La decisión del presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, de permitir a Ucrania el uso de los misiles ATACMS, puso de nervios a la comunidad internacional, particularmente luego de que el gobierno ruso anunció que ello significaba una “nueva fase” de la guerra y advirtiera de la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial.
Si se tratara de un intento de empujón a Ucrania para desatorar la guerra y vencer a Rusia, la decisión de Biden sería tardía, por decir lo menos. Al presidente le quedan dos meses en el poder y su sucesor ha dejado claro que no está dispuesto a darle un cheque en blanco a Ucrania y, sobre todo, a que es hora de poner fin a la guerra.
Sin embargo, todo indica que Biden no está pensando en hacer que Ucrania gane la guerra antes de que se vaya, sino más bien en fortalecer al país, luego de semanas de avances rusos y temores por la llegada de tropas norcoreanas para reforzar al ejército del presidente Vladimir Putin en el frente.
“Quizá Ucrania deba sobrevivir a cierta persona en Moscú para conseguir todos sus objetivos. Para restablecer la integridad territorial de Ucrania", dijo el martes el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, unas palabras que, por primera vez, parecen indicar que sabe que no ganará esta guerra, y menos con Trump en el poder, y que deberá resignarse a la negociación, con la posibilidad de perder territorio.
La fatiga de la guerra, después de más de dos años, ha hecho ya mella en la sociedad. Y la frustración de Zelensky con la falta de firmeza de las declaraciones de los países aliados en foros como el G20, es evidente.
Así, la decisión de Biden buscaría más bien dejar a Zelensky en una posición más de fuerza, más de un país que ya cuenta con misiles que pueden entrar 300 kilómetros al interior del territorio ruso, para sentarlo así en una eventual mesa de negociaciones.
El movimiento no está carente de riesgos, como ha evidenciado en México la fluctuación del peso, y el nerviosismo mundial, incluyendo el cierre de embajadas en Kiev por parte de países como Estados Unidos y España, ante la posible respuesta de Putin al lanzamiento de los ATACMS y ahora de los misiles británicos Storm Shadow.
Suecia y Finlandia empezaron a repartir volantes, con advertencias sobre qué hacer en caso de guerra.
Rusia aprobó cambios a su doctrina militar que implican la posibilidad de emprender un ataque nuclear en respuesta a un ataque convencional de un país no nuclear, como Ucrania, pero apoyado con armas de otro Estado nuclear, como Estados Unidos.
De acuerdo con la inteligencia militar ucraniana, Rusia está encabezando además una guerra sicológica, difundiendo advertencias de un ataque “masivo” con misiles y bombas.
El gobierno de Putin se ha declarado dispuesto a escuchar la propuesta de Trump una vez que asuma, sin comprometerse a nada. Pero en el inter, cualquier error de cálculo puede convertir en realidad el peor temor de todos: una conflagración de final inesperado. Dos meses son mucho tiempo.
mcc