Vestido con harapos y siendo prácticamente un vagabundo, el veterano estadounidense Frank Ferree fue un “ángel de la frontera”, pues se dedicó a alimentar y cuidar la vida de miles de mexicanos en el siglo XX.

Este hombre destinó casi la mitad de su vida apoyando a nuestros compatriotas tamaulipecos para sobrellevar la pobreza y defendió a los llamados , mexicanos que cruzaron de forma ilegal a Estados Unidos y enfrentaron condiciones de explotación laboral y discriminación.

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EL UNIVERSAL lo describió en 1980 como “un mendigo nominado al Nobel de la Paz”. Ferree renunció a cualquier riqueza o comodidad personal para compartirla con los menos favorecidos de la región fronteriza, un Robin Hood moderno que pedía dinero y comida a los más ricos para darlo a los más pobres.

Ferree con siete huérfanos mexicanos, cuyos padres se ahogaron en el río; se convirtió en su guardián legal y logró mantenerlos un tiempo en EU. Foto: Wide World/ESPECIAL
Ferree con siete huérfanos mexicanos, cuyos padres se ahogaron en el río; se convirtió en su guardián legal y logró mantenerlos un tiempo en EU. Foto: Wide World/ESPECIAL

Frank Ferree, gran apoyo para Tamaulipas

Quien recibiera el apodo de “amigo de los espaldas mojadas” nació en Nebraska, en 1894. Veterano de la Primera Guerra Mundial con apenas el octavo grado de educación básica, Ferree tenía como único sustento económico una pensión de 90 dólares mensuales y aun así cambió la vida de miles de personas.

Desde los años 40, Frank Ferree fue testigo de la precaria situación de los mexicoestadounidenses en la frontera. De acuerdo con el libro Border Angel de Bill Starr, cuando le tocó trabajar con un grupo de topógrafos cerca del Río Bravo, Ferree vio cómo un grupo de migrantes “empezaron a picar entre los restos de comida que habíamos dejado y se comieron las cáscaras de plátano del suelo”.

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Tal muestra de desesperación lo motivó a actuar, recorriendo restaurantes y negocios para colectar cualquier sobra de comida que tuvieran y dársela a los menos favorecidos. Esta búsqueda entre desechos le ganó el apodo de “santo carroñero”.

Ferree en una de sus clínicas gratuitas en Tamaulipas, mientras una voluntaria atiende a una mujer de escasos recursos. Foto: Brownsville Herald/ESPECIAL.
Ferree en una de sus clínicas gratuitas en Tamaulipas, mientras una voluntaria atiende a una mujer de escasos recursos. Foto: Brownsville Herald/ESPECIAL.

Los pocos panes y verduras que recolectó traspasaron la frontera y llegaron a Tamaulipas para alimentar a los más pobres. Ferree incluso abrió una clínica de voluntariado en Matamoros y otra en Reynosa con acceso gratuito a la salud.

Cuatro días a la semana por más de 30 años, el veterano estadounidense llevó ayuda a los tamaulipecos empobrecidos, los trató contra infecciones y enfermedades cutáneas típicas de las zonas pobres y les garantizó operaciones quirúrgicas gratuitas para pacientes con deformaciones faciales u oculares.

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Según publicó EL UNIVERSAL el 20 de enero de 1952, Frank Ferree también alertó de una epidemia de conjuntivitis que atacó a numerosas familias mexicanas deportadas de los Estados Unidos, logrando la pronta acción del gobierno nacional.

Formación de braceros según su estado de origen en el Centro de Procesamiento en Monterrey, Nuevo León. Foto: Leonard Nadel/National Museum of American History.
Formación de braceros según su estado de origen en el Centro de Procesamiento en Monterrey, Nuevo León. Foto: Leonard Nadel/National Museum of American History.

Otra ocasión donde Ferree demostró su compromiso con los más vulnerables fue en septiembre de 1955, cuando el puerto de Tampico recibió el destructivo embate del huracán Hilda.

Tanto Border Angel como el sitio myRGV relataron la labor del “santo carroñero” tras el paso del ciclón, movilizándose para enviar comida, cobijas y demás artículos para damnificados en Tamaulipas, al grado de contar con apoyo de la Fuerza Aérea de E.U. para transportar la mayor cantidad de ayuda posible a la zona de desastre.

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Ante su buena voluntad y grandes acciones en favor de los mexicanos, el gobierno tamaulipeco le otorgó un reconocimiento y el presidente Adolfo Ruíz Cortines le dio “paso libre” para transitar en nuestro país sin limitaciones.

Ferree administrando una dosis de penicilina a un menor. En 1963, el veterano logró un acuerdo con la farmacéutica Pfizer para donar 30 mil dosis de penicilina al Palacio de Lecumberri; él mismo llevó la donación. Foto: Brownsville Herald/ESPECIAL
Ferree administrando una dosis de penicilina a un menor. En 1963, el veterano logró un acuerdo con la farmacéutica Pfizer para donar 30 mil dosis de penicilina al Palacio de Lecumberri; él mismo llevó la donación. Foto: Brownsville Herald/ESPECIAL

Denunció “alta discriminación” contra mexicanos de parte de E.U.

Frank Ferree no sólo apoyó con donaciones a las comunidades mexicanas, sino que también se pronunció en contra de la discriminación y explotación que enfrentaban nuestros connacionales en Estados Unidos.

Según el diario texano El Tiempo en 1952, el veterano denunció el injusto proceso judicial en contra del mexicano Roberto Jiménez, condenado a 10 años de prisión por “exhibir partes íntimas delante de una menor”, algo que el imputado siempre negó.

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Ferree aseguró que el jurado carecía de una representación mexicana y los miembros –hombres blancos estadounidenses– contaban con prejuicios que influyeron en la sentencia. Sostuvo que “las cortes de Texas funcionan de modo discriminativo cuando juzgan a latinos, [siendo] una farsa de la más alta discriminación”.

Centro de detención de “espaldas mojadas” en California, 1954. Foto: Larry Sharkey/Los Angeles Times Archive/ UCLA/IRL Worker Institute/ESPECIAL.
Centro de detención de “espaldas mojadas” en California, 1954. Foto: Larry Sharkey/Los Angeles Times Archive/ UCLA/IRL Worker Institute/ESPECIAL.

La protesta del veterano no agradó a las autoridades texanas y se le encarceló durante tres días, además de imponerle una multa de 100 dólares. Asociaciones mexicanas, el mismo diario El Tiempo y sus vecinos pagaron la sanción.

El 7 de agosto de ese mismo año, la voz de Frank Ferree llegó a EL UNIVERSAL para defender a 2 mil inmigrantes mexicanos detenidos en una agresiva redada de la Patrulla Fronteriza.

El “amigo de los espaldas mojadas” aseguró que las autoridades texanas separaron a miembros de familias durante el proceso de deportación.

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De acuerdo con nuestras fuentes, Ferree acompañó varios viajes de repatriación de braceros, como testigo de procedimientos de la Patrulla Fronteriza. El veterano afirmó que la separación de familias era una medida común, pero no autorizada y “muchos de ellos [mujeres y niños deportados] ya no saben dónde están sus padres y esposos”.

Publicación de El Tiempo sobre la detención de Frank Ferree tras defender a un mexicano. Foto: El Tiempo/Portal To Texas History/ESPECIAL.
Publicación de El Tiempo sobre la detención de Frank Ferree tras defender a un mexicano. Foto: El Tiempo/Portal To Texas History/ESPECIAL.

Defendió la seguridad de los migrantes frente a presidentes

Frank Ferree fue tan importante en la lucha por los derechos de braceros y migrantes en Estados Unidos que tuvo contacto directo con presidentes mexicanos como Miguel Alemán y Adolfo Ruíz Cortines.

Prueba de esto apareció en EL UNIVERSAL del 4 de noviembre de 1954, cuando el “santo carroñero” viajó a la Ciudad de México para informar al presidente Ruíz Cortines sobre el uso de camiones abiertos e inseguros para transportar a braceros.

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Ferree confirmó el deceso de nueve connacionales tras la volcadura del camión donde viajaban hacia Texas; el vehículo no les brindó la seguridad necesaria. En palabras del veterano, “damos al ganado y puercos mejor protección que a los mexicanos”.

Braceros cruzan de forma ilegal el Río Bravo. Foto: Mediateca INAH.
Braceros cruzan de forma ilegal el Río Bravo. Foto: Mediateca INAH.

El “amigo de los espaldas mojadas” también visibilizó los incontables decesos de mexicanos en aguas del Río Bravo. Se conmocionó ante casos de polleros que asaltaban y arrojaban al agua a los migrantes o de niños que desconocían la profundidad del río y sucumbieron ante la corriente.

El peligro de morir cruzando el Río Bravo motivó a Ferree a imprimir 6 mil carteles con la advertencia: “Atención. Cuando regresen a México, háganlo por el Puente Internacional y no arriesguen su vida cruzando ilegalmente el río, donde pueden ser asesinados sólo por cuidar sus ahorros; el gobierno mexicano garantiza su regreso”.

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Trabajadores cruzando el puente internacional entre Reynosa, Tamaulipas e Hidalgo, Texas, en la frontera entre México y Estados Unidos; 1956. Foto: Leonard Nadel/National Museum of American History/ESPECIAL.
Trabajadores cruzando el puente internacional entre Reynosa, Tamaulipas e Hidalgo, Texas, en la frontera entre México y Estados Unidos; 1956. Foto: Leonard Nadel/National Museum of American History/ESPECIAL.

Según se lee en Border Angel, Frank Ferree se convirtió en un “cazador de espaldas mojadas”, pues los rastreó en cobertizos, dentro de hoyos en la tierra y en cuevas, pero nunca para deportarlos, sino para llevarlos a su sencilla casa acondicionada con pequeñas habitaciones donde tendrían un lugar seguro para comer y dormir.

Para los años 80, cuando el Programa Bracero era cosa del pasado y los migrantes seguían atravesando el límite territorial de forma ilícita, Frank Ferree mantuvo su donación mensual para los más pobres de la frontera.

Durante sus cuatro décadas de ayuda y hasta su muerte en 1983, el “amigo de los espaldas mojadas” donó toneladas de alimentos para los más necesitados de la frontera, además de ser un indiscutible defensor de la labor mexicana en E.U.

Frank Ferree solía construir ataúdes gratuitos para familias de escasos recursos que no podían cubrir gastos funerarios; en la foto, construyó un pequeño ataúd para la hermana de los infantes. Foto: Brownsville Herald/ESPECIAL.
Frank Ferree solía construir ataúdes gratuitos para familias de escasos recursos que no podían cubrir gastos funerarios; en la foto, construyó un pequeño ataúd para la hermana de los infantes. Foto: Brownsville Herald/ESPECIAL.
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