Gabriela Naranjo Flores.
La acción educativa del Estado se concreta en las casi 250 mil escuelas de educación básica y de educación media superior en México. A ellas asisten casi 30 millones de estudiantes y son atendidos por más de 1.5 millones de docentes. Es en estos espacios donde los esfuerzos del Sistema Educativo Nacional deben reflejarse, generando las condiciones para el desarrollo de una buena educación con justicia social al alcance de niñas, niños, adolescentes y jóvenes. Ahí es donde el proyecto educativo puede tener viabilidad, para la formación de personas en sus múltiples singularidades y la construcción de la sociedad y el mundo al que aspiramos.
En la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación, Mejoredu, desarrollamos propuestas de mejora desde el reconocimiento de la centralidad de las escuelas en la transformación educativa; las compartimos a través de lineamientos[1], sugerencias y materiales[2] que publicamos en apego a nuestras atribuciones constitucionales. Son propuestas elaboradas a través de la recuperación de aportaciones de la investigación educativa y un trabajo cercano con comunidades escolares: de la observación de su trabajo en territorio y del diálogo con docentes, estudiantes, familias, autoridades escolares y con profesionales que han investigado y conocen su historia, dinámicas, fortalezas y problemáticas.
Sostenemos que para mejorar la educación es necesario fortalecer las condiciones en que trabajan las escuelas y los procesos que ahí se desarrollan. Es fundamental que todas se constituyan en espacios dignos, donde estudiantes y docentes se sientan bienvenidos, seguros, cuenten con condiciones esenciales de higiene y para realizar el trabajo pedagógico: infraestructura adecuada y accesible, equipamiento básico, materiales educativos, internet; que su funcionamiento y organización privilegien lo pedagógico, disminuyendo las cargas administrativas; con espacios y condiciones para el trabajo colegiado del personal docente; y propiciando la participación democrática de sus integrantes, incluyendo a estudiantes y familias.
Es imprescindible que, a través del diálogo y la reflexión sobre los procesos estructurales de discriminación, clasismo, racismo, machismo, se construyan nuevas políticas, culturas y prácticas escolares, más inclusivas e interculturales, respetuosas de la diversidad de formas de ser, pensar, hablar, conocer y vivir. Se requiere personal docente con formación específica, adecuada al nivel, servicio o modalidad educativa, a la diversidad de sus estudiantes, y acorde con el currículo de la Nueva Escuela Mexicana; y que se generen condiciones para favorecer su desarrollo profesional y formación continua.
Importa pensar no en una nueva reforma curricular, sino en fortalecer la que está en marcha. Esto implica indagar cómo se ha recibido, interpretado e implementado para realizar mejoras en su diseño y transformar aspectos estructurales en el Sistema Educativo Nacional que posibiliten procesos de enseñanza y de aprendizaje que favorezcan la formación integral y con sentido humano de niñas, niños, adolescentes y jóvenes en el país.
Es fundamental que las aportaciones de Mejoredu se consideren en el proyecto del gobierno 2024-2030, pues la base de la transformación educativa está en las escuelas.
Titular del área de Apoyo y Seguimiento a la Mejora Continua de la Educación.
Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu).
[1] Disponibles en: www.dof.gob.mx/2024/MEJOREDU/Lineamientos-mejora-escuelas-EB-2024.pdf y www.dof.gob.mx/2024/MEJOREDU/Lineamientos-mejora-escuelas-EMS-2024.pdf
[2] https://entredocentes.mejoredu.gob.mx/hagamos-comunidad-materiales/aprendizajes