El fervor religioso no es exclusivo de los altares o capillas, pues la fe se manifiesta donde sea. En numerosas ocasiones, la imagen de la Virgen de Guadalupe pareció imprimirse en hojas de plátano, troncos, en tierra o cielo, reavivando la devoción de algunos y levantando las cejas de otros.
En la actualidad, sólo 10 “apariciones marianas” son consideradas como reales por parte de la iglesia, aunque muchos creyentes podrían enumerar muchas más personificaciones de la Virgen María.
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Llamada Virgen del Metro, en una loseta del Metro Hidalgo en 1997. Por otro lado está una representación pictórica del manto de Juan Diego, una de las 10 apariciones confirmadas por la iglesia católica. Fotos: Archivo STC/ ESPECIAL
En 1997, el propio Sistema de Transporte Colectivo (STC) tuvo su episodio divino, con la presunta aparición de la Guadalupana en la estación Hidalgo de la línea 3.
Hasta el día de hoy, las autoridades eclesiásticas no consideran a la llamada Virgen del Metro como algo divino, pero todavía se respeta y protege aquel pedazo de loza donde se formó la “milagrosa” imagen y que tanta fe motivó en los capitalinos.
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La aparición de la morenita en la Línea 3 del STC
Tras una incipiente lluvia del primero de junio de 1997 y en un sencillo pedazo de loseta de mármol y granito, apareció la Virgen de Guadalupe. Ese fue el “milagro” que usuarios del Sistema de Transporte Colectivo observaron mientras avanzaban por los pasillos de la estación del Metro Hidalgo.
Según reportó EL PAÍS, en su edición del 6 de junio de 1997, Carlos Guevara tenía un puesto de dulces dentro de la estación Hidalgo y durante un momento de baja venta, observó una curiosa formación de humedad en el piso. “Primero apareció la cara, luego el manto, luego el resto del cuerpo”, comentó el vendedor hace más de dos décadas.
Ante sus ojos, el milagro guadalupano llegó al Metro con la aparición de la “morenita de México” sobre una loseta cualquiera, por lo que decidió informar a vigilantes y staff de la estación sobre tal acontecimiento.
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En primera instancia y según lo informó el medio internacional, muchos ignoraron las palabras de Guevara, pero otros comerciantes y usuarios sí atendieron su llamado. Algunos intentaron deshacer la mancha, pero esta resurgía con su milagrosa forma.
En un par de días, la silueta de la Virgen en el suelo del Metro Hidalgo llegó a oídos y oraciones de miles de capitalinos, incluyendo al Arzobispado de México.
Según informó EL UNIVERSAL, en sus páginas del 5 de junio de 1997, la máxima institución religiosa no identificó elementos teológicos suficientes que sostuvieran un origen divino en la imagen del Metro y la consideró como una simple filtración de agua.
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El Arzobispado denominó al fervor al alrededor de esa Virgen como una “explotación de religiosidad popular”, pues “los mexicanos perdimos la capacidad de maravillarnos y ahora vemos esas líneas indefinidas en el suelo y nos devuelven el asombro”.
La institución religiosa advirtió que venerar tal imagen no sería adecuado y lo mejor era profesar devoción por la “verdadera Virgen María sin recurrir a los sentimentalismos estériles y transitorios, ni en las vanas credulidades”, según se leyó en este diario.
El severo juicio del Arzobispado no menguó la asistencia al Metro Hidalgo, registrando miles de creyentes que iban a rezarle a la Guadalupana. Para el 9 de junio de ese año, el STC se sumó a las palabras de las autoridades religiosas y afirmó que la figura fue por humedad subterránea, no por injerencia divina.
Desde ese día, trabajadores del STC colocaron carteles y avisos que desmentían el origen religioso de la mancha en el suelo, persuadiendo al público usuario de que “no es milagro la ‘Virgen del Metro’”.
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A pesar de esa conclusión, la llamada “morenita de loseta” fue un tremendo fenómeno en el Metro y con la ferviente respuesta de los creyentes, las autoridades no tuvieron de otra más que respetar las ofrendas y comenzar la búsqueda de una nueva ubicación para la adoración de este “milagro”.
Tiene un nicho entre Zarco y Paseo de la Reforma
Para el 23 junio del 97, la iglesia católica mantenía su negativa a considerar que la Virgen del Metro era una representación divina de la guadalupana.
Según datos de EL UNIVERSAL, en las primeras semanas de junio, la “morenita de loseta” recibió más de 70 mil visitantes diarios –3 mil asistentes por hora– y el índice apenas disminuyó a la mitad hacia los últimos días del mes.
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Sobre las ofrendas monetarias, este diario informó que se colectaron entre 500 y 800 pesos diarios, todo bajo resguardo del STC hasta decidir qué se hacía con los fondos. Para ese momento, aparecieron más carteles para convencer a los usuarios que la imagen sólo era una filtración de agua.
Pero, como si se tratara de una competencia, algunos creyentes colocaron sus propios anuncios en la ajetreada intersección promoviendo que “ella [la Virgen del Metro] quiere ayudarnos a todos y salvarnos. Por eso se apareció aquí, donde pasa mucha gente; sí es un milagro y todos necesitamos de su bendición”.
Para la última semana de junio se optó por construir un nicho para la “morenita de loseta”, ubicado en la salida del Metro más cercana al Templo de San Hipólito, entre Calle de Zarco y Paseo de la Reforma.
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Sería un nicho sencillo, con acabados en talavera y un vidrio antibalas de tres cuartos de pulgada de espesor. Su altura apenas alcanzó los 2.50 metros de alto por 3.20 de ancho, con iluminación especial para poder apreciar la loseta.
Su construcción quedó lista para el 15 de julio de ese año, con un costo de 20 mil pesos. De acuerdo con datos de EL UNIVERSAL, al menos 12 mil de ese presupuesto era de donaciones de fieles y usuarios, mientras el STC costeó el resto de la obra.
Por otro lado, a la loza donde se personificó la Virgen de Guadalupe se le aplicó un tratamiento para su preservación, de manos de expertos del Centro de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble del Instituto Nacional de Bellas Artes.
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Tal procedimiento costó 25 mil pesos, sin que este diario tuviera información sobre la procedencia de esos fondos. Lo que sí se conoció fue la intervención de la iglesia católica para gestionar el traslado y atención del nicho, aunque todavía no tuvieran la confirmación de su “veracidad” como milagro guadalupano.
Su inauguración se realizó el 29 de julio de 1997, bajo la bendición del padre Rogelio Alcántara y con cientos de creyentes de varias partes de la República honrando a la “morenita de loseta”.
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Según la crónica de EL UNIVERSAL, la mayoría de los asistentes portó flores, veladoras y demás ofrendas para la Virgen del Metro Hidalgo. En el caso de las contribuciones monetarias, el entonces director general del STC, Alfonso Caso Aguilar, sostuvo que todo lo donado estaría bajo administración de la iglesia y se destinaría a la asociación civil Cáritas para enfermos en estado terminal y casos vulnerables.
Existen reglas para determinar si las “apariciones marianas” son reales
A pesar de generar grandes muestras de devoción, no todas las “apariciones divinas” son aprobadas por el Vaticano. Aunque los creyentes juren que la Virgen de Guadalupe se personificó en la corteza de un árbol o en un campo de flores, la iglesia tiene reglas estrictas para determinar su veracidad y que no resulte contraproducente para la fe.
De acuerdo con el sitio web de la Santa Sede, las llamadas Normas para proceder en el Discernimiento de presuntas Apariciones y Revelaciones no existen como un intento de mermar el Espíritu con indagatorias y evaluaciones que sobre analicen el fenómeno.
Su función está en apreciar las nuevas “propuestas espirituales”, una vez que se compruebe su veracidad, así como evitar problemas que puedan afectar a los fieles, como el mal uso de la religión para que alguien obtenga “beneficios, poder, fama, notoriedad social, interés personal”.
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La primera versión de estas normas se aprobó en 1978, bajo el pontificado de Pablo VI y se ratificaron en 2011, con Benedicto XVI. Sus lineamientos incluyen la recopilación de testimonios y análisis científico con especialistas en teología y psicología.
Para determinar si un evento divino es real o no deben considerarse las características de la persona o circunstancia en que se notificó la “aparición”, incluyendo “equilibrio psíquico, honestidad y rectitud en la vida, sinceridad, contexto y docilidad habitual hacia la Autoridad Eclesiástica”.
Lo siguiente sería descartar factores negativos, como el afán de lucrar con el evento. También se analiza una posible “enfermedad psíquica o tendencia psicopática en el sujeto que haya influido en el presunto hecho sobrenatural, psicosis o histeria colectiva, entre otras cosas de este género”.
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Los dictámenes sobre una “aparición mariana” serían constat de non supernaturalitate o “no hay sobrenaturalidad”; non constat de supernaturalitate o “no se sabe si hay sobrenaturalidad”; y constat de supernaturalitate o “certeza de algo sobrenatural”.
La vigilante de la virgen
Para el 28 de enero de 1998, algunos meses después de su inauguración, el venerado nicho para la Virgen del Metro presentó una considerable fisura en el vidrio antibalas. La explicación de las autoridades era una “grieta accidental” a causa de “movimientos naturales” y dilataciones en el marco metálico por los cambios de temperatura.
Se aseguró que no hubo intento de robo o vulneración contra la imagen religiosa, pero los creyentes exigieron mayor vigilancia para proteger el nicho, pues “no es posible que se haya roto tan fácil, si es antibalas”, según declararon a EL UNIVERSAL.
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La principal protección para el altar de la esquina Zarco y Paseo de la Reforma provenía de la vigía de una mujer de 30 años, la mayor devota de la Virgen del Metro. María Concepción Galicia Godoy era vendedora de flores en la estación del Metro Hidalgo y fue una de las primeras en ver la imagen en la loseta.
“Eran las 9 de la noche y ya recogía las rosas que vendía para poder ir a casa. Al ver que se formaba la imagen en el suelo, no dudé en acercarme para comprobar lo que mis ojos captaban. […] Sentí cómo lloraba, de su carita le salía agua cristalina”, comentó Galicia Godoy a EL UNIVERSAL, en la edición del 25 de agosto de 1998.
Desde la milagrosa aparición en junio de 1997, María Concepción se convirtió en protectora de la Guadalupana. “Mientras yo vigile, nadie se la llevará, pues antes de que pase eso, tendrán que matarme”, declaró a este diario.
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Su devoción la motivó a dejar su negocio dentro del Metro y quedarse cerca de la Guadalupana en su nuevo nicho. Diario, desde el amanecer hasta el último rayo de luz, la mujer se colocaba frente al sitio y veló por la protección de la “morenita de loseta”.
Tal fue su entrega que la iglesia católica le pagó 600 pesos mensuales, “lo suficiente para sobrevivir”, según comentó María Concepción. “Siempre he sido pobre. Esto lo hago con mucho gusto y me siento gozosa. No sólo le pido a la Virgen por mis hijos, sino por toda la gente que tiene problemas”, sostuvo para este diario en 1998.
“He visto llegar a tantas personas desesperadas, llorando de dolor por los problemas que tienen. Yo no les digo nada porque vienen a hablar con la virgencita, pero cuando se van, rezo mucho por ellos”, aseguró Galicia Godoy.
Miles de mexicanos creyeron en la espiritualidad de aquella formación en loseta. A casi tres décadas de su aparición, el nicho de la Virgen del Metro sigue en pie para los rezos y honores de sus creyentes, a pesar de estar prácticamente en el olvido y nunca obtener la aprobación de la iglesia católica como una genuina demostración divina en suelo capitalino.
- Fuentes:
- Hemeroteca EL UNIVERSAL
- La Virgen del Metro – EL PAÍS digital
- Normas sobre el modo de proceder en el discernimiento de presuntas apariciones y revelaciones – Sitio web Vaticano
- Normas para proceder en el discernimiento de presuntos fenómenos sobrenaturales – Sitio web Vaticano