En medio del caos También hay oportunidad. —Sun Tzu
La indiferencia es una actitud que puede surgir por múltiples razones y tener diversas consecuencias. Es un estado emocional en el que una persona no muestra interés, emoción o preocupación hacia una situación, persona o evento. Esta actitud entre la clase política y ante problemas graves, sólo genera descontento en la población y abona a una percepción de insensibilidad o complicidad en el mediano plazo.
Los hechos alrededor del campo de exterminio y reclutamiento en Jalisco han desatado una espiral que oscila entre indignación, tristeza y rabia. Un Estado rebasado por la agenda de organizaciones criminales que en abierto contubernio con autoridades de los tres niveles de gobierno han colocado al gobierno de Sheinbaum en un callejón con muy pocas salidas para evitar un cisma en la burbuja morena.
Las investigaciones están en el epicentro de una narrativa que trata de ganar el oficialismo en lo que se ha convertido en un escándalo internacional. Quizá no se dimensionen sus derivaciones, sin embargo, en este tipo de situaciones la justicia puede demorar, pero tarde o temprano la verdad aflora. Sobre todo, cuando el contexto mexicano está enfrentando el impacto del sexenio pasado de abrazar a cárteles y negociar en amplias regiones del país una pax narca.
La coyuntura en la relación bilateral vuelve a alcanzar picos de tensión latente. Hay un estado de conflicto no resuelto entre los gobiernos de México y Estados Unidos que, aunque no se manifieste de manera abierta —es un decir— o violenta en el momento, tiene el potencial de estallar de cara al 2 de abril con el mazo arancelario.
Los mercados acusan recibo de la incertidumbre y México se encuentra ya en el camino de una recesión importante. No alcanzan los distractores de la debacle económica. Los datos y análisis perfilan un escenario complejo donde el común denominador está en la esfera de la seguridad y la nula certeza que ofrece la irresponsable elección de jueces y magistrados.
Por si fuera poco, en paralelo el ambiente social, silencioso pero perceptible puede ser un factor detonante de malestar que está influyendo en la reacción del gobierno de Sheinbaum donde hace falta un mejor manejo de las negociaciones en el manejo de conflictos. Internos y externos.
Sorprende que a pocos meses de esta nueva administración se tolere que el tufo del pasado intoxique un presente que enfrenta enormes retos de gobernabilidad y estabilidad.
La implosión del cártel de Sinaloa y la guerra anunciada contra las organizaciones criminales por parte de Donald Trump están desencadenando una mayor fragmentación y un temor generalizado entre la clase política —sin importar colores partidistas— inmersa en el fango de la corrupción y complicidad. A esta coyuntura se suman los intereses detrás de movilizaciones sociales que pretenden ser detonadores de ingobernabilidad, provocando la duda razonable de la mano que mece esa cuna que pone en jaque el ejercicio de la autoridad y la gestión eficaz de los asuntos públicos.
En el aparente desorden hay estructuras y patrones ocultos. Lo que parece imperceptible a simple vista tiene lógica al analizarse con profundidad.
Hay un(a) orden en el caos.
@GomezZalce