Los 60 años de la Asociación Mexicana para la Protección de la Propiedad Intelectual (AMPPI) coincidieron con un momento más relevante de lo que parece: de nueva cuenta, la propiedad intelectual (PI) empieza a asomarse en la agenda pública. Los conversatorios realizados en CDMX y Monterrey reflejaron esa coyuntura, con un tono de celebración, sí, pero sobre todo de revisión crítica. La presentación del informe de prospectiva de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) permitió mirar hacia adelante, pero también hacia dentro: ¿estamos construyendo el sistema de PI que México necesita?
El reporte no es un simple diagnóstico. Es un ejercicio global de anticipación que identifica tendencias, riesgos y oportunidades en el ecosistema de innovación y creatividad. Su presentación corrió a cargo del propio subdirector general —encargado del proyecto— y del jefe de la unidad de ‘Futuro de la PI’, división creada expresamente para estudiar hacia dónde se dirige la materia. Que se haya elegido este reporte para sus conversatorios revela una intención clara: celebrar mirando hacia adelante.
Y, coincidencia o no, fue significativo que el festejo académico se centrara justamente en el futuro de la PI. Mientras escuchaba las intervenciones, volví a pensar en lo que escribí hace dos semanas a propósito de WIPO Pulse: la profunda brecha entre la innovación y creatividad, y la concientización de PI entre la población. Trabajar en esa concientización no es solo importante, es urgente; sin ella, el país difícilmente podrá entender, discutir o incluso aprovechar los temas verdaderamente emergentes, desde la creación asistida por inteligencia artificial hasta las nuevas formas de explotación creativa.
La AMPPI ha cumplido durante seis décadas con su función de sostén técnico, espacio de debate, foro de formación y conciencia crítica del sistema. Pero convertir la PI en un eje del desarrollo nacional exige algo más.
El Informe de prospectiva lo demuestra al narrar cómo otros países entendieron la innovación, la creatividad y la protección como una sola agenda estratégica.
En los conversatorios se repitió una idea esencial: México ya no puede seguir tratando la PI como un accesorio. Para competir en un entorno global impulsado por datos, tecnología y movilidad del conocimiento, necesitamos articular mejor a nuestras instituciones, coordinar esfuerzos y modernizar la forma en que entendemos la innovación.
También hubo espacio para lo personal. Ver a distintas generaciones dialogar sobre el Informe de prospectiva, cada una con experiencias y expectativas distintas, confirmó algo que he visto por años: la AMPPI es más que una asociación; es el lugar donde el sistema de PI del país cobra sentido.
Por eso, los sesenta años de la AMPPI no deben verse como una pausa conmemorativa, sino como una invitación a pensar el futuro con mayor ambición. México cuenta con una comunidad técnica sólida, instituciones con experiencia acumulada y un entorno donde la innovación empieza a recuperar visibilidad. El reto es aprovechar esta coincidencia histórica para consolidar una visión de país que entienda la PI como un habilitador de desarrollo.
El Informe de prospectiva recuerda que los países que avanzan no esperan a que la PI sea popular; la integran en el corazón de su estrategia económica y creativa. La AMPPI lo ha entendido desde hace seis décadas. Ojalá que esta nueva época, en la que la PI vuelve a asomarse en la agenda, sea el punto de partida y no otra ocasión perdida.
Especialista en propiedad intelectual y protección de innovación X: @MA_Margain

