Uno de los más virales del año en Tiktok ha sido el de la rutina matutina “extrema” de Ashton Hall, influencer que comparte contenido con consejos para lograr el éxito, exhibiendo en redes su vida de millonario y prometiendo que puedes “reinventar tu vida” siguiendo sus pasos.

Obviamente, entre dichos consejos se encuentra su “rutina del éxito”, similar a la de otros influencers y autores aparentemente ricos y “exitosos”, pertenecientes al mercado que suelo llamar el billionaire coaching”: la venta y comercialización de historias y consejos con rutinas y estrategias simplonas que hacen parecer que “cualquiera puede llegar a ser millonario” sólo siguiendo algunos simples pasos. Numerosos libros famosos entran también en esta categoría: “Padre Rico, Padre Pobre”, “El Club de las 5 de la mañana”, entre muchos otros.

El famoso de Ashton Hall, con el subtítulo “​​las rutas fáciles no pagan bien, levántate”, propone la siguiente rutina del éxito: Despertar a las 3:50 am y pasar cinco horas del día entre meter varias veces la cara en agua (marca “Saratoga”) con hielos, hacer ejercicio en intervalos intercalados con sentarse frente a un libro, meditación y otras actividades recreativas; todo esto mientras otras personas limpian la botella de agua que rompiste, te sirven el desayuno preparado, te acercan el agua con hielos y las toallas para secarte.

La proliferación y multiplicación exponencial del “billionaire coaching” está completamente relacionada con el uso cada vez mayor de las redes sociales. En realidad, sobran los influencers que promueven de forma genérica “enfoques únicos sobre el éxito personal” y “actividades de productividad profesional”.

Parece razonable la viralidad de estos discursos, si pensamos en que venden una esperanza de mejoría en la vida a partir del esfuerzo personal, aunque será básicamente imposible que se cumpla esta promesa para la gran mayoría de la población: En , solo el 3% de las personas que nacen dentro del 20% más pobre logra, a lo largo de su vida, ascender al 20% con mayores ingresos (que ni siquiera refiere a personas “ricas” como tal: para ubicarse en dicho estrato basta con tener ingresos per cápita cercanos a $20 mil mensuales).

Lo problemático de las falsas promesas del “billionaire coaching” es que al resaltar el componente individual detrás del éxito, invisibilizan el peso de los factores estructurales. Al mismo tiempo, promueven el sentimiento de soberbia que la narrativa meritocrática genera en la clase social alta: una persona que nació rica y con todas las ventajas del mundo puede llegar a autoengañarse y creer sinceramente que su riqueza se debe a hábitos como levantarse temprano a hacer ejercicio o sumergir la cara en agua con hielo, sin reconocer que su riqueza proviene, en realidad, de haber nacido en una familia millonaria.

Como lo he destacado en otros , las reales causas de las grandes riquezas en nuestro país están relacionadas con factores estructurales tales como la herencia (nacer en un hogar rico), el compadrazgo con el gobierno (beneficiarse de concesiones o privatizaciones), operar en mercados poco competitivos (con monopolios u oligopolios) y explotar a sus trabajadores (por ejemplo, obstaculizando la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales). Todos los multimillonarios mexicanos en la lista de Forbes cumplen con uno o varios de los requisitos anteriores.

Es importante combatir las narrativas del billionaire coaching y la viralidad de las supuestas rutinas del éxito, así como generar mayor pedagogía del peso de los factores estructurales sobre nuestras vidas. Al reconocer que el supuesto “éxito” y “fracaso” no son resultados individuales, se justifican las políticas, las estrategias y las luchas que buscan generar mayor igualdad entre todas las personas, para un reparto más justo de la riqueza colectiva.

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