Abunda la publicidad engañosa, si no es que vergonzosa. Las y los candidatos al Poder Judicial de la Federación juegan con la misma carta que motivó la reforma que los llevó a esto: el desconocimiento de cuál es la función de este poder, del Derecho y su papel en la división de poderes. El discurso que sirvió para debilitar al Poder Judicial es el mismo que las personas candidatas están utilizando a su favor. Y no es astucia, es abuso y cinismo (características muy normalizadas del político mexicano, aunque nada deseables).
Habrá que repasar el ABC de la división de poderes sin mayores complejidades: El Legislativo legisla, el Ejecutivo administra (ejecuta) y el Judicial juzga. Simple como eso. Zapatero a tus zapatos. No culpo a la ciudadanía en general por desconocer este principio, pues en este país no todas y todos pueden acceder a una educación por obstáculos sistémicos no atendidos. Pero las y los candidatos a cargos judiciales que cumplieron con los bajísimos requisitos para competir están enterados de lo más básico como la división de poderes (con que se sepa eso, se obtiene al menos un ocho de promedio en la licenciatura de Derecho).
Las campañas electorales de siempre nos han demostrado algo: las promesas de campañas se hicieron para romperse. Que las y los candidatos al Poder Judicial prometan acceso al agua potable en la alcaldía, salud para todas y todos, becas, entre otros beneficios, no son más que discursos vacíos que carecen de sustento por una simple y sencilla razón: no son funciones de una persona juzgadora. Sería tal como exigirle a una senadora – cuya función es legislar- que lleve unidades médicas a Chihuahua cuando eso es tarea del Ejecutivo.
El Poder Judicial no es un ente que actúe por cuenta propia, sino que resuelve disputas cuando una persona acude a él para reclamar un derecho vulnerado. No legisla, no ejecuta políticas públicas, no construye hospitales ni reparte becas. Si una candidatura judicial se basa en promesas de campaña propias del Ejecutivo o del Legislativo, no solo miente: vacía de contenido su propia función y traiciona la naturaleza del cargo.
La razón de ser de la división de poderes es clara: garantizar el control sobre el poder, evitando que se concentre en un solo órgano, lo que podría dar lugar a arbitrariedades y abusos. En otras palabras, se busca que ninguna instancia del Estado actúe sin supervisión, con el fin de protegernos de posibles excesos. Por eso, cada poder tiene funciones específicas y delimitadas.
Esto lo saben todas las autoridades (o deberían), pero en especial quienes están formados en Derecho. No están pecando de desconocimiento con sus promesas, están instrumentalizándolo. Es fácil engañar a las y los votantes que se aquejan con justa razón de la falta de servicios del Estado y desconocen las vías para accederlos con promesas que, con toda certeza y seguridad, no van a cumplir. No por falta de voluntad, sino por falta de facultades.
La única promesa posible para un candidato judicial es hacer cumplir la Constitución y la ley. Ni más ni menos. Su tarea es únicamente esta. Que prometan independencia judicial puede considerarse un pecado de inocencia porque la naturaleza misma de la reforma judicial fue terminar con ella y someter este poder al control político. Sin embargo, todavía subsiste la delimitación de funciones, así que no se deje engañar.
Sobre advertencia no hay engaño. Estas campañas precisamente reflejan lo que siempre se criticó a la reforma judicial: que los cargos al Poder Judicial no deberían ser sometidos a voto popular porque los jueces no son políticos, ni son oposición, deberían ser guardianes de la Constitución evaluados por su técnica y conocimiento, no por popularidad. El rol del juez es incompatible con la lógica electoral, donde se promete imposibilidades para ganar votos. Pero henos aquí.
El Poder Judicial no representa los intereses de nadie por más que digan lo contrario, esa no es su función, para eso tenemos al Legislativo y al Ejecutivo. Si a estos candidatos realmente les interesaba cambiar la ley, debieron postularse para el Congreso; si les interesaba ejecutar políticas públicas, debieron buscar una gobernatura, pero al parecer lo que a muchos les interesa es un cargo público con toga sin el compromiso ni responsabilidad que conlleva.
Si usted quiere votar, vote, pero de la misma forma que le exige a un zapatero el cuidado de sus zapatos, al juez exíjale juzgar. Que no lo engañe con falsas promesas.
Mariana De Lucio, abogada especializada en Derechos Humanos por la UNAM y
Maestra en políticas públicas por la Universidad de Oxford. @DeLucioMariana