Perro que ladra, puede morder
En el imaginario nacional se debate si el país seguirá de la mano de EU, o si por el contrario encontrará un nuevo socio que lo libere de la pesada carga vecinal del norte. Para algunos ilusos China representa, lo que en 1914 como en 1939, significó Alemania para México.
Por aquellos días me han referido que, en los cines, previo a la exhibición de la película, se presentaban en cortos lo que acontecía en Europa. Al aparecer Adolfo Hitler el público aplaudía. La Secretaría de Gobernación decidió cancelar los cortos para evitar la incomodidad estadounidense.
Ahora ante las amenazas de Mr. Trump algunos voltean a ver a China. Pero no, China no nos salvará, ni Trump cumplirá todas sus amenazas. Se trata solamente de una estrategia de negociación consistente en poner de rodillas al adversario ante de sentarse a mercadear.
Desde el apogeo del Imperio Romano no se ha visto ningún otro país más poderoso que Estados Unidos. El que el vecino haya tenido fracasos internacionales por ejemplo en Vietnam o en Afganistán; haya perdido disputas con Irán o Corea del Norte, podría significar el principio del fin del Imperio, pero los datos duros indican que EU es extraordinariamente poderoso en el mundo.
Además del dominio económico está la vanguardia tecnológica. Según cuentas de la OCDE en 2023, Estados Unidos tuvo un PIB en miles de dólares de 27,360,935; China de 17,994 782, (como ilustrativo el PIB de México fue de 1,788,886). La distribución del PIB per cápita fue de 82,715 dólares para EU, mientras para China 12,997.
Su preponderancia es abrumadora en instituciones, poco gratas para la izquierda radical, como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. El arsenal económico explica la magnitud del otro arsenal, el militar. Estados Unidos puede gastar en defensa más de lo que podrían gastar todos los demás países del orbe para tal fin. Con estos activos pueda ejercer su poder político y diplomático con enorme eficacia.
Si la hegemonía de los vecinos es incuestionable, no es igual a omnipotencia. El Nobel Thomas C. Schelling aclaró que la diferencia entre disuasión e imposición. La disuasión consisiste: “en utilizar el poder para convencer a otro Estado de que se abstenga de realizar acciones que Estados Unidos no quiere que realice”. Imposición es “utilizar el poder de forma coactiva para obligar a otro Estado a actuar en contra de sus propias preferencias, en la forma en que Washington quiere que actúe”.
Pareciera que México tendría que decidir, como se acostumbraba en los juegos infantiles, si se va con Melón o con Sandía. No veo conflicto en la decisión, es claro que estamos ligados (¿atados?) a Estados Unidos, pero nuestro tamaño, nuestra historia y cultura, la diáspora mexicana en EU, nuestros aliados estadounidenses, también juegan en las mesas de negociación. Voltear a ver a China no parece lo más inteligente.
Uno de los documentos claves de la Revolución Mexicana fue el Programa del Partido Liberal Mexicano preparado por los hermanos Flores Magón. Los ideólogos de la 4T podrían abrevar en este documento, inspiración política de la Constitución de 1917 y del liberalismo social. En el Programa los Flores Magón advertían sobre la necesidad de prohibir la inmigración china: “El chino, dispuesto por lo general a trabajar con el más bajo salario, sumiso, mezquino en aspiraciones, es un gran obstáculo para la prosperidad de otros trabajadores. Su competencia es funesta y hay que evitarla en México. En general, la inmigración china no produce a México el menor beneficio”. Curiosa semejanza entre lo más preclaro de la Revolución Mexicana con lo más oscuro del pensamiento trumpiano.
Profesor de Derecho Constitucional de la UNAM