Dadas las amenazas veladas de Donald Trump, el aplazamiento de los aranceles por parte de Estados Unidos a México es considerado un triunfo para la presidenta Claudia Sheinbaum, quien, al igual que hace un mes, salió sonriente a su conferencia de prensa a presumir un acuerdo con el presidente estadounidense.

“¿Ya vieron el tuit?”, “vamos a leer su publicación y mi respuesta”, dijo entonces y ahora la Presidenta, con semblante más bien tranquilo. Sheinbaum, en lo particular, ha sido tratada con respeto por Trump. Las referencias hacia ella son de una extraordinaria persona, y ha elogiado sus campañas de comunicación, como la que evidencia los daños que causa el consumo del fentanilo a la salud.

Cada vez que Sheinbaum logra un acuerdo con Trump, se le ve como una heroína. Los gobernadores del oficialismo y de oposición, así como los legisladores de Morena, el Verde y el PT se deshacen en felicitaciones y halagos. También los integrantes de su gabinete, líderes empresariales y ciudadanos. Es una especie de cierre de filas con la jefa del Estado mexicano. Y está bien, porque se trata de eso: un asunto de Estado.

Hasta ahora, para Trump también todo ha sido concentración de poder, alabanzas y festejos de los suyos y de muchos otros estadounidenses que votaron por él. Si bien su popularidad ha caído en las últimas semanas y las bolsas de valores prácticamente han borrado las ganancias obtenidas desde su triunfo electoral, el presidente de Estados Unidos es visto y temido por muchos. Y en su borrachera de poder ha puesto a temblar al mundo. Hasta ahora han sido más amenazas que hechos, pero Trump, sin duda, es el líder mundial más mediático y quizá también el más poderoso.

Si Trump logra que las inversiones lleguen a Estados Unidos, en lugar de México y otros países, es muy probable que recupere los casi 10 puntos de popularidad que ha perdido entre los estadounidenses; sobre todo si logra estabilizar o mejorar los salarios y el empleo.

El problema es México. El país. Las amenazas de Trump han frenado la inversión y, aunque no haya aranceles, las Espada de Damocles estará sobre las empresas estadounidenses y de otras nacionalidades que anuncien inversiones en el país.

Ya desde 2024, la inversión ha ido a la baja. Según datos del INEGI, la Formación bruta de capital fijo cayó 4.1% a tasa anual en el último mes del año pasado. Este indicador permite conocer el comportamiento de la inversión en activos fijos en el corto plazo, y registró su cuarta disminución consecutiva, un escenario que no se daba desde la pandemia.

Este escenario provocará un espiral negativo para México y, según anticipan bancos y casas de análisis, una recesión económica. Ojalá que el gabinete de la presidenta Sheinbaum esté a la altura las circunstancias.

@MarioMal

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