Por: Daniela Cristóbal

Sinaloa ha ocupado los titulares en medios y ha circulado contenido diverso en redes sociales durante el último mes. Lamentablemente es por la violencia que impera en distintos municipios, sobre todo, en Culiacán, la capital del estado. Los videos permiten apreciar la crueldad, el horror y el abandono que están experimentando los sinaloenses en estos momentos. En contraste, el discurso de las autoridades estatales y federales no solo niega la realidad, sino que minimiza el sufrimiento de los habitantes.

Desde la captura de Ismael Zambada, uno de los líderes del Cártel de Sinaloa, la violencia en el estado comenzó a incrementar con el paso de los días. El gobernador señaló que del 9 al 24 de septiembre se tiene un registro de al menos 80 homicidios dolosos. Sin embargo, más allá de las cifras, las consecuencias para la población resultan graves, pues los ciudadanos se han visto impedidos de llevar a cabo sus actividades habituales.

Los videos en los que las balaceras se desatan a cualquier hora del día se volvieron ya comunes. Los habitantes se han autoconfinado, recordando los meses de pandemia, cuando todos tuvimos que limitar nuestra movilidad y actividades. La mayoría de negocios se encuentran cerrados o con horarios reducidos, los trabajos han dejado de ser presenciales cuando es posible y hay gran ausentismo debido al miedo que tiene la población de salir.

La movilidad se ha visto mermada, el transporte público a veces es ocupado para bloquear vías de comunicación terrestre; mientras que el transporte privado tampoco es seguro, pues en varias ocasiones integrantes de grupos delictivos despojan de autos y camionetas a quienes las manejan a plena luz del día. Los dueños de bienes inmuebles se han visto afectados, su patrimonio es dañado por las balaceras o son despojados de su propiedad.

Los niños no han podido acudir a clases debido al control territorial de los grupos delictivos, los cuales han recurrido a dejar mensajes en los cuerpos que exhiben en las calles. Algunos han sido abandonados con sombrero puesto, haciendo alusión “a los del sombrero” como llaman localmente a la gente de “El Mayo”; mientras que también se han encontrado cabezas en cajas de pizza, refiriéndose a “la cha-pizza”, es decir, gente que pertenece al grupo de “El Chapo”.

Ante este escenario que parece de ficción, la respuesta de las autoridades es aún más increíble. El gobernador, Rubén Rocha, al inició señaló que todo estaba en calma, pero que, si no había necesidad de salir, no lo hicieran. Ahora ha pedido a los ciudadanos regresar a la normalidad, pues según él, no corren mayor peligro al salir de sus casas. Ha solicitado que los niños vuelvan a clases pidiendo confianza en que las autoridades hacen su trabajo para reducir la violencia.

El presidente, Andrés Manuel, señaló en un inicio que “no tenía información” sobre lo que sucedía en el estado. Más adelante señaló a sus adversarios de utilizar la situación en Sinaloa para inducir miedo y desprestigiar a su gobierno y a su persona. Incluso señaló que la situación es peor en Guanajuato. El general Francisco Leana señaló que la paz en Culiacán no depende del Ejército, por lo que la tranquilidad regresará cuando los grupos delictivos dejen de pelear entre ellos.

Finalmente, destaca que dentro de la Estrategia de Seguridad de los Primeros 100 días del gobierno de Claudia Sheinbaum, Sinaloa no se encuentra dentro de los 5 estados de atención prioritaria ni Culiacán dentro de los 10 municipios con los que iniciará su estrategia de seguridad.

La indiferencia total, la negación de la realidad y el abandono de los habitantes que quedan a merced de grupos delictivos configura un escenario lúgubre. Esta es la primera llamada para el nuevo gobierno federal que debería evitar a toda costa que un escenario como el de Sinaloa se replique en otras latitudes del país.

Investigadora del Observatorio Nacional Ciudadano

@dani_cristob

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