La Copa Davis, competencia reconocida por más de 125 años en ser la única entre naciones oficial, tradicional, aspiracional, para cualquier tenista, por representar a su país y con un prestigio y autoridad que atraía a los aficionados, ha sido destrozada por la equivocada estrategia de la Federación Internacional de este deporte, apoyada por sus organismos afiliados.

La crítica no cesa y la ausencia de los mejores exponentes en la competencia es evidente, causando desinterés de jugadores y apatía del público, patrocinadores, promotores y medios de comunicación, que prefieren los torneos de la ATP.

Las Finales de la Copa Davis reúnen a los mejores ocho países en una sola sede; este año, en Bolonia, después de un complicado formato. Las gradas lucían vacías, a excepción de cuando jugaba Italia, por ser local.

Matteo Berrettini y Flavio Cobolli no necesitaron a Jannik Sinner para adjudicarse la Copa Davis, en una disputada final contra España, su acérrimo e histórico rival. Italia aprovechó ser local, impulsada por el público.

Sinner y Carlos Alcaraz no participaron, haciendo más grande la herida de una Copa Davis destruida. El italiano acusó agotamiento y el español está lesionado. Ambas figuras mostraron desinterés, como algunos otros tenistas internacionales, que decidieron no jugar por sus países.

La Federación Internacional de Tenis, en su desmedido apetito por obtener mayores patrocinios, expansión y difusión, se confundió, cediendo los derechos —en 2022— a la empresa Kosmos, del exfutbolista Gerard Piqué, y quebró financieramente, pues no pudo con el paquete, no sin antes destruir las reglas y formatos, así como la tradición y prestigio de una competición que era ejemplar en el mundo, donde ser local tenía un valor incalculable en el antiguo formato de cuatro sencillos, un dobles (con partidos a tres de cinco sets), en tres días, y con un público ávido de apoyar a su país.

Hoy, la Copa Davis se juega en uno o dos días, a tres puntos, con partidos a dos de tres sets. Una verdadera aberración.

Los países con jugadores con clasificaciones bajas o juveniles sin ranking, tienen oportunidad de participar en rondas de clasificación. Por otro lado, el público, los medios de comunicación y los patrocinadores, han mostrado muy poco interés.

En México, la Copa Davis era de los eventos deportivos más esperados, pero los distinguidos personajes de la Federación (una organización rota, descompuesta y sin jugadores que atraigan la atención) la han aniquilado. Ahora, hasta cobran un “aval” a los promotores o clubes, que ya no quieren realizar ni Copa Davis ni la Billie Jean King Cup. Ambas competencias perdieron el brillo. Muy lamentable.

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