En marzo de 2011 fueron asesinadas 7 personas en Cuernavaca, una de ellas, Juan Francisco Sicilia Ortega, hijo del poeta y periodista Javier Sicilia. Como otros esfuerzos encomiables de padres que perdieron a sus hijos, Javier comenzó una batalla por obtener lo más parecido a la justicia por ese asesinato y llamo a realizar lo que iba a ser la primer Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad. Ésta se dio a principios de mayo de ese año y fue un trayecto de algunos días que empezó en Cuernavaca Morelos y terminó con una gran concentración ciudadana en el Zócalo de la Ciudad de México.
La segunda Caravana por la Paz se dio a principios de junio de 2011, partió de Cuernavaca Morelos, recorrió diversos estados del país, escuchó cualquier cantidad de testimonios de los familiares de personas desaparecidas y culminó en Ciudad Juárez, Chihuahua.
De ese esfuerzo derivó un diálogo de apertura pocos días después (finales de junio) que encabezó el entonces presidente Felipe Calderón, su esposa Margarita Zavala y el gabinete de seguridad (Genaro García Luna y Marisela Morales, etc.) que recibieron al movimiento de Javier en el Alcázar del Castillo de Chapultepec.
Y ahí se dijeron cosas muy duras de lo que la ciudadanía activa en ese momento pensaba de la inacción o inutilidad de los esfuerzos de lo que hacía el estado en pro de la seguridad y de las consecuencias de lo que era la guerra contra los cárteles de la droga.
A mediados de 2012 se llevó a cabo la tercera caravana que en esta ocasión partió de la línea fronteriza entre Tijuana y San Diego. En el “Parque de la amistad” en el que, divididos por el muro fronterizo, las familias convivían los fines de semana. La caravana recorrió 27 ciudades y culminó con un mitin en Washington.
En la ciudad de Los Ángeles fue muy bien recibida la caravana. Los paisanos les organizaron una fiesta en el mercado central con música, comida mexicana, una misa, muchos abrazos y deseos de que el mensaje de paz en favor de los migrantes fuera escuchado. Fueron recibidos por la comunidad de cineastas y actores mexicanos que les brindaron apoyo y desearon suerte en el trayecto. (Kate del Castillo, Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón, Sergio Arau, Alejandro González Iñarritu y Diego Luna).
En parte del inicio del recorrido que me tocó hacer, fuimos un día a la alcaldía de Los Ángeles, donde fueron recibidos Sicilia, Julian Lebarón, Emilio Álvarez Icaza entre otros, por el alcalde.
Terminada la cita, regresamos caminando, como se hizo todo el camino, rumbo al hotel en esa misma zona central de Los Ángeles.
Al terminar de comer nos sentamos en la banqueta a platicar. Él decía una y otra vez que “México es una enorme fosa clandestina” o “México es una fosa común” y le pregunté entonces, ¿dónde están los cuerpos?, ¿por qué no aparecen si hay tantos testimonios de personas que han denunciado sus desapariciones?
—No sé— respondió Javier, —pero un día tendremos que saberlo y hay que seguir denunciando esas desapariciones y pedir que haya paz en el país.
14 años después sobran hoyos, fosas donde han aparecido cientos de miles de restos de huesos, cadáveres y hoy, las valientes madres buscadoras siguen recorriendo el país dándole profundidad a esa frase de Javier: México es una fosa común, hoy, con un tufo horrendo a un campo de exterminio.
Periodista. @ConFeregrino