Olvidaré tu nombre (Grijalbo, 2024), la nueva novela de Mónica Salmón, versa sobre el desamor, aunque yo diría que es un libro sobre el amor. Digamos que a través de lo que Ofelia escribe a Emilio, después de siete años de relación, nos damos cuenta que el amor y el desamor son dos caras de la misma moneda. A veces el amor resulta una práctica desusada porque conlleva siempre el riesgo del desamor: nos hace fuertes pero nos vulnera.
A través de numerosos correos electrónicos durante mayo, Ofelia le echa en cara a Emilio la falta de compromiso (Emilio, Uno no puede amar desde la comodidad, el amor implica riesgos.) Mientras los celos la corroen encuentra en las redes el apoyo en las palabras de quien ella piensa un desconocido.
Ofelia no es un nombre gratuito. Ofelia, la que murió de amor por Hamlet, flota en el río con flores en su pelo. ¿Qué hay en un nombre? se lamenta Julieta. Mónica Salmón crea a una Ofelia contemporánea que muere de amor por un hombre al que trata de analizar. Emilio no reacciona a sus obsesivos reclamos y análisis. No entiende lo que le pasa a ella y contesta con breves mensajes de WhatsApp en donde no quiere mirar lo que ella le pone de frente, sino estar con ella. Mientras Ofelia quiere alejar a Emilio va construyendo la naturaleza de su relación donde el lenguaje de los cuerpos es una partitura esencial que tiene su propio código; para Ofelia no basta, mientras Emilio se aferra a ella. La vida íntima ocurre mientras se habita el territorio efímero del pacto erótico.
La insistencia narrativa y no correspondida de Ofelia van develando a un Emilio que no acaba de romper amarras con la ex mujer, que tiene una fallida relación con la madre pero también a una Ofelia que descubrirá cosas de sus propias heridas y huellas en la forma de relacionarse con los otros. El pacto del amor es de dos pero esta novela nos muestra cómo el pacto del desamor también es de dos: la pareja ha perturbado la frágil continuidad de la relación amorosa.
Esta es una novela que corre ágil y angustiosa, con referencias literarias de las cuales se agarra Ofelia, desde los días felices de la construcción de la complicidad al desencuentro. Ofelia, al escribir a Emilio, está explorando su propia incertidumbre. ¿Existe todo lo que uno necesita a través de la relación con el otro?
Palabras como sometimiento, esclavitud, endiosamiento, adoración resaltan a lo largo de la novela en este formato epistolar que examina la complejidad del amor y del deseo. Si Ofelia es un nombre que bautiza una condición amatoria, esa veneración por el otro y ser capaz de morir por él, el deseo de la protagonista es olvidar el nombre de Emilio para despejarse de la herida.
Ofelia, que no sabe si prefiere la crueldad de la verdad o la dulzura del engaño, encuentra su verdad: a través de la escritura reconoce sus propias heridas y la manera en que el amor ha resarcido carencias.
El epílogo escrito desde la experiencia como psicóloga de la autora nos permite ahondar en las reflexiones sobre el proceso del desamor. Hay una responsabilidad compartida, un cuidado que se debe tener en medio del dolor hacia la expareja. El proceso de Ofelia nos permitirá abrevar de la sabiduría que Salmón nos comparte alrededor de lo observado y tratado en los otros. La autora afirma que el desamor es esencial en la experiencia humana, pues nos invita a entablar un diálogo interno con nosotros mismo. A transformarnos profundamente.