Hace unos días, la presidenta Sheinbaum envió una iniciativa de reforma constitucional contra el nepotismo en los cargos de elección popular, al mismo tiempo que también envió otra iniciativa contra la reelección. La relativa al nepotismo impediría básicamente que cualquier familiar inmediato de un gobernante pueda participar en las elecciones inmediatas siguientes buscando ocupar el mismo puesto, aun cuando sea por otro partido. En la exposición de motivos, la propuesta menciona buscar que las personas electas lleguen ahí por “méritos o capacidades”, evitando la corrupción, los conflictos de interés y el favoritismo.
Ejemplos de nepotismo electoral hay muchísimos, y en todos los partidos. Ejemplos obvios son las familias Monreal, Del Mazo, Beltrones, Moreira, Yunes, entre muchas más. Esta iniciativa afectaría incluso los planes de varias familias en el país (nuevamente, de todos los partidos) que ya proyectaban “heredar” cargos a familiares en 2025 y, de esa forma, mantener el poder en pequeños grupos.
La iniciativa parece tremendamente positiva y, además, sería casi “políticamente incorrecto” que alguien se posicione contra ella. Al final de cuentas, como menciona el documento enviado a las cámaras, el “nepotismo [es] una forma de abuso de poder que socava la confianza en las instituciones y promueve desigualdades”. Lo que agregaría es que, aunque es un buen inicio, la reforma se quedará corta para evitar el nepotismo de las élites.
También es cierto que los casos de nepotismo dentro las élites políticas no se quedan sólo en los cargos de elección popular. Sabemos de muchísimos casos en distintos ámbitos, como con Andrés Manuel López Beltrán, hijo del ex-presidente López Obrador, quien saltó a ser secretario de organización de MORENA o, por poner un ejemplo local en Jalisco, el caso de Iker Frangie, hijo del presidente municipal de Zapopan, quien fue seleccionado para dirigir la Procuraduría Estatal de Protección al Ambiente (Proepa), a pesar de que su experiencia se limita a ser abogado inmobiliario sin relación con su nuevo trabajo.
Una medida interesante es la que implementó el poder judicial cuando crearon el “Padrón Electrónico de Relaciones Familiares” en el contexto del Plan Integral de Combate al Nepotismo de 2020, a partir del cual se encontraron miles de casos de redes familiares. Sin dicha medida, no se habría tenido información fundamental que fue usada para justificar la reforma judicial. No sería descabellado, e incluso parece necesario, pensar en la generación de un padrón similar para el caso del poder legislativo y el ejecutivo, en los distintos órdenes de gobierno, y en general para el servicio público.
¿Hasta qué grado llega la ventaja “no merecida” de alguien que accede a un alto puesto en el gobierno o una gran empresa, sólo por ser familiar del gobernante o empresario? Lo anterior ha sido debatido incluso en el mundo artístico, cuando se viralizó el término “nepobabies”, para señalar el cúmulo de actores y actrices que escalaba rápidamente dentro de la industria, lo que claramente se explica por su origen familiar.
La misma crítica se podría hacer a los multimillonarios que hoy acumulan grandes riquezas y que provienen de familias que ya eran ricas desde hace décadas o, en algunos casos, desde hace siglos. Más aún cuando recordamos que el origen de la riqueza es colectivo y social, por más que esté acumulada en pocas manos. ¿Ese nepotismo es también injusto?
Sea el caso de Elon Musk y su familia multimillonaria durante el apartheid sudafricano, Jeff Bezos y el préstamo de cientos de miles de dólares que sus padres le dieron en los primeros años de Amazon, Carlos Slim y su padre que fue líder de la Cámara de Comercio Siriolibanesa hace casi cien años, o incluso Ricardo Salinas Pliego quien heredó Elektra de su padre, en todos estos casos es cuestionable si dichas personas son parte de la élite por sus “capacidades y méritos” o simplemente por haber nacido en un hogar millonario. Por cierto, al menos diez de los trece multimillonarios en la lista de Forbes de 2023 habían heredado sus riquezas.
Estas reflexiones nos deberían llevar a debatir más sobre la posible “injusticia” detrás de las herencias, específicamente aquellas que heredan descomunales cotos de poder, sea político o económico. De ahí que en la mayor parte de los países de la OCDE existan los impuestos a las herencias, el cual fue derogado en México hace décadas.
Si la crítica al nepotismo nos lleva al objetivo de una sociedad más justa, hay que celebrar la iniciativa presidencial, sin olvidar que hay aún mucho por hacer. Incluso, en otra ocasión podríamos hablar en este espacio más de iniciativas como la “herencia universal”, propuesta por académicos (como Atkinson) y algunas corrientes políticas en otros países. Al final de cuentas, para alcanzar más justicia, deberíamos buscar que “origen” no sea “destino”.