Si hablamos del calor inclemente en esta temporada en estados como Sonora, se han registrado un par de veces rompimientos de temperaturas máximas en Hermosillo. Por ejemplo, a finales de julio y principios de agosto llegaron a tener, un día 46 y otro día 47 grados de temperatura respectivamente. ¿Agua, lluvia? No, en la zona es muy escasa en esta temporada. Poca también ha caído en Chihuahua, pero cuando cayó, lo hizo con dureza en distintas colonias de Ciudad Juárez.

Para la Ciudad de México esta temporada de lluvia ha sido muy intensa. Se rompen récords de vez en vez y no es que eso sea una buena noticia. El 10 de agosto es el día en el que cayó la mayor cantidad de agua desde 1952. Eso fue apenas el domingo pasado. Se inundó el Zócalo, calles, avenidas de muchas alcaldías y creo que la joya de la corona se registró en el Aeropuerto de la Ciudad de México. Quedó inútil con tanta agua. Más de 13 mil personas afectadas, yo entre esa gran cantidad de gente y decenas de vuelos cancelados. Supe de una familia que hizo 11 horas en un vuelo de Miami a la Ciudad de México. Ya que venían en camino y con la tremenda lluvia los desviaron al aeropuerto Felipe Ángeles. Ahí estuvieron 4 horas. Por supuesto no pudieron bajar del avión que, por cierto, aprovechó para cargar combustible y vámonos de regreso al aire para ver si podía bajar en el AICM. Nada, se la pasaron dando vueltas en el aire otras varias horas hasta que, reabierto al aeropuerto, pudieron bajar.

Decenas de vuelos fueron desviados a Querétaro, Acapulco, Veracruz, Puebla. Insuficientes todos porque, por ejemplo, no tienen áreas de migración que pudieran recibir la llegada de tanto turista extranjero.

¿Y el Sistema Aeroportuario Metropolitano? Ese que supuestamente nos dijeron en la administración de López Obrador que iba a ser la nueva manera de comunicar y distribuir la aviación de esa zona del país. Simplemente no funciona. La carga mayor la trae el AICM. El AIFA es un aeropuerto regional, no es más que eso y el de Toluca ni jala. Tiene tránsito de aviones privados.

Yo estaba en Tijuana y mi vuelo estaba programado para las 2 de la tarde del lunes 11. Hay que reconocer que, en la emergencia, Aeroméxico se puso a trabajar porque a las 3 de la mañana recibí un correo (que vi hasta empezada la mañana), informándome que mi vuelo se canceló. Y así, sin más, estaba varado, con la maleta lista para regresar y sin vuelo. Quise hablar a la aerolínea y fue imposible comunicarse. Pero, otra vez, Aeroméxico estaba trabajando porque recibí un nuevo correo que me informaba que mi vuelo estaba reasignado para el día siguiente, martes 12 de agosto, incluso con lugares reubicados. No era lo que había comprado, pero ya tenía una idea del tamaño de la emergencia que se estaba viviendo porque veía las noticias que se generaban desde la capital del país. Finalmente, sólo cruce los dedos para que no hubiera una nueva cancelación. Volé ese martes a la hora que estaba acordada por la aerolínea y cuando llegué al famosísimo AICM vi las decenas de maletas que estaban formadas en el área de las bandas de llegadas nacionales de gente a la que le cancelaron su vuelo dos días atrás.

¿Y si esto pasa el año que viene en pleno Mundial, le vamos a decir a los turistas del mundo lo que dijo Clara Brugada, jefa de Gobierno? “Se van a seguir rompiendo récords y en septiembre lloverá más”. Creo que con eso estaremos tranquilos ante el mundo.

Periodista. @ConFeregrino

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