El 28 de julio del 2024, el bravo Pueblo Venezolano dio una muestra de participación y ciudadanía extraordinaria. María Corina Machado encabezó el movimiento más valiente que se haya dado en este siglo. La constancia y la perseverancia marcaron esa lucha que llevaba años a través de distintos partidos y, al final, a través de la organización ciudadana que obligó al régimen de Maduro a convocar elecciones. La dictadura no permitió que fuera María Corina la candidata a la presidencia y presentaron a Edmundo González.
A pesar de la cantidad de trampas y presiones que hicieron, Edmundo González fue el triunfador de las elecciones. No hay duda, las actas fueron mostradas por parte del movimiento opositor. Salieron a las calles una y otra vez a protestar, se hicieron foros internacionales, los millones de venezolanos que han sido expulsados por la persecución y el horror de Venezuela fueron a las plazas de las ciudades en las que viven a compartir la lucha con el mundo y sobre todo con sus compatriotas.
Al final, el viernes 10 de enero, el dictador venezolano volvió a tomar protesta después de haber detenido a más de dos mil opositores en la última semana, de declarar personas non gratas a quienes han denunciado la dictadura en el mundo y avisarles que no podrían entrar a Venezuela porque serían detenidos. Tomó protesta en un claro acto de imposición y aplastamiento a la voluntad popular, pero también fue un claro acto de provocación al mundo democrático.
La comunidad internacional no puede permanecer indiferente ante el atropello que un pueblo como el de Venezuela está enfrentando. Y no es un asunto de un día (el 10 de enero) sino de todos los días. ¿Qué pasará cuando hablen los niños que fueron “detenidos”, qué pasará cuando hablen los jóvenes que por tomarse una selfie con María Corina fueron denunciados? Habrá un día en que se sabrá todo el horror de esa dictadura y nos dará vergüenza como humanidad.
A las naciones y, particularmente, a los gobiernos se les conoce por sus acciones y decisiones en momentos como los que acaban de pasar en Venezuela. Podemos ver la reacción de distintos gobiernos. México avaló con una tímida representación el acto legal y moralmente inválido de la toma de protesta de Nicolás Maduro.
Qué distinto fue el caso de Chile en el que Gabriel Boric declaró: “Desde la izquierda les digo que el gobierno de Maduro es una dictadura” y retiró a su embajador en Venezuela por el “fraude electoral perpetrado por el régimen”. El presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, declaró: “El régimen ilegítimo de Nicolás Maduro ha violentado el proceso electoral y reprimido a su propio pueblo”. El presidente de la República Dominicana, Luis Abinader, denunció el atropello y anunció su compromiso para apoyar a Venezuela en la recuperación de las libertades. Ni siquiera el presidente Petro de Colombia apoyó la toma de protesta.
Es inexplicable que México no haya sido capaz ni siquiera de denunciar la detención de María Corina, inentendible por qué no se dijo nada en ese momento incluso en términos de sororidad. ¿Qué falta que pase en Venezuela para que el gobierno de México diga algo en contra de la dictadura impuesta a los venezolanos? ¿Por qué estamos en el mismo costal de Daniel Ortega (presidente de Nicaragua)?
Bien dijo la diputada de España Cayetana Álvarez de Toledo: “En Venezuela el tiempo se cuenta por muertos…” ¿qué tiene que ocurrir para que el fin de la dictadura en Venezuela sea una prioridad para la comunidad internacional, para que los gobiernos abandonen su indiferencia? El bravo pueblo de Venezuela ya hizo mucho, la comunidad internacional tiene que intervenir con mayor contundencia. Y los demás no podemos ser indiferentes frente al sufrimiento de Venezuela.
Diputada federal. @Mzavalagc