En el deporte mexicano estamos acostumbrados a los sobresaltos, pero pocas escenas tan pintadas de absurdo como la reciente carta difundida por los dirigentes de la desconocida Federación Mexicana de Natación, A.C.

Un documento que intenta presentarse como una reivindicación jurídica, cuando en realidad es un ejercicio desesperado de manipulación para recuperar cuotas de poder que hace tiempo perdieron.

Trascendieron que el pasado 18 de julio que el Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa otorgó una sentencia favorable a esa asociación civil. El fallo declara nula la revocación del Registro Único del Deporte realizada por CONADE en 2023, debido a fallas administrativas en el procedimiento.

Sin embargo, el viejo comité directivo decidió interpretar el documento como si fuera un regreso triunfal a la vida institucional, y lo peor: se lanzó a exigir que se les reconozca otra vez como Asociación Deportiva Nacional, manipulando la opinión pública y sembrando confusión en el Sistema Nacional del Deporte.

Pero vayamos por partes. Incluso suponiendo que la sentencia sea exactamente como ellos dicen —y eso es mucho suponer, porque solo publicaron tres páginas aisladas—, el efecto jurídico es claro: se anula la revocación de 2023, no reinstala su registro, no actualiza sus facultades, no les devuelve el control de las disciplinas acuáticas y ni remotamente los coloca en el estatus que perdieron.

Lo que buscan con esta mentira sistémica, en realidad, es que ese registro anulado mágicamente se prorrogue de 2023 a 2025, como si la ley fuera plastilina. Y ahí es donde entra la parte verdaderamente absurda: para que ese escenario imposible se concretara, la Federación Mexicana de Natación, A.C. tendría que cumplir con los requisitos de la Ley General de Cultura Física y Deporte.

Entre ellos, el reconocimiento de World Aquatics, organismo internacional que ya dejó clarísimo —con letras mayúsculas y varias veces— que jamás volverá a avalar a ese grupo. Jamás. Sin reconocimiento internacional, no hay marco legal que CONADE pueda respetar para reinstalarlos sin violentar la ley.

Por eso resulta urgente un pronunciamiento institucional. La única forma de evitar que estos bulos sigan contaminando el ambiente del deporte acuático es que la propia CONADE y el COM cierren la puerta con absoluta claridad. Sin embargo, aquí aparece otro problema igual de grave: los responsables de ambas instituciones están demasiado ocupados gestionando sus redes sociales, sus fotografías y sus mensajes de autoelogio, mientras la gobernanza deportiva se tambalea frente a intereses que ya no deberían tener cabida.

La natación y las disciplinas acuáticas en México necesitan certeza, liderazgo real y un proyecto estructural que mire hacia el alto rendimiento, no hacia los pleitos del pasado. La peor decisión sería abrir espacios a quienes ya demostraron incompetencia, opacidad y una necesidad casi patológica de manipular a la opinión pública. La sentencia no los exculpa, no los restituye y no los legitima.

Lo único que revela es que un error administrativo abrió una pequeña grieta… que ellos intentaron convertir en un portón político. La natación mexicana merece mucho más que dirigentes que viven de los resquicios legales y de la nostalgia del poder. Merece instituciones que dejen de jugar a la ambigüedad y asuman, por fin, la responsabilidad de proteger a sus deportistas y su futuro.

Profesor

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