El miércoles pasado India lanzó un esperado ataque contra Pakistán. En explicamos el contexto y las causas por las que esperábamos ese ataque a raíz de un atentado terrorista en la zona de Cachemira administrada por India. Nueva Delhi atribuye ese atentado a un grupo apoyado por Pakistán, cosa que Islamabad niega categóricamente. En ese texto también explicamos por qué se esperaba una escalada contenida, pero señalamos que, a pesar de la intención inicial de las partes de mantener el conflicto en un rango limitado, una espiral ascendente de violencia podría escapar al control de ambos países. Así, a pesar de que inicialmente percibimos que el ataque indio contra Pakistán relativamente seguía las reglas de esa contención, también nos percatamos de que Nueva Delhi había cruzado ciertas líneas, lo que escaló las hostilidades de manera muy veloz. Cuando el sábado en la madrugada parecía que el conflicto se estaba saliendo de control, y considerando que se trata de dos potencias nucleares con alto potencial de desestabilización no solo regional sino global, tuvo que llegar una intensa actividad diplomática liderada por Washington para finalmente conseguir un cese al fuego. A pesar de algunas violaciones reportadas, ese cese al fuego se ha mantenido. Sin embargo, es importante tratar de entender lo que pasó y, sobre todo, dimensionar qué puede suceder cuando dos potencias nucleares activan una lógica de acción-reacción como la que vimos.

(Nota: este es un texto de seguimiento. Para leer acerca del contexto de Cachemira y entender lo que activó el actual episodio, . Hoy abordamos solo los hechos a partir del miércoles).

1. Como dijimos, el miércoles 7 de mayo, India lanzó el esperado ataque. Ya unos días antes, Pakistán estaba en alerta total pues su inteligencia había anunciado que dicho ataque ocurriría en materia de “horas”. Las declaraciones de la India tras el inicio de las hostilidades señalaban que el gobierno de Modi buscaba una contención relativa. Según Nueva Delhi, su fuerza aérea golpeó “únicamente infraestructura terrorista” y no atacó bases militares de Pakistán.

2. La cuestión es que poco tiempo después nos enteramos de varios factores que complicaban las cosas: (a) el ataque indio no se había limitado a la zona de Cachemira administrada por Pakistán (como sí ocurrió en intercambios de fuego previos en 2016 y 2019), sino que el fuego había penetrado muy adentro de Pakistán, incluida la zona de Punjab, el corazón demográfico y económico de ese país; (b) aunque efectivamente, al parecer, India solo había atacado instalaciones y campos de entrenamiento de grupos militantes, Islamabad estaba reportando decenas de muertos y heridos; (c) por último, Pakistán reportó que había logrado derribar cinco aviones de guerra de la India.

3. Esa combinación de factores ya desde ese mismo miércoles nos hizo suponer que el episodio no iba a poderse contener tan fácilmente. Pero hubo un factor adicional: la mediación internacional hasta ese momento no tuvo la actividad ni eficacia requeridas. Incluso el día jueves, cuando las hostilidades ya estaban escalando, el vicepresidente estadounidense JD Vance nos dio una muestra adicional de su visión aislacionista y declaró que ese conflicto “no era un asunto de Estados Unidos” y que las partes tendrían que resolverlo por su cuenta. La intervención de países como las monarquías del Golfo sí logró ciertos contactos, pero no con la efectividad que se necesitaba.

4. Aún así, para el jueves, la represalia por parte de Pakistán no llegó en la forma como se esperaba, lo que nos hacía suponer que aún estaba por materializarse. Lo que sí ocurrió, además de un constante intercambio de fuego fronterizo en la zona de Cachemira, fueron dos cosas: primero, que Pakistán lanzó un ataque con cientos de drones y misiles que, según India, estaban dirigidos hacia instalaciones militares del país. Segundo, que a pesar de haber detenido mayormente a esos drones y misiles, India evaluó que necesitaba escalar más aún las hostilidades.

5. Hay distintas interpretaciones al respecto. Algunos análisis indican que Pakistán solo estaba probando la capacidad de India para defenderse de sus misiles y sus drones para posiblemente después, lanzar un ataque mucho más serio. Pakistán para este momento, aún estaba declarando que su represalia estaba por llegar. Otros análisis indican que esa era justo la represalia que se esperaba porque Islamabad en realidad estaba mandando un mensaje a Nueva Delhi acerca del daño que podría ocasionar con sus drones y misiles a las instalaciones militares del país si India seguía escalando.

6. Para el día viernes, el conflicto estuvo a punto de salirse de las manos de todas las partes. India ahora sí atacó instalaciones militares muy adentro de Pakistán, y de su lado, Islamabad continuó con el envío de drones y misiles afirmando que su represalia mayor estaba por llegar. Una vez más, las evaluaciones militares indicaban que esto podría representar una serie de señales entre ambos países acerca de su determinación para seguir escalando. En particular, India había ahora golpeado fuertemente los sistemas de defensa antiaérea de Pakistán lo que podría implicar una de dos cosas: o bien, efectivamente Nueva Delhi quería devolver un golpe por los aviones derribados (cosa que sigue sin reconocer), o bien, se trataba de una preparación para un ataque incluso mayor para el cual era necesario desactivar la mayor cantidad de defensas antiaéreas posibles.

7. Ese es el punto que, según reportes de prensa, levantó todas las alertas en Washington y activó finalmente a todo el aparato diplomático y de seguridad estadounidense hasta conseguir que las partes accedieran a cesar las hostilidades. El rol de Marco Rubio (ahora no solo como secretario de Estado sino como el asesor de seguridad nacional de Trump) parece haber sido fundamental.

¿Cómo podemos evaluar esta ronda de hostilidades y el posterior cese al fuego?

1. Tras el atentado del 22 de abril, con los antecedentes del respaldo de Islamabad a grupos militantes que han atacado a la India y con las pruebas que dice tener en su poder, Nueva Delhi valoró que tenía que mandar un mensaje de fuerza contra Pakistán para disuadir a ese país de seguir apoyando a ese tipo de grupos. Ese tipo de respaldo no podría continuar sin consecuencias, cada vez mayores. Además, India evaluó que dado el momento político y económico que el país vive, en contraste con la debilidad que presenta Pakistán, iba a ser mucho más fácil enviar este mensaje de fuerza en este momento, especialmente bajo el contexto del nacionalismo hindú que Modi ha promovido. Pero para lograr la eficacia deseada, India tenía que mostrar determinación y atacar a Pakistán más allá de Cachemira.

2. Tras los golpes recibidos, y sobre todo porque Islamabad negaba cualquier involucramiento en el acto terrorista, Pakistán tuvo que encuadrar el ataque indio como un acto de guerra no provocado, que requería de una respuesta proporcional. Para también tener eficacia en comunicar el mensaje de que no sería disuadida por la fuerza y que India estaba cometiendo un error de cálculo, Islamabad decidió activar su propio sistema de mensajes a través de sus drones, misiles y sus sistemas de defensa antiaéreas.

3. Esto naturalmente derivó en una lógica de acción-reacción en la que cada parte quiso mostrar al enemigo que estaba determinada a escalar más y más.

4. Aunque en teoría el uso de armas nucleares no es racional dada la posibilidad que quien lance un primer ataque sufra un nivel de destrucción inaceptable, cuando a una espiral como la que señalo se le permite crecer con esa velocidad, es imposible saber hasta donde llegarían las hostilidades. Se trata de un fuego con el que no se puede jugar.

5. Por último, como vemos, solo una intervención internacional eficaz por parte de quien hoy sigue siendo la mayor superpotencia del globo—y no una conducta aislacionista como la que estaba mostrando Vance hasta el jueves—logró detener las hostilidades.

No podemos estar completamente seguros de que este capítulo ha concluido. Sin embargo, y aunque sigue habiendo algunas violaciones al cese al fuego, podríamos decir que ambos países pueden “declarar la victoria” y se podrían sentir satisfechos con el mensaje enviado a la contraparte. Aún así, todo esto nos muestra varias cosas. Primero, que el mayor error consiste en pensar que podemos siempre controlar el nivel de respuestas y contrarrespuestas militares que se lanzan. Estas espirales cobran vida propia. Los errores de cálculo son más comunes de lo que pensamos, lo que puede activar escaladas que se salen de control a una velocidad insospechada. Segundo, que el vacío percibido de EU sí tiene implicaciones reales de desestabilización en muy distintas regiones del planeta, y que, por tanto, su rol activo y responsable sigue siendo crucial para muchas regiones. Incluso ahora y a pesar de todo.

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