Con la arbitraria imposición de aranceles al comercio exterior y las guerras comerciales que ha generado el Sr. Trump con todos sus socios internacionales, es probable que conduzca a su país a una crisis económica, acompañada de una elevación generalizada de precios. Esto ocurriría en una economía que hasta fines de 2024 estaba en relativa salud, crecía al 2.8% anual, con un desempleo bajo de 4% y una inflación no tan elevada de 2.5%. Pero atrás de la coyuntura económica hay un problema un poco escondido de la atención internacional: una deuda gubernamental marca diablo. Sobre esto escribo hoy
Desde que existen los gobiernos existen las deudas públicas. Normalmente, los gobiernos gastan más de lo que ganan y la diferencia la cubren con deudas. Las deudas públicas se utilizan además para financiar guerras, proyectos de infraestructura, excesos de gasto de empresas públicas mal administradas, y (a veces, sólo a veces) para regalar dinero de forma directa a las bases políticas del gobierno en turno.
Bajo el principio de que ningún gobierno se puede declarar en quiebra, porque tiene la facultad soberana de imprimir la moneda nacional, los gobiernos nunca pagan por completo sus deudas. Esto se debe a que cuando hay crecimiento económico, aumentarán también los ingresos públicos, que a su vez servirán para pagar parte de las deudas. Un buen futuro económico proveerá.
Los Estados Unidos de América es uno de los países más endeudados del mundo. Su deuda pública suma 36.2 mil trillones de dólares en marzo de 2025 (son billones en la terminología latina, pero en esta nota mantendré la denominación de Trillones por las fuentes que estoy utilizando). Esas obligaciones se incrementan cada año en 1.31 trillones de dls.1 Adoptan la forma de bonos gubernamentales (como los CETES en México, pero obviamente no son documentos impresos en papel) que pagan normalmente intereses de entre 3 y 4% anual, y que compran los bancos centrales y accionistas de todo el mundo. Los bonos tienen distintos plazos de vencimiento, se negocian en los principales mercados financieros, de tal forma que su oferta y su demanda alteran no sólo sus precios sino sus tasas de rendimiento.
Su deuda crece más que sus ingresos fiscales. En 2024, la deuda pública norteamericana ya rebasó el total del valor de su producto nacional, hasta llegar al 121% de su PIB (Ver: Federal Debt: Total Public Debt as Percent of Gross Domestic Product (GFDEGDQ188S) | FRED | St. Louis Fed.) y en los años recientes los pagos por intereses de esa deuda se han cuadruplicado, al grado de representar el segundo o tercer rubro más grande de sus egresos presupuestales,
después del gasto en Seguro Social y el Medicare (un programa especial para financiar gastos médicos de personas de edad avanzada). El volumen de gasto en intereses es tan grande, que es similar (y en ocasiones mayor) a lo que gasta en Defensa Nacional, el cual a su vez es el gasto militar más elevado del mundo, equivalente al 40% de todos los gastos militares de todos los países combinados.
Deuda Pública de EU como proporción de su PNB

Fuente: Congressional Budget Office y Nomura Global Economics de Japón
Nótese cómo la deuda pública subió mucho durante los años de II Guerra Mundial y después de la crisis financiera de 2008, que se inició en EU pero que se extendió al resto del mundo.
El historiador Niall Ferguson ha argumentado que cuando un país gasta más en los intereses de su deuda que en el total de su defensa nacional, se rebasa una línea roja. Esto empezó a ocurrir en los EE. UU. desde 2024. De acuerdo con la oficina de Presupuesto del Congreso Federal (CBO), en 2024 los intereses de la deuda federal llegaron al 3.1% del PIB, mientras que el gasto militar fue del 3% del Producto, por primera vez en el Siglo.2 Una estimación de la evaluadora Moody es que para 2035, el 30% del presupuesto federal se gastará en intereses de la deuda.
¿Quiénes son los dueños de la deuda norteamericana? Ante todo, prácticamente todos los bancos centrales de los países capitalistas y de los “emergentes”, que
guardan bonos del Tesoro como parte de sus reservas (también Euros, Libras, Yenes y otras monedas, y oro); especialmente los fondos de pensión (como las Afores mexicanas) tienen una parte en bonos, las empresas aseguradoras de los países industrializados y los fondos privados de inversión. Cuando se caen los mercados de valores de Europa o de Asia, los bonos, junto con las barras de oro, han servido como valores de refugio.
Especialmente China, al mantener durante decenios un superávit comercial con los EE. UU., ha invertido una parte de los dólares que recibe en bonos federales.
Su reserva de bonos norteamericanos se calcula en 2024 en 775 mil millones de dólares (MMD). Pero a partir del primer gobierno de Trump en 2017, le fue quedando claro al gobierno chino que deberían reducir estos montos. Esto no es fácil ni se puede hacer de golpe, porque (1) al deshacerse de una gran cantidad de bonos en dólares, éstos bajarían de su precio, reduciendo el valor de las propias reservas chinas (un tiro en el pie, pues), y (2) al vender bonos recibirían dólares en efectivo, y si los cambiaran en yuanes, su moneda nacional, la inyección de efectivo sería tan grande que se elevarían de forma intolerable los precios de sus bienes y servicios internos. En enero de 2024, China redujo su tenencia de bonos federales en 18.6 mmd.
De todas formas, y pese a su éxitos económicos de los treinta años recientes, China tiene el problema de que su moneda, el Yuan, no puede ser una moneda internacional de reserva porque en ese país el sistema bancario es propiedad del Estado, y por tanto, su moneda – y sus tasas de interés internas-- están bien controladas por el gobierno: no tiene convertibilidad internacional.
Le quedan a China dos caminos, cambiar poco a poco sus bonos en dólares por otras monedas (Euros, Libras, yenes japoneses), ampliando y modernizando su propio sistema bancario, o invertir en sus socios comerciales (lo que al final es una forma de préstamos externos), que es exactamente lo que representa su gran programa de inversión externa iniciado en 2013 llamado Belt and Road Iniciative para mejorar la conectividad con países de Asia, Europa y África.
Sin duda, otros países poseen bonos de EU en sus reservas federales. Japón tiene más deuda norteamericana que China, le sigue Gran Bretaña y luego Corea del Sur y otros del sudeste de Asia, desde hace tiempo orientados al comercio internacional.
¿Hasta qué punto es sostenible la deuda norteamericana? La respuesta inicial es que no habrá problema mientras el dólar mantenga su papel de moneda internacional de pagos y de reserva. Un tema de fe internacional. Pero es claro que los cambios radicales que está haciendo el actual gobierno republicano en su relación con el mundo pueden tener efectos nocivos sobre su estabilidad económica y sobre la confianza en el país como un socio estable. De esto hablaremos en un segundo artículo.