Durante mis años como jefe de gabinete de la U.S. Customs and Border Protection (CBP) aprendí una verdad que muchos prefieren ignorar: la forma más segura de evitar problemas en la frontera es no involucrarse en actividades ilícitas. El punto de partida es simple: si eres un facturero o estás vinculado a negocios irregulares, no esperes cruzar sin consecuencias.

En los últimos meses, la Embajada de Estados Unidos en México ha intensificado la revisión de visas por sospechas de relación con factureras: empresas que emiten facturas falsas para simular operaciones y lavar dinero o evadir impuestos. Estas redes crean compañías fantasma, mueven recursos entre cuentas sin sustento real y aparentan ingresos que nunca existieron. Aunque muchos participantes creen que “solo prestan su nombre” o “no sabían”, la autoridad estadounidense no distingue matices cuando hay indicios de fraude fiscal o financiero.

Para CBP, este tipo de actividades representan una amenaza a la integridad del sistema financiero. Por eso, basta aparecer vinculado a una empresa investigada o recibir depósitos sospechosos para que la visa sea revocada o el ingreso negado. En mis años en el servicio, vi a personas exitosas perder su privilegio de entrada por participar, incluso sin saberlo, en estas prácticas.

El segundo error más común es creer que una visa equivale a un derecho de entrada. No es así. La ley estadounidense establece que una visa solo autoriza viajar al puerto de entrada y solicitar admisión. El oficial de CBP decide en ese momento si se permite o no la entrada. Por eso existen los famosos interrogatorios del “cuartito”, donde se revisa con más detalle la información de los viajeros.

Para evitar complicaciones, hay que seguir reglas básicas:Primero, la honestidad total. Cualquier contradicción entre lo que se dijo en la entrevista consular y lo que se declara al llegar genera sospecha.Segundo, coherencia documental: demostrar propósito de viaje, vínculos claros con México y medios económicos transparentes.Tercero, preparación: portar documentos válidos, reservas, cartas de invitación o evidencia del motivo del viaje.Y cuarto, respeto al proceso: responder con calma y sin confrontación. La actitud pesa tanto como los papeles.

Entrar a Estados Unidos es una oportunidad, no una obligación del país receptor. Quien comprende eso cruza con confianza. Quien lo ignora termina en el “cuartito”. La frontera no castiga al viajero informado, sino al imprudente que cree que las reglas son negociables.

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