Samuel García ya es precandidato a la presidencia de la república por Movimiento Ciudadano. Ser candidato es una decisión que comienza en la entraña. Algo te mueve no sólo a querer encargarte de lo público —digamos, de funcionario— sino a presentarte públicamente para representar políticamente. Esa pulsión que tiene múltiples resortes emocionales y psicológicos, lleva a quienes la asumen a tomar una posición, sí, de privilegio y honor, pero también de enormes responsabilidades y dificultades. El reto de ser candidato no es menor, es (y debe ser) cosa seria. La política no es un juego y su punto culmen es, precisamente y como se podría decir con Weber: la candidatura.[1] Por eso, no logro entender cómo hay quienes piensan que la decisión de Samuel se hizo a la ligera. Muy pocas personas saben lo que implica ser candidato como él.
Voy por partes. No se ha entendido que la política es, entre otras cosas, tiempo. El campo de batalla no es uno estático, sino dinámico y coyuntural. Y García está viendo una realidad que muchas y muchos vemos. Por un lado, la alianza partidista del PRIAN con un rechazo monumental, llena de desprestigio, desorganización y, sobre todo, pensando en un país que ya no existe. Son los vestigios de un sistema que ellos mismos destruyeron, aunque se nieguen a aceptarlo. Por el otro, un régimen con vocación hegemónica y, a su vez, destructora. Morena se pretende imponer como la única alternativa política y, además, hace todo para lograrlo. El oficialismo ha cometido dos grandes errores: el primero es de verdad creer que la democracia y todas las bondades del país nacieron a partir del 2018. El segundo es creer que AMLO es eterno y replicable (vale la pena repetirlo: Claudia no es Andrés). Estas dos ideas los llevan a actuar de forma intempestiva y avasallante. Sus decisiones han sido producto de la hubris (nada molestaba más a los dioses griegos que eso) y de una sed de venganza. No saben distinguir que una cosa es el magnetismo electoral de su líder, y otra muy distinta es gobernar para el país. Esa confusión explica las grietas que dejan en solo seis años: salud, educación, inseguridad. Grietas profundas y dolorosas.
Así, el escenario exige una candidatura innovadora, disruptiva y potente. Tres adjetivos que embonan a la perfección con Samuel. Estoy convencido de que muchas y muchos que lo critican tanto sólo lo conocen a través de lo que ven en los encabezados de los medios o en los videos que se cuelan en las redes sociales. A partir de hoy lo empezarán a conocer mejor. Es un político que sabe a dónde va y por qué hace lo que hace. No me crean a mí, vean los números de Nuevo León: no llevó sólo Tesla, sino que construyó todo un ambiente social, económico y político de vanguardia. Y ese es el arte de la política, crear las condiciones de su propia realización y éxito.
Algunas personas se incomodan por su estilo directo y frontal y por su manejo de redes sociales; les respondo en una frase: bienvenidas al siglo XXI. En un mundo ávido de certezas, interconectado, donde nuestra vida se configura cada vez más a través de las pantallas; la política democrática debe llegar ahí so pena de dejar de ser democrática. La gente está harta de políticos impostados y demanda autenticidad. No cualquiera lo sabe hacer, no cualquiera puede hacerlo. Samuel lo hizo. Y eso lo ha llevado a donde está. Que le ayudó mucho Mariana, por supuesto. Ella se ha hecho ya una figura política, que a ojos de muchas y muchos dignifica el quehacer público. Mariana ha entendido cómo hacer política en una nueva esfera pública, naturalmente más cercana a la gente, más democrática.Creo que no se ha dimensionado lo que ella ha hecho en Nuevo León y mucho menos lo que hará en estos meses de campaña. Será extraordinario.
La potencia de la candidatura vendrá de algo que Michael Ignatieff describió como el elemento más importante para la política electoral: saber por quiénes estás ahí. [2] Samuel lo tiene claro: por las y los jóvenes. Por esos millennials y centennials que se encuentran descolocados en una época sin brújula. A ellos, ellas y elles hay que inspirar, motivar e incluir. A esos 15 millones de electores que definirán la elección.
Vienen tiempos muy interesantes. Quien conoce a Samuel y le pone atención a su trabajo se da cuenta de que menospreciarlo es querer ignorar una realidad: ganó la diputación, el senado y la gubernatura de Nuevo León; siempre desde condiciones desfavorables. Es alguien que crece ante la adversidad. Y tiene todo para crecer. Prepárense porque habrá sorpresas.
X: @MartinVivanco
Coordinador Estatal de Movimiento Ciudadano en Durango
[1] Ver. Weber, Max, El político y el científico, Alianza, 1979, p. 158.
[2] Ignatieff, Michael, Fuego y cenizas: éxito y fracaso en política, cap. 4.