El sorteo para el Mundial 2026 en Washington dejó un sabor de alivio y un golpe de optimismo para la Selección Mexicana. El Tri quedó ubicado en el Grupo A y abrirá en casa contra Sudáfrica, el 11 de junio a las 13:00 horas.
Eso no solo reviste de orgullo a los mexicanos, sino que representa una oportunidad real de brillar ante su gente. El técnico Javier Aguirre se mostró cauto, recordando que los sudafricanos y Corea del Sur no son rivales menores, y que el tercer rival —un europeo que saldrá de un repechaje— también añadirá incertidumbre hasta que se conozca de quién se trata.
El balance para el Tri es positivo: ser anfitrión y tener una ruta accesible en fase de grupos deja la puerta abierta a soñar con la tan anhelada actuación histórica en los mundiales.
Pero lo futbolístico también se mezcló con lo político. Durante el sorteo del Mundial se encontraron los tres mandatarios de los países sede: Claudia Sheinbaum, Donald Trump y Mark Carney. Fue la primera cumbre trilateral y, aunque no se firmó ningún acuerdo, los líderes coincidieron en aprovechar el Mundial como una plataforma común para impulsar la cooperación comercial.
El futbol fue la excusa para un diálogo estratégico. La presidenta Sheinbaum resaltó el orgullo de que México albergue de nuevo una Copa del Mundo, pero también aprovechó el tiempo con Trump.
Temas como las recientes tensiones comerciales y arancelarias, asuntos migratorios y de seguridad seguirán, de manera constante, un camino paralelo al del Mundial del próximo verano.
Habrá que ir con cautela, ya que aunque la reunión se dio y se expresaron buenos deseos, nada está concretado. Dentro de las primeras declaración después del sorteo, Sheinbaum reconoció que la cumbre fue positiva, pero admitió que no hubo acuerdos definitivos.
¿Por qué celebrar lo de Washington? Porque es un buen augurio en ambos escenarios, el futbolero y el político: el Tri empieza el Mundial con algo de ventaja, y la diplomacia regional da señales de cooperación y no de confrontación; puentes.
El fútbol ha servido de pretexto para abrir un canal de diálogo entre tres naciones que comparten mucho más que un Mundial.
Si México logra capitalizar ese contexto con acuerdos y políticas claras, inversión, visión social y apertura diplomática, podrá ganar mucho más que partidos de futbol. Ahora que, si la Selección Nacional aprovecha la localía, tener la mejor participación en la historia de los mundiales será la cereza del pastel.
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