Lamentablemente estamos experimentando una tendencia hacia una mayor violencia a nivel global. Esto indica la encuesta sobre conflictos armados que publica el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) anualmente, en su versión 2024. En este momento, hay más de 130 conflictos armados activos en el mundo, varios de los cuales son más “intratables y prolongados”, dice el informe. El panorama parece muy complicado, pero la idea de efectuar este tipo de diagnósticos y contrastarlos con otros similares, tiene que ser elevar la conciencia en cuanto a tendencias globales que rebasan los aspectos locales, y detonar ideas para actuar al respecto. Y por supuesto, no solo por el momento de ausencia de paz que presenta el planeta, sino también del momento político que se está viviendo.

Esto dicen los datos:

1. Los más de 130 conflictos armados están produciendo un enorme deterioro del costo humano del conflicto. Del 2023 al 2024, hubo 40% más muertes en total y 72% más muertes de civiles a causa de estos conflictos. El reporte muestra un incremento de año a año de 20% de aumento en fatalidades por evento. En otras palabras, las confrontaciones están siendo cada vez más letales.

2. Los conflictos más violentos y prolongados, al momento de la publicación del reporte (antes de diciembre del 2024) incluyen Sudán, Burkina Faso, República Democrática del Congo, Etiopía, Gaza, Yemen, Afganistán, Siria y Ucrania.

3. El número de personas en necesidad de asistencia humanitaria prácticamente se duplicó de año a año. De 168 millones en diciembre del 2023 a 300 millones hacia el final del 2024. El monto de personas que padecen desplazamiento forzado se ha triplicado en los últimos 15 años. Los conflictos se han expandido hacia zonas civiles en múltiples sitios.

En cuanto a las tendencias generales:

1. Se observa que, en muchos de los casos revisados, los factores internos se entretejen con factores geopolíticos, lo que complejiza cada vez más a estos conflictos. Piense en conflictos como Sudán o el Sahel, en donde hay potencias regionales y globales compitiendo entre ellas y utilizando a esos conflictos como plataforma para golpearse entre ellos.

2. Las instituciones internacionales y la ley internacional están siendo poco eficaces para poder detener estos conflictos y hacer pagar consecuencias a quienes la violan.

3. Se observa en muchos de estos conflictos, un activo rol de actores no estatales (cada vez con mayor poder), así como el impulso de los recursos y economías criminales como motores de las violencias.

4. El reporte señala que hay más de 140 grupos no estatales activos en todo el mundo, muchos de los cuales funcionan como “alternativas a los Estados”, proporcionando servicios a la población, tales como infraestructura, educación o justicia. Cobran impuestos y operan como "Estados dentro del Estado". América Latina es un ejemplo detallado en el reporte, según el cual, 90% de los grupos criminales en el subcontinente funcionan como gobiernos en algunos territorios. Pero se trata de una tendencia global.

¿Qué hacer con esa información?

Más allá de analizar todas las regiones y conflictos que el reporte cubre, es indispensable mirar el cuadro mayor. Según el Instituto para la Economía y la Paz (IEP), la paz negativa (eso que no debe haber para que exista paz) consiste en ausencia de violencia y ausencia de miedo a la violencia. La paz positiva consiste en la presencia de actitudes, instituciones y estructuras que crean y sostienen la paz en el largo plazo. Los conflictos son motivados no solo por los factores que los detonan o activan, sino por estructuras débiles y una carencia de arreglos institucionales eficaces que permitan que esos conflictos sean más eficientemente procesados sin la necesidad de la violencia.

El mundo tuvo avances importantes en esos rubros después de la Segunda Guerra Mundial, y, sobre todo, en el período posterior a la Guerra Fría. Lo que está pasando en este momento es que muchos de esos arreglos institucionales están mostrando su agotamiento, en parte por factores propios e internos a dichos arreglos, en parte por factores exógenos a esos arreglos, embates de las propias superpotencias y de actores varios, los cuales solo terminan por exhibir sus incapacidades.

Pero lo institucional es solo una parte del cuadro. Debajo de todo ello, están estructuras locales y globales que funcionan como motores y facilitadores de esos conflictos, de forma que no solo estamos hablando de la proliferación de actores no estatales violentos, sino de la explotación de las debilidades estructurales de muchos Estados Nación por parte de esas agrupaciones, para sacar partido y ventaja de actividades ilícitas que terminan por entretejerse con otra serie de factores que van desde la migración y el desplazamiento, hasta muchos otros como el terrorismo en el Sahel, en Medio Oriente y en Asia, o bien, con la competencia entre potencias regionales y globales como en África.

Esta serie de temas invitan a una profunda reflexión acerca de qué tendrían que estar haciendo sociedades y países como el nuestro. Más allá, por supuesto, de considerar la construcción de paz como un esquema integral y sistémico, que incluye una serie de acciones transversales en lo interno (como corregir de raíz factores de gobernanza, reducción de corrupción y desigualdades, fortalecimiento de derechos humanos, educación, libre flujo de información y cohesión social entre muchos más), se necesita también pensar globalmente.

A partir de datos como los que nos comparte el IISS, es necesario sumar esfuerzos con países y actores diversos, y trabajar firmemente, desde el lugar que ocupamos en foros y organizaciones internacionales para fortalecer los arreglos e instituciones globales a fin de dotar de capacidades a esas instituciones, y lanzar esquemas globales para revertir si no todas, al menos algunas de las tendencias que arriba señalo. Queda claro que se trata de tareas monumentales y de largo aliento. Pero también hay que comprender que no son pocos los actores que se benefician de un mundo más pacífico y estable. Esto no solo incluye gobiernos, sino múltiples actores que pierden cada vez que el mundo vive conflictos como los que el reporte documenta. Tareas como esas necesitan forzosamente de la colaboración internacional con esa serie de actores.

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