Todo comenzó después de un concierto exitoso del grupo Kerigma en un restaurante llamado El Oriente ubicado en Miguel Ángel de Quevedo #609, al sur de la capital.
Les fue tan bien y hubo tanta gente en el lugar, que los dueños se los ofrecieron en venta a los músicos del grupo: Sergio Silva, Rodolfo Yáñez, Ernesto Canales, Juan Carlos Novelo, Gilberto Fabila y Tony Méndez.
Ellos hicieron una sociedad para poder pagarlo y comenzaron las primeras tocadas todavía bajo el nombre de El Oriente; que luego cambió al de La Rockola.
Algunos dicen que fue Juan Carlos Novelo quien lo cambió, otros que fue el director de cine, músico y artista Sergio Arau de Botellita de Jerez. La incógnita no acaba ahí, porque del mismo modo, también se cree que quien bautizó a tan icónico lugar fue Gil Fabila, el tecladista original de Kerigma.
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“La Rockola nos duró funcionando exactamente un año y tres meses, abrimos en diciembre de 1983. Empezó para 60 personas. Eran 15 mesas de cuatro sillas cada una. Y al final, teníamos noches de 800 personas”, contó el cantante y arquitecto Sergio Silva.
Escuela de técnicos e ingenieros con techo de láminas
Los kerigmas no se conformaron con la distribución y dimensión del espacio, por eso cada que podían le hacían modificaciones. Cuentan los músicos que cuando empezó, La Rockola tenía un techo de láminas de plástico que cambiaron por fibra de vidrio y luego por uno de concreto.
También hicieron excavaciones para que el escenario estuviera más alto y la gente de adelante permitiera ver a la de atrás. De tal forma, las personas pudieron escuchar a bandas como Ritmo peligroso, Mistus, Ninot, Sombrero verde, Anchorage, Newspaper, Manchuria, Botellita de Jerez y, por supuesto, Kerigma.
“En esa época había envidias tremendas entre los grupos y no se prestaban ni un cable ni un talí, entonces nosotros tratamos de hacer otra cosa, dijimos: todos nuestros instrumentos, vamos a ponerlos para que toquen con ellos”, narró Tony.
Sobre el escenario había un amplificador Marshall, un Orange, y un Ampeg SVT, además una batería Decaplus de 10 tambores que habían comprado los kerigmas tras ganar un concurso de composición en el Museo del Chopo.
“Digamos que hicimos como una escuela para técnicos, para ingenieros de sonido, para músicos, porque era como el chance de tocar en un set armado con buenos instrumentos y ante el público. Por eso todo el mundo quería tocar en La Rockola”, señaló Tony.
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Las constantes clausuras provocaron su cierre
“Algo que es importante que sepas es que éramos un desastre, como empresarios éramos pésimos. Luego el lugar estaba a reventar con 400, 500 gentes adentro y sólo habían pagado 30”, compartió Sergio Silva.
Pero ese no fue el único problema al que se enfrentaron. Si bien la zona donde estaba ubicada La Rockola era más de oficinas, en la parte de atrás colindaba con una casa donde vivía una vecina que no soportaba el ruido, aun cuando su hijo era fan de Kerigma y lo dejaban pasar gratis.
“Hicimos una barra ancha como de medio metro, con la intención de que bajara el volumen hacia su casa. Y, sí, bajó bastante, pero no lo suficiente. Luego hubo un vecino que se postuló a diputado y nos clausuró varias veces hasta cerrarnos el lugar”, contó Tony Méndez.
El vecino al que se refiere es Jorge Flores Vizcarra, delegado de Coyoacán de 1982 a 1983. “Aunque cumplíamos lo que decía la delegación, nos abrían y luego nos volvían a clausurar”, narró Tony.
Después de todas las clausuras, los kerigmas usaron La Rockola como cuarto de ensayo, y también como estudio para hacer jingles y con eso poder pagar las rentas, pero eso no duró mucho y el proyecto terminó para siempre.
La Rockola marcó un precedente para el surgimiento de Rockotitlán, el famoso foro que el grupo Botellita de Jerez abrió en 1985, y que más o menos 5 años después quedó bajo la gestión de Tony Méndez.
Vale la pena mencionar que estas dos bandas, Kerigma y Botellita de Jerez, crecieron juntas. Cuando abrió La Rockola, fue Botellita la que inauguró el lugar con un concierto y los kerigmas hicieron lo propio al abrir Rockotitlán.
“Yo creo que fue uno de los primeros espacios digamos “modernos” donde tú ibas a sentarte a tomar algo, a comer y a escuchar rock. Fue por mucho un espacio, un punto de referencia, para lo que hoy podemos llamar el rock mexicano”, considera Francisco Barrios, “El Mastuerzo”, músico de Botellita de Jerez.
- Fuentes:
- Entrevistas con Tony Méndez, Sergio Silva y Francisco Barrios “El Mastuerzo”.