adeptos por desvinculación, con tasas del 23% en Japón, 13% en Corea del Sur y 6% en Singapur.
En el sentido contrario están el hinduismo, el judaísmo y el islamismo, con las tasas de permanencia más altas. En estas religiones, la identidad cultural, étnica y política trasciende lo religioso, lo que fortalece su resiliencia. Algunas naciones musulmanas imponen repercusiones legales a quienes abandonan la fe.
El estudio no identificó diferencias significativas por género, nivel educativo o edad en los cambios de afiliación religiosa. Excepto en 13 países, incluidos casi todos los latinoamericanos, los adultos menores de 35 años son más propensos a cambiar de religión que los mayores de 50.
Las causas del éxodo religioso pueden vincularse a las transformaciones sociales contemporáneas, como los avances científicos y tecnológicos, que explicaron fenómenos que antes se consideraba divinos. A ello se suma el individualismo creciente, que prioriza la autonomía, la libertad de pensamiento y una espiritualidad más personal.
También influyen los escándalos de abusos sexuales, corrupción financiera, apoyo a líderes políticos controvertidos e intolerancia a la diversidad, los cuales han minado la credibilidad de muchas instituciones religiosas.
Aunque los datos revelan tendencias importantes, no necesariamente implican un abandono generalizado de la religiosidad ni una pérdida total de la fe. Para bien o para mal, históricamente la humanidad ha dependido de un sistema de creencias compartidas que sirven de marcos comunes de crianza, convivencia y cohesión social.
En otras épocas, como el Renacimiento, la Ilustración o la Revolución Industrial, también se vivieron momentos de crisis que no eliminaron las estructuras religiosas, pero sí provocaron cambios en sus prácticas y en su rol en la sociedad.
El momento actual podría ser uno de esos puntos de inflexión que lleven a reconfigurar tanto la experiencia espiritual individual como la adaptación de las instituciones religiosas a las inquietudes contemporáneas, en un dialogo que reconcilie tradición con renovación.
El estudio completo se puede consultar en el siguiente enlace https://www.pewresearch.org/religion/2025/03/26/around-the-world-many-people-are-leaving-their-childhood-religions/