En uno de mis artículos en EL UNIVERSAL, escribía sobre los muchos eventos deportivos a los que son sometidos los atletas, lo cual origina lesiones, agotamiento, fastidio y —por otro lado— poco entendimiento para muchos aficionados, que desean ver y disfrutar enfrentamientos entre los mejores exponentes.
En el futbol, estrellas como Cristiano Ronaldo y Lionel Messi —con contratos multimillonarios— están condicionados a jugar partidos y la única manera de que no participen es por estar lesionados, enfermos o agotados físicamente.
En el tenis es un poco diferente, porque los jugadores son contratistas independientes y dependen de sus actuaciones en los torneos de la ATP y la WTA. Si no juegan y ganan puntos para la clasificación, van siendo desplazados.
Las figuras como Carlos Alcaraz, Jannik Sinner, Novak Djokovic, Aryna Sabalenka, Iga Swiatek y Coco Gauff, tienen la obligación de asistir y cumplir con sus contratos comerciales. Todos los demás, asisten con la esperanza de dar alguna sorpresa, lo que llega a suceder.
El enorme calor que ha azotado a esta región del planeta obligó a Alcaraz a no jugar el Shanghai ATP 1000 y a Sinner a abandonar por calambres. Asimismo, Djokovic tuvo malestares físicos visibles y muchos otros jugadores tuvieron pobres actuaciones.
Esta situación abre un abanico de posibilidades a tenistas desconocidos, quienes logran triunfos inesperados, que los proyectan a mejores posiciones.
El campeón en Shanghai: Valentin Vacherot, de Mónaco y número 204 del mundo, gana sorpresivamente el torneo y en la final vence a su primo, el francés Arthur Rinderknech, número 56. Lo que hay que reconocer es el talento tenístico de ambos jugadores.
Las estrellas programadas que abandonaron o sufrieron sorpresivas derrotas en los torneos en Asia fueron a cumplir con los compromisos contractuales dentro de lo posible y no nos extrañe verlos contemplados en otros eventos o exhibiciones en solamente unos días.
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