De todos los países de América Latina y El Caribe, Colombia es quizás el único que había mantenido una relación amistosa y de cooperación de buen nivel durante más de un siglo con Estados Unidos. Entre otros temas, las coincidencias en políticas, las simpatías entre mandatarios y la apertura por ambos lados, contribuyeron a mantener el nivel de cooperación más alto en materia de seguridad y combate al narcotráfico. Así fue hasta que Donald Trump y Gustavo Petro coincidieron en las presidencias de sus respectivos países.
El primer desencuentro se dio a los pocos días de llegar Trump a la presidencia y enviar un avión a Colombia con migrantes colombianos esposados. El presidente Petro no autorizó su aterrizaje. En una clara demostración de fuerza, a las pocas horas el presidente Trump impuso un arancel del 50% a todas las importaciones procedentes de Colombia. El presidente Petro no tuvo más remedio que ceder.
La diplomacia institucional de ambos países de poco ha servido para atenuar los efectos negativos de la diplomacia presidencial de los dos mandatarios: personalistas, provocadores e improvisadores. Sus antecedentes no podrían ser más disímiles: un empresario de bienes raíces versus un exguerrillero. Para ambos, la ideología es un estigma y una herramienta de política exterior.
Durante la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York, el presidente colombiano - según reportes oficiales de EUA - tuvo la ocurrencia de alentar públicamente a un grupo de inmigrantes en protesta por su situación. Esto le valió a Petro la cancelación de su visa, a él y a su ministro de gobierno.
Por si no fuera suficiente, días después se anunció la inclusión del presidente Petro en la Lista Clinton, lista de indeseables creada en 1995 por el Departamento del Tesoro para combatir a la corrupción y el narcotráfico. Quienes están en esa lista (que actualmente cuenta con alrededor de mil personas y 600 empresas) son susceptibles de cancelación de visa para entrar a Estados Unidos, congelamiento de activos financieros en ese país y la prohibición de exportar a Estados Unidos. Ciertamente es el primer presidente de Colombia en aparecer en esta lista.
En este caso, la reacción del presidente Petro fue la cancelación de toda cooperación en materia de inteligencia con Estados Unidos, la prohibición de agentes estadounidenses en suelo colombiano y la suspensión de la cooperación en el combate a las drogas. Hasta ahora Colombia había sido una de las principales fuentes de información de Estados Unidos sobre rutas de narcotráfico hacia el norte, la situación en Venezuela y en países del Caribe y Centroamérica. El daño no es menor para ambos.
Desafortunadamente, todo esto sucede en un entorno continental muy poco favorable a la negociación y la cooperación. El presidente Trump canceló la posibilidad de negociación multilateral, prácticamente por decreto, la mayor parte de los presidentes en la región se mueven por ideologías y otro tanto ha dejado atrás la diplomacia institucional.
Las formas democráticas de hacer política exterior con escuela y balances parecen haber dejado paso a la diplomacia personalista, de impronta y provocadora. Quedan pocos inocentes en esta historia. Así las cosas, el futuro de cooperación y trabajo conjunto por causas comunes en el continente se ve más remoto que nunca.
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