El conflicto como estrategia es el uso deliberado de la tensión, la confrontación y las diferencias entre partes como una herramienta para alcanzar un objetivo, resolver un problema o ganar ventaja en una situación. En lugar de evitar el conflicto, esta estrategia lo emplea para generar dinámicas que pueden presionar, influir o reconfigurar las posiciones de los involucrados.
Los líderes polarizantes como Donald Trump, generan conflictos culturales o políticos para movilizar a sus bases y consolidar su poder. En negociaciones internacionales la imposición de sanciones y/o el endurecimiento de discursos genera presión para generar concesiones. Es una táctica poderosa que requiere planificación, control y claridad en los objetivos para evitar consecuencias negativas y maximizar su efectividad.
El próximo presidente de los Estados Unidos tiene una habilidad para la creación de tensión controlada introduciendo elementos inesperados o disruptivos para desestabilizar a sus contrapartes, sacarlos de su zona de confort, obligándolos a reconsiderar sus posiciones.
El reciente episodio de su amenaza creíble sobre los aranceles contra México empujó a Claudia Sheinbaum a contestar primero con una misiva, después por el amago de aplicar también aranceles para finalmente aterrizar en la llamada telefónica cuyo contenido dio a conocer el magnate.
La narrativa de lo acordado por teléfono la gana el republicano con su conocida posverdad y el uso estratégico de afirmaciones que apelan a las emociones y creencias de sus seguidores en lugar de basarse en hechos objetivos. Su desinformación calculada que sabe de antemano provocará una cadena de reacciones políticas- sociales mediáticas, alcanza su objetivo.
La justificación de los aranceles por el caos migratorio está basada en una mentira ya que con el gobierno de Biden ha aumentado el número de deportaciones y se han logrado contener las caravanas de migrantes. Trump no quiere eliminar el T-MEC sino utilizarlo como herramienta de negociación para sus metas geopolíticas y reforzar la sed de su base.
El quid está en la frontera sur donde Sheinbaum tendrá que eliminar esa política de brazos abiertos que fue uno de los disparadores del conflicto con Estados Unidos y de la mano con los abrazos a las organizaciones criminales, han dado pie a la construcción de narrativas sobre el narcoestado que domina grandes regiones del país.
El horror en Sinaloa enmarcado de los “encuentros” del gobernador con delincuentes es un magnífico pretexto para los halcones de Trump que ya siembran el relato de intervenir en suelo mexicano para combatir a los cárteles.
La implosión de la organización criminal liderada por el “Mayo” Zambada es el hilo conductor de la violencia imparable, los ajustes de cuentas, la disputa por el territorio y las complicidades que llegan al más alto nivel en las áreas de seguridad y en las esferas políticas locales, estatales y federales.
El epicentro de la estrategia del conflicto de Trump danza en dos esferas: seguridad y migración.
Ahí donde campea la impunidad y la corrupción.
Sheinbaum tiene la oportunidad de entregar en bandeja de plata la cabeza del gobernador sinaloense. Rubén Rocha Moya representa la gangrena de la cuatroté; un proceso gradual de descomposición que afecta su funcionalidad y legitimidad.
@GomezZalce