Recientemente he escuchado en diferentes círculos sociales y circunstancias, incluido autoridades, diversas interpretaciones de lo que sucede en Sinaloa y su impacto en el futuro del estado.

He oído decir: “Ojalá esto ya se arregle”, refiriéndose al clima desbordado de violencia que padecemos los sinaloenses.

También escuché a gente preparada e influyente decir: “Esto va pasar, ya lo vivimos en 2008 y pasó”. Otro comentario recurrente es de los que piensan que la entrega de la familia de Ovidio Guzmán López es muestra de que el grupo de la chapiza ya está perdiendo la batalla.

En mi opinión, los 3 comentarios anteriores están muy alejados de la realidad y me explico. Primero, los problemas que vive Sinaloa en materia de violencia, economía y sociales son estructurales y no coyunturales como algunos creen. He sostenido la idea de que no se podrá arreglar en meses lo que se construyó en décadas de omisión, corrupción y complicidad.

Las autoridades federales han atendido el problema de manera intermitente en los últimos 30 años, pero ha quedado demostrado que el combate al cártel de Sinaloa no está en su prioridad. ¡Así lo viví con Fox y con Calderón, y además quedo evidenciado con López Obrador!

También está probado que actualmente existe mucha presión del gobierno de Trump para que se combata a los cárteles mexicanos, sin embargo no existe la convicción del gobierno ni de la ciudadanía en México, por lo que estas embestidas se hacen por interés no por convicción.

¿Qué tan infiltrado está el crimen organizado en las estructuras de gobierno en los diferentes niveles en México? La respuesta a esta pregunta nos dirá si esto durará mucho tiempo o existirá una “solución pronta”.

Yo creo que, si hacemos lo correcto y lo hacemos correctamente, recuperar la gobernabilidad y la paz nos llevará mucho tiempo, años; y si no hacemos lo que tenemos que hacer para combatir la corrupción, la inseguridad y la criminalidad, rediseñar nuestra economía y reconstruir el tejido social, las cosas en Sinaloa se pueden poner peor. A estas alturas los mexicanos y los sinaloenses debemos haber aprendido que sí se puede estar peor.

Por otro lado, pensar que la situación actual se parece a lo vivido en 2008 es no entender la gravedad del problema y la profundidad de los agravios irreconciliables entre los 2 grupos criminales. En la lucha por el control territorial no hay espacios vacíos, el que no llene la autoridad lo llenará un grupo o varios grupos criminales.

Sinaloa ya no puede hacer la apuesta equivocada por que perderá la oportunidad histórica que se le presenta al Estado (sociedad y gobierno) para controlar el territorio.

Ya lo dije, de los 5 últimos gobernadores del estado, 4 llegaron en complicidad con el crimen organizado. ¿Se van a quedar los militares de manera definitiva hasta lograr la gobernabilidad? ¿Qué nos quedara a los sinaloenses cuando las fuerzas federales y militares abandonen el estado?

Finalmente, los sinaloenses sabemos que los herederos de la empresa criminal del chapo son 2 familias, los Guzmán Salazar y los Guzmán López. Los Guzmán Salazar son los que están al mando de la facción de la chapiza y que, si los Guzmán López se entregaron, después de la extradición de Ovidio, fue para protegerse por que Ovidio, con arreglo de por medio, sí va “a cantar”. Así que a esto le falta mucho y es de pronóstico reservado, la única certeza que tenemos es que sí se puede estar peor.

Ingeniero industrial y empresario

Manuel J. Clouthier

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