Hay una frase de origen alemán que sigue resonando con una fuerza poderosa en quienes deciden enfrentarse a lo que consideran injusto: “Viel Feind – Viel Ehr!”, traducida al español como “¡Muchos enemigos, mucho honor!”.
Esta frase se atribuye a Georg von Fründsberg, un líder militar del siglo XVI que entendía el valor de la lucha cuando el número de adversarios crecía. Y no se trata de enaltecer la confrontación por sí misma, sino reconocer el valor de mantenerse firme cuando la búsqueda de mejores condiciones para los deportistas en nuestro país, te genera enemigos.
Y es que en México, defender lo justo en el ámbito deportivo —como en tantos otros— con frecuencia te convierte en un blanco. No importa si eres atleta, entrenador, periodista, directivo o hasta aficionado: levantar la voz ante lo que está mal implica consecuencias. Te acusan de problemático, de dividir, de tener intereses personales. Te cierran puertas.
Pero quienes realmente están comprometidos con el bienestar de los atletas saben que el silencio no es una opción.
Muchos hemos sentido la frustración de ver a generaciones de deportistas promisorios quedarse en el camino, no por falta de talento o de disciplina, sino por directivos que priorizan el beneficio personal antes que el desarrollo.
Lo hemos visto en los reclamos de clavadistas olímpicos que denunciaron la falta de recursos y de condiciones básicas para entrenar. Lo vemos constantemente en atletas paralímpicos, cuyas gestas son aplaudidas con orgullo nacional, pero cuyas necesidades son ignoradas sistemáticamente el resto del tiempo.
Lo vemos con los padres y madres que se convierten en choferes, nutriólogos y sobre todo patrocinadores de sus hijos en busca del sueño olímpico. Esta es una lucha cotidiana.
Cuando uno se involucra con pasión en esta causa —ya sea desde la natación, el atletismo, el ciclismo o cualquier otra disciplina— inevitablemente pisa callos. Por eso, no sorprende que quienes lo hacen se enfrenten a represalias y campañas de desprestigio.
Y si los enemigos aparecen porque uno defiende y señala lo que considera justo y necesario, es porque va en camino correcto para ayudar. Es fácil colgarse de los triunfos de los atletas, pero hay que estar con ellos en el proceso, en la escasez, en la incertidumbre que a veces les hacen pasar.
Así que si quienes defienden al deporte y los deportistas se han hecho de muchos enemigos, no es porque busquen la confrontación, sino porque entienden que no hacer nada no es opción. Porque al final, el verdadero honor es tener la conciencia tranquila y saber que se hizo todo lo necesario para que esos jóvenes mexicanos puedan hacer su deporte en las mejores condiciones.
Mejorar el deporte en México requiere mucho más que discursos vacíos o celebraciones cuando se gana una medalla. Requerimos una transformación profunda que garantice transparencia en la gestión de recursos, y asegurar que las decisiones se tomen con base en el bienestar del atleta y no en intereses personales. Se necesita fortalecer la formación de entrenadores, invertir en infraestructura y fomentar una cultura de participación desde la niñez. Esa es la verdadera lucha.
Profesor
js