Independientemente de que el Plan México sea una respuesta a la estrategia económica y comercial de Donald Trump, es una oportunidad que no podemos darnos el lujo de ignorar. Este proyecto busca consolidar el desarrollo económico y fortalecer el ecosistema de innovación, con metas claras como pasar de la economía número 12 a la 10 a nivel mundial. Sin embargo, para que esto sea algo más que aspiraciones, es imprescindible colocar la propiedad intelectual (PI) como pilar crucial y en el centro de la agenda nacional.

A pesar de los discursos sobre nuestra grandeza cultural, la realidad es que la PI no está presente en la mente y vida de los mexicanos. En un país donde nueve de cada 10 connacionales compran piratería, la violación de derechos de PI es aceptada socialmente, lo que debilita la competitividad económica y la confianza en las instituciones. Si se realizara un estudio sobre la percepción de la PI como en la Unión Europea, los resultados serían devastadores, evidenciando no un fracaso, sino una ausencia total de políticas educativas y de sensibilización, y exponiendo una falta de preocupación sistemática por la innovación y la legalidad.

Mientras países como Estados Unidos y China han hecho de la PI un eje estratégico, el nuestro sigue rezagado. EU, fundado por inventores como Jefferson y Franklin, entendió desde sus inicios la importancia de la PI. Donald Trump destaca reiteradamente a la PI como herramienta clave para proteger industrias, como lo demostró al presionar para la inclusión de estándares estrictos de PI en el T-MEC. China, desde Deng Xiaoping hasta Xi Jinping, ha avanzado hacia su meta de ser potencia global en PI, integrándola como un eje central de su crecimiento industrial y tecnológico.

El plan menciona áreas donde las patentes, marcas, denominaciones de origen (DO) e indicaciones geográficas (IG) podrían tener impacto, pero estas referencias son vagas y carecen de un compromiso concreto para fortalecer su gestión. Las DOs e IGs son una oportunidad económica que México, salvo el tequila, no ha sabido aprovechar. El camino para lograrlo ya está trazado: basta con seguir el ejemplo de la DO tequila, que ha generado valor económico, cultural y regional gracias a una gestión eficiente y estratégica.

La inclusión de la triple hélice, que conecta investigación, gobierno e iniciativa privada, y el relanzamiento de la marca ‘Hecho en México’ son acciones clave del plan que tienen el potencial de detonar el desarrollo económico e impulsar la innovación. El éxito de los programas de innovación y patentamiento de Jalisco y el de ‘Marca Guanajuato’ demuestran cómo las buenas prácticas pueden consolidarse como motores de desarrollo. Sin embargo, sin mecanismos que garanticen la utilización de estos modelos a nivel nacional, estas buenas prácticas se diluyen sin generar un impacto estructural.

Para cumplir con las metas de este plan en materia de PI, el país tiene herramientas sólidas que, sin embargo, no han sido aprovechadas plenamente. Con el T-MEC y una de las oficinas de PI más importantes del mundo, México tiene una base excepcional para avanzar. Estas fortalezas, no obstante, resultan insuficientes si el IMPI no recibe los recursos y la independencia financiera necesarios para maximizar su potencial. La presidenta, siendo científica, tiene una posición única para liderar este cambio, pero será crucial activar plenamente las herramientas derivadas del tratado y de la legislación armonizada, actualmente subutilizadas.

Hechos no palabras. Soñar con innovaciones tecnológicas como autos y drones es inspirador, pero no debemos perder de vista los sectores en los que México ya ha logrado éxitos significativos, como la energía, la nanotecnología, la industria aeronáutica y la salud. Estos logros, en gran parte, han provenido de instituciones como el Instituto Mexicano del Petróleo, los centros del sistema nacional de ciencia y tecnología y los institutos del sector salud. Con una política de PI más sólida y bien implementada, estos sectores no sólo podrían consolidarse, sino también convertirse en motores de desarrollo económico a nivel global.

El Plan México tiene el potencial de transformar al país, pero sólo si la PI se integra como un eje transversal en todas sus estrategias y deja de ser vista como una simple formalidad. Reconocerla como un factor imprescindible para el desarrollo no es opcional, sino una obligación si aspiramos a convertirnos en una economía líder. Adoptar medidas contundentes que conviertan a la PI en un pilar central es el único camino para materializar esta ambición.

Especialista en propiedad intelectual y protección de innovación, socio de ECIJA México

X: @MA_Margain

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