Por primera vez, México logra posicionarse en la lista de los 100 clústeres de innovación más importantes del mundo que elabora la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) en el marco del Índice Global de Innovación 2025 (GII 2025). La CDMX ocupa el puesto 79, un hecho que llama la atención, pero que al analizarse con cuidado muestra que el ingreso de México se explica sobre todo por el número de publicaciones científicas. Celebrarlo es válido, aunque lo óptimo sería que esta presencia reflejara también un alto volumen de patentes y de innovación llevadas al mercado.
En este reporte, la UNAM aparece como la institución académica con mayor número de publicaciones científicas, lo que confirma su papel central en la investigación nacional, y explica en buena medida el ingreso al ranking. Colgate-Palmolive es señalada como la empresa con más solicitudes de patentes desde la capital, aunque conviene matizar que, si bien esas patentes se explotan en México, en su mayoría no corresponden a innovaciones propias del país, sino a desarrollos globales de la compañía. Esta dualidad evidencia nuestra principal debilidad: producimos mucho conocimiento, pero aún no lo transformamos en invenciones locales con impacto económico.
Este diagnóstico coincide con lo que, desde el inicio de la presente administración, se ha subrayado al más alto nivel: México no solo necesita más patentes, sino patentes que se exploten. La innovación que no llega al mercado es letra muerta. La novedad del GII 2025 es la inclusión del capital de riesgo como tercer parámetro, junto a las patentes y publicaciones: un recordatorio de que no basta con generar conocimiento; es indispensable transformarlo en negocio si queremos que la ciencia se convierta en motor de desarrollo.
Según el GII 2025, la CDMX produjo alrededor de 20 mil publicaciones científicas, pero apenas 251 solicitudes de patentes PCT y 672 acuerdos de capital de riesgo. La comparación con los líderes globales es contundente: Shenzhen–Hong Kong–Guangzhou reporta más de 193 mil publicaciones, 117 mil patentes y casi 7 mil acuerdos; Tokio–Yokohama supera las 115 mil publicaciones, 135 mil patentes y 5 mil acuerdos; y San José–San Francisco, con 56 mil publicaciones, 50 mil patentes y 16 mil acuerdos.
El ingreso de la CDMX a este ranking debe entenderse como un primer paso, un triunfo. Celebrarlo es válido; no obstante, urge multiplicar esfuerzos. De nada sirve acumular títulos de propiedad intelectual (PI) si no se convierten en productos, procesos o servicios que generen riqueza y competitividad.
Desde hace años se ha señalado que el número de publicaciones en México no corresponde al número de patentes. Es cierto que no todo lo publicado es patentable, pero también lo es que mucho de lo que podría serlo se queda en el camino por falta de visión, incentivos y, sobre todo, por una escasa cultura de PI en este país. Con la incorporación del capital de riesgo en el GII 2025, esa brecha se hace más evidente que nunca.
Que la UNAM encabece la producción científica refleja que en México se genera conocimiento, pero lo que necesitamos es que ese conocimiento se explote. Es justo reconocer que la propia universidad ya trabaja en ello a través de programas como el PROFOPI y de su coordinación de vinculación, que buscan tender puentes con el sector productivo. Sin embargo, los resultados aún son limitados y necesitamos que este esfuerzo se multiplique y se traduzca en un verdadero ecosistema de innovación.
Es urgente que nuestra nueva secretaría federal en materia de innovación revise los incentivos en el sistema de investigadores y equilibre el esquema de estímulos. No basta con dar puntos por publicar; también deben otorgarse, e incluso incrementarse, los relativos a solicitar, obtener y, sobre todo, explotar patentes. Solo así lograremos que el conocimiento se traduzca en innovación que impacte a la economía real.
Dentro de una semana se publicará el GII 2025 completo y veremos en qué lugar queda México en el ranking general. La aparición de la CDMX en la lista de clústeres es un buen anticipo, pero lo fundamental será comprobar si los indicadores confirman que el país efectivamente se mueve de nueva cuenta.
Especialista en propiedad intelectual y protección de innovación, socio de ECIJA México
X: @MA_Margain