Imaginemos un escenario en el que, de un momento a otro, todo se detiene. No hay internet, las aplicaciones no cargan, los correos no llegan y las transacciones financieras son imposibles. Las empresas dejan de operar, los hospitales pierden acceso a sus sistemas y las redes de transporte colapsan. Un día sin data centers no sería un inconveniente; sería una disrupción total en la economía y la vida cotidiana.

En un mundo cada vez más digitalizado, estas infraestructuras son invisibles para la mayoría, pero esenciales para todos. Los data centers son el núcleo de la economía digital, asegurando la continuidad de sectores estratégicos como la banca, el comercio, la salud y la conectividad. México, en particular, enfrenta un momento clave para consolidarse como un hub tecnológico regional, impulsado por tres tendencias fundamentales: la inteligencia artificial, la transformación digital y el nearshoring.

El crecimiento exponencial de la inteligencia artificial está redefiniendo la industria tecnológica. Tanto el entrenamiento de modelos como su inferencia requieren capacidades de cómputo masivas, que solo pueden ser soportadas por una infraestructura robusta y escalable. En este contexto, México tiene la oportunidad de posicionarse como un destino estratégico para la expansión de data centers que permitan el desarrollo de estas tecnologías.

Aunque México es el segundo mercado más grande de infraestructura de data centers en América Latina, con un valor estimado de 1.2 mil millones de dólares en 2024, su capacidad instalada sigue siendo baja en comparación con otros mercados. Con 0.6 MW por millón de habitantes, el país aún está lejos de alcanzar los niveles de Brasil (5.3 MW) y Chile (3.7 MW). Esta brecha indica una demanda contenida que deberá liberarse en los próximos años a medida que más sectores adopten soluciones digitales y migración a la nube. Invertir en infraestructura digital no es una opción, sino una necesidad para garantizar la competitividad del país.

La relocalización de empresas hacia México ha acelerado la necesidad de infraestructura tecnológica avanzada. Las compañías globales que buscan establecer operaciones en el país requieren centros de datos con altos estándares de disponibilidad, seguridad y eficiencia energética. La proximidad con Estados Unidos, un marco regulatorio favorable y costos competitivos hacen de México un destino atractivo para estas inversiones. La expansión de data centers será clave para sostener esta ola de crecimiento industrial y tecnológico.

Pero el reto no termina aquí. La infraestructura digital de México debe seguir creciendo para sostener el desarrollo tecnológico, atraer más inversión y consolidar al país como un líder en la industria.

Los data centers no son solo edificios con servidores; son la columna vertebral del mundo digital. Sin ellos, la tecnología que mueve nuestra economía y sociedad simplemente no podría existir. México tiene ante sí una oportunidad única para fortalecer su infraestructura digital y convertirse en un actor clave en la nueva era tecnológica. Es momento de apostar por el futuro y garantizar que nuestra infraestructura esté a la altura del desafío.

Director general de KIO

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