El anuncio de un plan específico para Michoacán es correcto y muy necesario, sobre todo después del asesinato del alcalde Carlos Manzo. Por fin andamos por la ruta correcta y no la lamentable reacción inicial de culpar al pasado y evadir la responsabilidad después de siete años de gobierno en lo federal y de veinte años gobernados “por los mismos” en el estado.

Llega un poco tarde, sí, pero aún a tiempo: al menos la presidenta coloca a Michoacán en la agenda nacional, y lo hace a partir de la tragedia que lo detona: el asesinato del presidente municipal de Uruapan. En estas circunstancias, es inevitable recordar el programa “Todos somos Juárez” que inició en el 2010: más de 160 acciones debidamente acordadas, ejecutadas y evaluadas con muy buenos resultados. Supongo —aunque no se diga— que alguien del gobierno actual lo consultó. Ojalá lo copien bien y lo mejoren.

Si queremos que el plan sea eficaz es necesario que desde el principio tomemos en cuenta que éste debe desarrollarse en torno a los siguientes puntos:

  1. Participación Ciudadana: no basta con la información oficial, es necesario que la ciudadanía y las organizaciones sociales participen desde la fase del diagnóstico, no bastan los datos oficiales. La participación ciudadana debe ser intensa en todas las etapas del programa.
  2. Coordinación de los tres órdenes de gobierno: En la mesa deben estar la federación, el estado y los municipios. Cada titular de las secretarías involucradas debe asumir su responsabilidad en las acciones acordadas de conformidad con sus facultades y deberá rendir cuentas del avance de cada acción que le sea encomendada.
  3. Integralidad: La emergencia no debe resolverse únicamente en término de seguridad, sino también en lo social y lo económico. En Juárez, por ejemplo, más del 70% del presupuesto se orientó al desarrollo social porque reducir la violencia implica reconstrucción del tejido social y recuperación de oportunidades.
  4. Medición y seguimiento: Toda acción requiere metas, indicadores, calendarios y responsables públicos. Si no hay métricas claras, los compromisos se diluyen y todo se convierte en propaganda sin verdaderos resultados.
  5. Presupuesto: Aquí está la clave y la incongruencia en la elaboración del plan, porque mientras discutíamos en la Cámara de Diputados el Presupuesto de Egresos de la Federación, los partidos oficialistas no apartaron ni un solo peso para ser destinado al Plan de Michoacán. En cambio, a las cuatro de la mañana del jueves 6 de noviembre, al final de la discusión, Morena construyó una bolsa de 18 mil millones de pesos para repartirse entre las iniciativas de ellos mismos, del Partido Verde y del Partido del Trabajo, y ninguno de ellos pensó en Michoacán.

El plan Michoacán no tendrá sentido si no hay métricas, calendarios y fundamentalmente un presupuesto para acciones de verdad relevantes en la vida de los michoacanos. Un plan sin métricas, sin calendario, sin presupuesto específico puede quedarse en una declaración de buenas —nada más faltaba— intenciones. Sin recursos, por ejemplo, no se podrá fortalecer a las policías municipales ni revisar y profesionalizar a la Guardia Civil o la Policía Estatal que ha sido señalada de complicidad con el crimen organizado. En esto, como en todo, el gobierno estatal debe rendir cuentas.

También se necesita dinero para instaurar y llevar a cabo las mesas de trabajo, ejecutar acuerdos que se puedan monitorear todos los días. De lo contrario, obtendremos una vez más una respuesta ineficaz y distractora que ni aportará beneficios para Michoacán o para Uruapan, que es el municipio por el que yo hubiera empezado a trabajar.

Mientras escribía estas líneas, escuchaba la presentación de este plan Michoacán por la paz y la justicia en Palacio Nacional. Me hubiera gustado un anuncio con un diagnóstico elaborado de manera más amplia. La presentación de cada secretario no estuvo mal en el sentido de que desagregaron el presupuesto para Michoacán, pero me queda la duda si hubo un presupuesto especial para responder a esta emergencia. Habrá que medir todo lo anunciado.

Los planes se anuncian y se reciben como una promesa ante la esperanza de que logren los objetivos para los que fueron creados. Se aplauden y se presumen sólo hasta que se implementan y, de ser el caso, den resultados positivos. Aquí radica la tarea del ciudadano, revisar, seguir, entender y fiscalizar que se lleven a cabo las acciones en que éste se divide para garantizar una mejor vida a michoacanos y mexicanos en general.

Diputada federal. @Mzavalagc

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