El escritor Paco Ignacio Taibo II es un gran promotor de la lectura desde hace años. Con Paloma Saiz, su esposa, a través de las Brigadas Para leer en libertad han llevado libros accesibles y conversaciones con escritores a ferias en muchos rincones de la ciudad donde yo también he sido invitada. No dudo de su interés y sus acciones para promover la lectura y hacer el libro accesible.
Crear esos puentes es absolutamente necesario. Pero así como la lectura es uno de los ejes principales de su dirección en el Fondo de Cultura Económica, este nuevo catálogo latinoamericano que se va a distribuir de forma gratuita en muchos países, de alguna manera evidencia que hay una cojera en la lectura de la realidad en estos tiempos. El desafortunado comentario, muy en el estilo personal de Taibo II y no apropiado como funcionario, hizo que el catálogo fuera denostado por sus omisiones y que se volviera más un despropósito que un logro.
Que sólo la cuarta parte del catálogo del que se tirarán 2.5 millones de ejemplares sean mujeres, sobre todo por la deslenguada explicación que pudo ser expuesta de otra manera, ha provocado reacciones explosivas. De tal manera que es muy poca la atención al contenido del catálogo.
No debe ser fácil su armado y quiero suponer que hay un consejo que toma las decisiones finales y que a cada sede del Fondo en otros países del continente también se le piden sus propuestas.
Hay que negociar derechos de autor. Todo ello tomó tiempo, cabeza, listas, tachones, palomitas. ¿Hubo algún momento en el proceso en que se observara que había pocas mujeres y que este era un tema sensible de nuestro tiempo? Porque no estoy de acuerdo con cuotas de género en las áreas creativas como un cartabón forzoso por encima de la calidad, pero es claro que para un catálogo de 27 autores si había escritoras para mejorar el equilibrio.
El tema de la cuota de género o la paridad debiera crear una conciencia de que estemos mejor representadas quienes llegamos más tarde a la escena literaria. Ya no se puede hacer nada sin detenerse a pensar antes en la presencia de la mitad de la población.
Los jurados para concursos literarios no pueden ser sólo de hombres o sólo de mujeres (¿Habrá habido jurados sólo de mujeres?). Pero por ejemplo no se puede ganar un concurso por equidad de género: El Premio Bienal de novela Mario Vargas Llosa que se acaba de deliberar a favor de Sergio Ramírez, autor que engalana el catálogo recientemente presentado, ha sido recibido por hombres en sus seis emisiones porque un jurado múltiple ha considerado la calidad y propuesta de la obra, independientemente del autor.
Ninguna mujer querría ganar por cuota de género. La calidad literaria en la obra es la que finalmente habla y llegará un tiempo en donde la consideración de equidad ni siquiera sea necesaria.
El malestar ha evitado ver con detenimiento un catálogo donde participan autores chilenos, argentinos, colombianos, peruanos, uruguayos, ecuatorianos, cubanos, guatemaltecos, nicaragüenses y salvadoreños. El catálogo abre diversos apetitos literarios.
La poeta peruana Blanca Varela está ahí para engrandecer la propuesta de las mujeres incluídas de las cuáles tres son mexicanas: Adela Fernández, Amparo Dávila, Guadalupe Dueñas (maravilloso que se lea a una autora muy olvidada). Pero lo que no deja de parecer un privilegio por su afinidad con el régimen, es la inclusión de Fabricio Mejía Madrid, el único contemporáneo mexicano vivo. Dice el dicho: Piensa mal y acertarás.
Sea como sea, los ganadores son la lectura y el lector. Un siguiente catálogo con esa amplísima circulación podrá aumentar la oferta y nivelar la propuesta: qué tal veinte mujeres y siete hombres, la calidad como premisa indiscutible. Porque hacer colecciones exclusivamente de mujeres nos seguirá colocando en la marginalidad.
La calidad literaria es la que debe privar en una visión ajustada a los tiempos en donde hay una deuda con la visibilidad de las escritoras.

