Con los tres “A PROPÓSITO”, vinieron a la mente muchos temas que no caben aquí. Encontramos que la estupidez humana es responsable principal de los problemas mundiales. En lo material, como nunca, abundan comodidades alcanzables masivamente. En los países capitalistas los hogares de muchos desfavorecidos, tienen ventajas que hace años no tenían lujosos castillos reales. Tienen agua, sanitario, regadera y otras más. Viven en ciudades mejor planeadas, pavimentadas, más limpias y más saludables. Desmintiendo a Malthus, podemos producir alimentos y bienes para satisfacer ampliamente las necesidades de una población mayor a la actual. Solo nos falta aprender a repartir. La medicina ha mejorado mucho. La tecnología está obteniendo logros que antes, era imposible imaginar. Los medios de transporte y comunicación, han acortado las distancias. Podemos enterarnos de lo que acontece en cualquier parte del mundo, mientras sucede. Prácticamente todo el conocimiento humano, está disponible para cualquiera que traiga un celular con Internet. Hay computadoras y robots mecánicos que hacen el trabajo de cientos de humanos. Los logros obtenidos en lo material, son sorprendentemente impresionantes.
Pero resulta mucho más impresionante y, más que nada, decepcionante, que mientras en lo material hemos avanzado de forma portentosa, en lo espiritual parece que más bien vamos de reversa. Todavía tenemos guerras. Por eso, los logros materiales no proporcionan la calidad de vida que pudiera esperarse. Con la capacidad de producción, el hambre y la pobreza deberían estar erradicados del mundo. Claro que, como los bienes materiales no caen del cielo, hay que producirlos y se requiere que todos, contribuyamos, directa o indirectamente. Las cuestiones humanas son muy complejas y variadas, pero aquí encontramos una de las fuentes principales de la problemática humana.
Aproximadamente hasta 1800, el “PIB per capita” mundial, era prácticamente constante, al 0.6%. Pero a partir de la Revolución Industrial bajo el capitalismo, (todas las naciones son capitalistas, solo cambian los propietarios), la producción se multiplicó más de 20 veces, generando una riqueza que sacó de la pobreza al 90% de los pobres, aún, cuando la población se multiplicó por 8. Obviamente que, en este acontecer humano, como en todos, apareció su imperfección, generando injusticias. Como las industrias, además de obreros y empleados requieren dueños, se presta para que estos abusen.
Y aunque, mejoraron las condiciones de trabajo y hubo otros beneficios, apareció Carlitos Marx, quien, magnificando el mal menor, amarró navajas entre capitalistas, (burgueses) y obreros, (proletarios). Si bien esta relación es difícil, se necesitan mutuamente y aunque sus intereses pudieran ser encontrados, pueden conciliarse en beneficio mutuo.
En resumen, perversamente, propuso que para evitar la explotación y establecer una sociedad igualitaria que fuera un paraíso terrenal, desapareciera la propiedad privada y el capital y todo, incluidos los hijos, pasara a ser propiedad única del Estado, quien se encargaría, de producir y repartir, así como de emitir las leyes y castigar a sus violadores. Y como la religión era el opio del pueblo, también se ocuparía de esto. Así, el Estado resolvería todo en forma más “beneficiosa”. Y como era algo tan maravilloso, debería implantarse mundialmente. El único camino para lograrlo, era que los proletarios se levantaran en armas, para, temporalmente, (para siempre), establecer una Dictadura del Proletariado, que llevaría, sin decir cómo, al Comunismo, dónde, como en todo final de cuento, todos vivirían muy felices.
Pero esto, que para algunos suena bonito, resultó muchísimo peor que el “perverso” capitalismo. Marx no tomó en cuenta que El Estado, es una camarilla de hombres, que conforma una especie de sociedad de neocapitalistas plenipotenciarios, que concentran todo el poder en forma absoluta. Esta concentración, además
de permitir que el jefe de la mafia del poder haga su perversísima voluntad, genera una burocracia que entorpece todo. Mientras en el capitalismo hay muchos capitalistas, unos justos y otros no, en el socialismo, solo hay un capitalista, que por lo que se ha visto, siempre es abusivo, incluso cruel y hasta genocida. 150’000,000 de muertos provocados por el comunismo, lo certifican. Además del sufrimiento y carencias que ocasionan en los proletarios que quedan vivos. Una sociedad igualitaria es imposible, pues todos los hombres somos diferentes por naturaleza. Prohibiendo la propiedad privada, desmotiva y la producción de bienes cae generando miseria. La lista podría seguir. Entre lo más terrible, sucede que, para mantenerse en el poder, requiere de un aparato represor efectivo y despiadado. La libertad en todas sus manifestaciones, está prohibida. En realidad, es una sociedad sin clases, con dos clases; los de arriba y los de abajo. Pero ninguna feliz. Unos por terror y miseria y los otros por el temor de ser derribados y la envidia. Stalin asesinó a Lenin y aunque nadie sabía dónde dormía, a Stalin Nikita y Beria lo asesinaron.
Como fracasaron con las armas, Antonio Gramci, lo reformó e incrementó sustancialmente su perversidad. Ahora, usaría la destrucción o deformación de los valores sociales, basado en la mentira, la hipocresía y la falsedad, propiciando movimientos diversos. Enfrentamos una guerra cultural mundial, que les ha dado buenos resultados, Ya tienen agentes suyos en las presidencias de muchos países. Llegan al poder por vía democrática, aprovechándose de la ignorancia e indiferencia de una gran masa. Ya empoderados, socavan la democracia, se dedican a instalar su dictadura, dizque del proletariado, y a acumular fortunas astronómicas. El socialismo, no es tanto una economía fracasada, sino un saqueo exitoso.
Una falacia que a muchos suena bonito, una “sociedad igualitaria” que satisface las necesidades de todos y los hace felices. Si por naturaleza, somos diferentes, es para que nos complementemos y salgamos adelante. Además, si en el “capitalismo” hay injusticias, en el marxismo, por la concentración exagerada de poder, se multiplican exponencialmente, pues la mafia del poder, (Estado), se aprovechan impunemente de los demás. En el capitalismo, las injusticias del capitalismo básicamente se circunscriben a lo económico. Mientras los comunistas, abarcan la vida entera del individuo. Con la libreta de racionamiento, determinan que puede comer, (si hay), impiden la libertad religiosa, y ahora, con el lenguaje inclusivo, imponen cómo hablar.
Lo más sano, es dividir al poder lo más posible, cuidando su eficiencia y crear instituciones independientes para limitarlo, pedirle cuentas, supervisarlo y castigar la corrupción, negligencia y otras fallas y la población pueda defenderse de sus errores y abusos.
Luego de la Revolución Industrial, bajo el capitalismo, el “PIB per capita” mundial, se multiplicó más de 20 veces, generando una explosiva riqueza que rescató de la pobreza, al 90% de los pobres del mundo, aún, cuando la población se multiplicó por 8. En el “capitalismo”, la riqueza crece aceleradamente. Hoy supera el 3% anual, mientras en el socialismo es menor y decreciente. La libre empresa es la panacea que genera riqueza. Hoy, si hay hambre, es por la inadecuada distribución de alimentos. Es un error garrafal del socialismo, acabar con los empresarios que generan el progreso, si el Estado se pone de empresario, solo genera pobreza y miseria progresiva. Ahí están los números. Los países libres crecen más del doble de los socializados, con un PBI per capita doce veces mayor. Por eso, el 90% de los habitantes de los países “socialistoides” viven peor que los pobres del capitalismo, pues, a pesar de sus injusticias y abusos, brinda más bienestar y prosperidad generalizada. Estas diferencias han quedado claramente demostradas en varias partes, pero hay quienes no creen. Además, hay una elite multimillonaria, que perversamente apoya a esta dictadura, fracasada en lo económico, social y cultural, que genera sufrimiento, esclavitud y muerte, además de cientos de millones de víctimas violentadas en sus derechos humanos.
Este tema da para más, pero lo expuesto, da idea de lo que están a punto de enjaretarnos es muy perverso y que urge que reaccionemos. Sus cabecillas nos han demostrado que son despiadados, ineptos e insensibles. Ya los dejamos llegar demasiado lejos, si no reaccionamos, nos esclavizarán por muchos años.