Ciento veinte días son pocos para hacer una evaluación, pero suficientes para identificar los rasgos más importantes de un nuevo gobierno, así como los grandes retos a enfrentar, si se quiere trascender y consolidar el proyecto transformador de México, ahora, con aroma de mujer.
Sin duda alguna, el hecho de tener a la primera presidenta de México es un acontecimiento histórico en sí mismo, pero que se tiene que refrendar con acciones a la altura -como las que ya se hacen-, tendientes a fortalecer, primero, una auténtica política de género, que iguale todos los derechos y oportunidades de las mujeres para un verdadero equilibrio y, luego, atender todos los demás temas de la agenda nacional, especialmente, la seguridad.
Si debo destacar un logro fundamental en estos 120 días del nuevo gobierno de Claudia, ese debiera ser -sin duda alguna- el cambio de rostro del gobierno de México, con un toque femenino por todos lados, en una especie de matriarcado político, donde la actitud serena, conciliadora, amable y firme de la presidenta Sheinbaum debiera ser el común denominador de su equipo y de los nuevos gobernantes.
Para los que quieren ver rompimiento entre ella y su antecesor, confórmense con esta gran diferencia: ella no crea anticuerpos, sino, al contrario, produce simpatías no sólo entre los suyos, sino entre los contrarios. Ahí están las encuestas que la colocan entre un 74 - 80% de aprobación en el periodo de los 120 días.
En mi opinión, Claudia debe mantener siempre esa actitud que la hace ver diferente a AMLO, al tiempo que debe poner énfasis en los temas que él no pudo o no quiso atender, como son los temas de género, el medio ambiente y la diplomacia, donde creo que están sus fortalezas. Esa renovada agenda, junto a la continuidad de los programas sociales, las obras de infraestructura y la buena marcha de la economía, permitirán a Claudia establecer su propio liderazgo y espacio de acción, sin necesidad de rompimiento.
Y si eso no fuera suficiente logro en estos 120 días de gobierno, entonces tendré que recurrir a la fuerza de los hechos y mencionar que en este corto tiempo se ha conformado -prácticamente- una nueva constitución, gracias a las reformas consumadas y a los cambios sufridos en la carta magna, que consolidan así al nuevo proyecto de país. De igual manera, la presentación del Plan México consolida las bases del desarrollo del país en los próximos años, así como la relación firme entre el gobierno y el empresariado de México.
Más allá de lo legal o jurídico, el significado político de estos hechos es trascendental, ya que, en mi opinión, en estos 120 días se libró una de las últimas batallas por el nuevo proyecto de nación, donde el viejo régimen ha sucumbido casi por completo, con una reforma judicial aprobada conforme a la ley, incluso ante la intentona de la propia Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) de echarla abajo, además de la alianza estratégica con los sectores productivos, los cuales han refrendado así su apoyo a Claudia y al proyecto.
Por otro lado, creo que el gran reto de Claudia y México es la seguridad, que ha alterado el comportamiento de la sociedad en su conjunto, buenos y malos, todo por no haber hecho lo suficiente desde sus orígenes. La lección para ellos (PRI y PAN) es que el mal debió combatirse desde la raíz y a tiempo, pero no lo hicieron.
En el otro extremo habría que situar a AMLO que intentó hacerlo desde las causas y sin disparar una sola bala, confiando en que la gente, aún
los violentos, entenderían por las buenas. Desafortunadamente, no fue así y la maquiavélica realidad se impuso, al comprobar que el hombre es malo por naturaleza, aunque habría que darle el crédito por haber roto la curva de los homicidios y otros delitos, a pesar de todo. Desde ahí, Claudia refuerza su estrategia de seguridad: atendiendo con mayor énfasis las causas, con mejor inteligencia, mejor coordinación con las fuerzas armadas y con una Guardia Nacional plenamente consolidada, donde necesariamente habrá fuertes enfrentamientos contra los violentos, como ya lo estamos viendo.
La prueba de fuego es Sinaloa, donde ambos lados se están jugando el resto, no sólo en ese estado, sino en todo el territorio, pues de ganar esta batalla, se estaría abriendo la oportunidad para que Claudia y la nueva estrategia de seguridad pavimenten el camino a seguir en otros estados, hasta pacificar el país.
Estoy seguro de que la nueva actitud de la presidenta -serena, conciliadora, amable y firme -que deberían seguir todos los morenistas, especialmente los que se llamen Ricardos, Adanes y Gerardos-, así como la pronta pacificación de México, coadyuvarán a lograr -igual- la reconciliación de una sociedad polarizada, que no encuentra el equilibrio por ningún lado.
La reconciliación creo que vendrá con el tiempo, pues se trata de diferencias políticas, más que sociales, donde Claudia tendrá un papel fundamental en estos 6 años, en su carácter de mujer, madre y abuela joven, que será un ejemplo para todos los mexicanos y mexicanas. Ahí le sugeriría leer las memorias de doña Violeta Barrios viuda de Chamorro (Sueños del Corazón), primera presidenta de Nicaragua y Centroamérica (1990 – 1997), que venció electoralmente a Daniel y al sandinismo, ya entonces doctrinario, y pacificó al país con puro amor.
En mi opinión, el momento que vive el país es indudablemente propicio para dar el salto de calidad que todos anhelamos, con una presidenta que goza de toda legitimidad -política y social- para encabezar esta etapa; un poder legislativo de mayoría y, pronto, un nuevo poder judicial, que rescatará a la secuestrada justicia -encerrada en una de las bodegas del sótano de la SCJN-, para volver a sus raíces sociales y populares.
Espero que este nuevo matriarcado sea exclusivamente político y no como el que conocí en Juchitán, Oaxaca, hace algunos años, que incluía todos los aspectos de la vida, donde las mujeres festejaban -la noche en que yo lo visité- un nuevo triunfo político de la izquierda de entonces, mientras los esposos cuidaban o dormían a los hijos, para, en la mañana, hacer el desayuno y llevarlos a la escuela.
Al preguntarle a mi amiga juchiteca de tales comportamientos, que no coincidían con mis valores de macho capitalino, ella me dijo en voz baja: “calladito te ves más bonito”.
Mario Alberto Puga
Politólogo y exdiplomático