La India podría convertirse pronto en el principal contribuidor al crecimiento económico global, complementando lo ya logrado por China. Desde su independencia en 1947, una revolución agrícola agraria histórica ha llevado a la nación de un estado de dependencia crónica de las importaciones de cereales a una potencia agraria que ahora es un exportador neto de alimentos.

Además, en los últimos diez años, el gigante asiático ha incrementado su influencia económica y geopolítica a nivel mundial. El país más poblado del mundo posee características estructurales que le permitirán mantener un crecimiento acelerado en las próximas décadas: una notable capacidad para atraer inversiones, un significativo aumento de la población en edad laboral; su creciente clase media, un sector primario con un gran potencial; una marcada orientación exportadora y una base de ahorro y consumo privado muy dinámicos

En la misma línea van los mercados agroalimentarios globales que hacen entrever un cambio notable para la próxima década: el aumento del protagonismo de la India junto con el sudeste asiático y el África subsahariana, y el descenso de la importancia de China en estos mercados.

En las últimas dos décadas, estas economías emergentes han sido los principales impulsores del desarrollo del mercado agroalimentario mundial y se espera que continúen desempeñando este papel crucial en la próxima década, pero con cambios regionales significativos, debido justamente a nuevas dinámicas demográficas y económicas. Así lo destaca el reciente informe conjunto de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), “”.

Este informe, que celebra su vigésima edición, es una referencia clave para las perspectivas a medio plazo de los mercados de productos básicos agrícolas. A lo largo de dos décadas, ha analizado las tendencias que impulsan la oferta y la demanda de productos agrícolas, describiendo los cambios en producción y consumo y evaluando las transformaciones resultantes en los patrones de comercio agrícola internacional. Las tendencias más significativas se analizan en el informe por producto y a nivel de país y región, incluyendo América Latina, el Caribe y México.

En particular, se proyecta que la India y los países del sudeste asiático representen el 31% del crecimiento del consumo mundial para 2033, impulsados por el crecimiento de su población urbana y su creciente prosperidad. En las regiones de bajos ingresos, se espera que el África subsahariana contribuya con una parte considerable del consumo global adicional (18%), principalmente debido a la demanda de alimentos impulsada por el crecimiento de la población.

Mientras que China representó el 28% del crecimiento del consumo mundial de productos agrarios y pesqueros en la década anterior, su participación en la demanda adicional para la próxima década se proyecta que caiga al 11%. Esto se atribuye no solo a una marcada regresión demográfica y un crecimiento más lento, sino también a una estabilización de los patrones nutricionales.

El informe destaca también que el consumo total de productos agrarios y pesqueros (como alimentos, forrajes, combustibles y otras materias primas industriales) se proyecta que crezca un 1.1% anual en la próxima década, con casi todo el consumo adicional ocurriendo en países de ingresos bajos y medianos. Se espera que la ingesta de calorías alimentarias aumente un 7% en los países de ingresos medios, debido en gran parte al mayor consumo de alimentos básicos, productos ganaderos y grasas. En los países de ingresos bajos, el crecimiento de la ingesta calórica será del 4%, demasiado lento para alcanzar el objetivo de desarrollo sostenible de erradicar el hambre para 2030.

El informe destaca que el crecimiento de la producción agrícola estará impulsado principalmente por aumentos de productividad en las tierras ya cultivadas, en lugar de la expansión de la superficie cultivada, lo que llevará a una disminución de la intensidad de las emisiones de gases de efecto invernadero de la agricultura global. Asimismo, se espera que una proporción significativa del crecimiento de la producción ganadera y pesquera resulte de mejoras en la productividad, aunque la expansión de la cabaña también contribuirá al crecimiento de la producción.

A pesar de estas mejoras esperadas, se proyecta que persistirán brechas significativas de productividad, especialmente en los países menos productivos de África y Asia, lo que desafía los ingresos de las granjas y la seguridad alimentaria, aumentando las necesidades de importación de alimentos de estos países. Las diferencias tecnológicas, el uso limitado de insumos y las condiciones climáticas naturales siguen siendo algunos de los factores clave que sustentan las disparidades en la productividad agrícola. Por todo ello, los mercados internacionales de productos básicos agrícolas seguirán siendo importantes para la seguridad alimentaria global.

El informe también incluye un escenario que simula el impacto de reducir a la mitad las pérdidas y desperdicios de alimentos para 2030, proyectando una potencial reducción del 4% en las emisiones globales de gases de efecto invernadero, precios de los alimentos más bajos e incrementos significativos en la ingesta de alimentos en países de ingresos bajos y medios bajos.

En resumen, las economías emergentes están configuradas para ser los motores del mercado agroalimentario global en la próxima década, y la implementación de estrategias efectivas para cerrar las brechas de productividad será esencial para mejorar la seguridad alimentaria y los ingresos rurales a nivel mundial.

Economista Jefe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)

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