Texto: Raúl J. Fontecilla
Caminar por las calles de la CDMX, en cualquier día del año, puede llevar a cruzarse con jóvenes -o no tan jóvenes- ataviados con ropa negra, incluso cadenas y maquillaje. Esto se debe a que la capital presume de tener su propia “escena oscura”.
Como si se tratara de auténticos vampiros urbanos, los góticos, darketos y su amplio espectro forman comunidades alrededor de la música, la literatura, el teatro y hasta los juegos de mesa.
Este Mochilazo en el Tiempo visita las noches noventeras de la escena oscura capitalina, que ya suma décadas de encanto sombrío.

Una identidad bajo una bandera negra
Adrian Gallardo Valle, conocido en el medio como "El Nada”, incursionó en el ambiente underground (subterráneo) hace más de tres décadas. Leer Las crónicas vampíricas de Anne Rice fue el primer paso en un medio que lo inspiró a publicar libros, dar conciertos, hacer teatro y narrar juegos de rol, todo con el sello de la oscuridad.
Como conocedor, prefiere hablar de una “escena” que de un “movimiento”: “Yo sí siento que le queda bien ‘escena’. No había un discurso, no había un manifiesto; estábamos en constante formación”.

Explica que en los años 90 “el internet estaba en pañales”, por lo que conocer el mundo gótico, sus artistas, sus tendencias, era aprender en medio de la desinformación.
“Éramos grupos de gente haciendo cosas, que aún no comprendíamos del todo. Había muchas versiones de qué era el gótico”, explica.
Por entonces las discusiones acaloradas defendían o refutaban si Caifanes era gótico o no, si tenía algo que ver con The Cure o no, por ejemplo. Sólo recuerda un consenso: “[decíamos que] todo puede estar mal pero Santa Sabina es de todos: sí es gótico y Rita Guerrero es la reina de los condenados”.

Para algunos defeños noventeros, dice, vivir el gótico era escuchar cierta música, para otros era algo más performativo. Para algunos era una cuestión melancólica, para otros algo siniestro y para otros más predominaba el postpunk.
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No es extraño que conocer la escena oscura desde fuera dé lugar a más preguntas que respuestas. Cabe preguntarse si ese vecino que se viste sólo de negro y esa prima con el clóset lleno de calaveras son góticos, darketos o punketos.

Gallardo Valle sabe que se suele asociar la elegancia a lo gótico y la crudeza a lo dark pero en este punto de su vida los considera iguales: “yo creo que en el fondo todos compartíamos la misma identidad, al fin y al cabo estábamos bajo una bandera negra”.
La oscuridad va del arte a los juegos
Música, novelas, películas, todo lo que hoy está a un clic de distancia o disponible en tiendas, para entonces suponía una larga búsqueda y oportunidades raras.

Para “El Nada” era toda una ocasión si un conocido había salido del país y traía nuevas lecturas en español o música difícil de encontrar en México.
En ese contexto, experimentó con la música desde su adolescencia y se mantuvo activo en la escena por décadas.
Dio toquines en sitios como “La Madre Diabla” (que estuvo en Reforma 113), el “Club Dada X” (el original, de la calle Donceles) y el Circo Volador (sobre calzada de La Viga), además de haber actuado 450 noches en el Teatro Reyes Heroles de Coyoacán.

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Más que su carrera, destaca los momentos que marcaron a la escena oscura local, como el debut de Lacrimosa en el Circo Volador (1998) o la llegada de Corvus Corax al Centro Histórico (2007).

Consciente de su edad, hoy prefiere conversar de la escena oscura que recuerda y apoyar a los jóvenes que comienzan a descubrir los encantos del arte y la comunidad que habitan las sombras.

Una actividad under de la que no se aparta son los juegos de rol, que define como “una experiencia colectiva de crear un personaje y participar en una historia, donde un narrador te pone el escenario y la situación”.
Más que un mero pasatiempo, títulos como Vampiro: la Mascarada, del sello White Wolf, pertenecen a mundos ficticios que aterrizan lo sobrenatural, el horror y la intriga en escenarios modernos con increíble grado de detalle.

Intereses como la historia, el arte y la literatura se disfrutan entre amigos, gracias a la profunda escritura del que es todo un mundo de fantasía urbana.
“El Nada” se ha desempeñado como narrador de Vampiro: la Mascarada desde finales de los años 90 y ha sido del top 3 nacional. Siempre está dispuesto a incluir nuevos jugadores en su próxima partida, donde una historia sombría puede desarrollarse en las calles que habitamos.
Un estilo de vida que se inspira en el arte oscuro
El arte gótico es el origen común de la escena oscura. Una voz que lo definió para este diario en 1999 fue la de Kevin Andrew Murphy, novelista y diseñador de juegos de rol:
“El movimiento gótico es una tendencia moderna, una postura estética, que se refleja en el vestir, música y literatura”, comentó como invitado del Primer Festival Internacional de Ficción, Fantasía y Terror de la Ciudad de México en diciembre del 99.

Explicó que el movimiento busca rescatar lo oscuro y estético de la era romántica, la elegancia mórbida de la cultura funeraria victoriana y la manifestación medieval del arte, que aborda “la muerte, el dolor, el temor y otros temas prohibidos”.

El encanto de las tinieblas en series, libros y juegos actuales inició con El Castillo de Otranto (1764), novela con que Horace Walpole puso de moda las historias de mansiones encantadas con horror y estética medieval.
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Ann Radcliffe, Mary Shelley, Edgar Allan Poe, H.P. Lovecraft, entre otros, aportaron su propia visión lúgubre y hasta hoy inspiran la industria del entretenimiento.

Ya en los 90, Murphy destacó al caricaturista Charles Addams (Los locos Addams) y al cineasta Tim Burton (Batman, El chico manos de tijera) como creadores mediáticos.

Los cómics y novelas gráficas no se quedaban atrás, gracias a dibujantes como Jon J. Muth (Swamp Thing, Lucifer) y Kent R. Williams (Blood: A Tale, Hellblazer), que junto con Dave McKean tienen en común haber ilustrado títulos como Batman y The Sandman.
El lado menos atractivo de la escena oscura
Gallardo Valle tiene presente que pertenecer a una tribu urbana puede ser una cuestión socioeconómica. Los góticos de los años 80 y 90, señala, solían pertenecer a las clases media o alta, algo que tiene sentido con la inversión que supone la ropa, el maquillaje, el arte, los conciertos.
Por otro lado estaría el punk, que resonaba más con quienes tenían menos capital económico y cultural, o quienes vivían en la periferia.

Sabe que no todos en la comunidad under comparten su perspectiva, pero eso no lo detiene, pues recuerda que ser gótico en Coyoacán era distinto a serlo en Cuautitlán Izcalli.
Eso sí, para todos implicaba ganarse una mala fama que partía del prejuicio. Las personas fuera de la escena oscura no tomaban bien encontrarse con alguien diferente en CDMX:
“A mí todavía me tocó ir con mis cuates en la calle y que nos aventaran cosas desde los carros, y gritaran ¡Viva Cristo Rey!; todavía te paraba la poli, no tan cabrón como en los 80, pero sí era bastante transgresor traer mohicana o el pelo largo, ir maquillado”.

Esta clase de vivencias en la capital son algo que Héctor Sapiña, maestro en Letras por la UNAM, recuerda como alguien que tuvo contacto con la escena oscura pero prefirió no integrarse.
Aunque entrevistados por separado, Héctor concuerda con Gallardo Valle en que la escena gótica era en gran medida “clasemediera”. Además destaca que la interacción social sí cambiaba en función de los recursos económicos.

En su juventud, afirma, conocidos de la escena oscura lo menospreciaban por no contar con guitarras de marca o amplificadores caros, ni hablar de los discos que sólo se vendían en el extranjero.
También comparte el caso de una persona cercana, que prefiere no revelar su identidad, pero que desde tiempo atrás le habló de sus anécdotas menos entrañables en la escena:
“Alguna vez, aunque no se lo dijeron de forma directa, como ella es morena sí le dieron a entender que no podía pertenecer a esos círculos porque no era blanca”.

“Me ha contado que le tocó desde la adolescencia que [los góticos] decían que Tolkien y Lovecraft son autores consagrados y nadie los debía tocar, entonces sus libros los escondían en la biblioteca de CCH. Tenían esta visión de los círculos de iniciados, muy cerrados”.
“Es bien triste, técnicamente tendrían que ser expresiones contraculturales y de resistencia, pero se traducen en ser gente que tienen posesión de un capital simbólico y lo usan para establecer relaciones de poder en su localidad”, concluye.
Por su parte, a Gallardo Valle le cuesta creer que hoy existen círculos góticos que simpatizan con la extrema derecha, dado que la escena oscura en CDMX fue pionera en defender a la diversidad sexual.
La escena oscura capitalina, con sus claroscuros, se mantiene vigente como un refugio artístico, pero también recuerda que más que una moda, es diversidad y resistencia con las que esta ciudad puede redefinir su identidad, si observa su propia sombra.
- Fuentes consultadas:
- Entrevista con Adrian Gallardo Valle "El Nada", artista retirado de la escena oscura de CDMX.
- Entrevista con Héctor Sapiña Flores, maestro en Letras por la UNAM y maestrante en Comunicación en la UAM.
- Archivo Fotográfico y Hemeroteca EL UNIVERSAL.
- Joshi, S.T. (e.d). The astoundind illustrated history of fantasy and horror. Flame Tree Publishing, 2018.