La historia tiene lecciones que los soberbios desprecian. Hace 80 años, del 4 al 11 de febrero de 1945, tres grandes líderes, Franklin Delano Roosevelt, Winston Churchill y Joseph Stalin, celebraron una reunión secreta en Yalta para definir cómo los aliados, Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética, ganarían la guerra más sangrienta de la historia, en el teatro de Europa.

Churchill advirtió que además de ganar la guerra habría que definir los planes para ganar la paz. Esos grandes estadistas, uno con la visión democrática de mercado, otro con la herencia de un imperio monárquico y el tercero, que le arrebató al proletariado la dictadura para su poder personal, la represión, purgas y destierros en los gulags de Siberia, definieron el capítulo de la postguerra.

A pesar de tener ideologías opuestas, derrotaron al fascismo que se adueñó de Europa bajo la autocracia antisemita y racista de Adolfo Hitler.

Atrás quedó la Europa dividida por un muro para contener la profunda confrontación de los modelos ideológicos que dominaron la segunda mitad del siglo XX.

Fueron los años de la Guerra Fría, la escalada nuclear, el fracaso del modelo socialista soviético con la caída del muro de Berlín y el surgimiento de un modelo de apertura comercial competitiva global y de transición democrática en todas las regiones del planeta.

Hoy Estados Unidos demerita su compromiso con la Alianza Atlántica. Europa está obligada a fortalecer su seguridad. El territorio invadido por Rusia al este de Ucrania es la pieza de negociación como un corredor terrestre hacia la península de Crimea, donde Yalta es parte de la discordia en la negociación de una paz de dudosa duración.

En el escenario internacional hay vientos de discordia; los aliados de ayer hoy se recriminan en confrontaciones verbales e ideológicas de difícil reconciliación.

El dominio personal de Donald Trump en los Estados Unidos, el autoritarismo de Putin y el espacio vacío que no incluye a la primera región afectada por el problema que es Europa, ni al titular del país invadido que es Ucrania, dejan cabos sueltos que ambos líderes, con sus intransigencias, desean imponer en un nuevo orden mundial.

Irremediablemente la historia comparará la dimensión política y la responsabilidad histórica de Roosevelt, Churchill y Stalin, con Trump, Putin y la ausencia de una voz poderosa de Europa.

Ocho décadas después los principios e instituciones sobre los que se edificó la paz mundial y se reconstruyó la capacidad económica de Europa están nuevamente en la mesa de negociación de dos superpotencias. Las próximas definiciones serán contundentes por la declaración del secretario de Estado de los Estados Unidos, Marco Rubio: “Quien no esté en la mesa es porque es parte del menú”. La sesión de ayer en Riad, Arabia Saudita, entre los ministros de Relaciones Exteriores Lavrov y Rubio, es la antesala de la nueva distribución de regiones e intereses entre dos superpotencias. Al igual que hace 80 años, una vez definidos los ámbitos del poder en Europa, queda abierta la siguiente etapa de medir fuerzas con un país poderoso en Asia.

Rúbrica. Tres estrellas en el firmamento. Alma Rosa Aguirre, Paquita la del Barrio y Yolanda Montes “Tongolele” dejan huella por su legado en la actuación, la música y el baile, como símbolos memorables del amor, el despecho y la sensualidad.

Político y escritor. @AlemanVelascoM articulo@alemanvelasco.org

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