El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca parece un huracán categoría cinco; la percepción de caos y de impredecibilidad juegan a su favor. Por ello la andanada de órdenes ejecutivas, propuestas radicales y amenazas. Trump es un proteccionista que adora la palabra “arancel” y pretende utilizar el tamaño de su economía para obtener concesiones en áreas no relacionadas con el comercio internacional, como inmigración, narcotráfico y geopolítica.

No pueden descartarse cambios significativos en el sistema de comercio internacional. La reacción de los principales socios de Estados Unidos jugará un papel muy importante en el resultado final, tanto en el ámbito de tratados bilaterales como regionales y en la Organización Mundial de Comercio, pero pesará más lo que suceda en su ámbito doméstico.

Ocho años atrás, durante su primera presidencia, el sector privado de Estados Unidos optó por no retar, ni en términos mediáticos, ni económicos, ni jurídicos, las decisiones del presidente, independientemente de las fuertes consecuencias negativas que esperaban. Era más importante beneficiarse de la reducción de impuestos y la desregulación. Le tenían, además, pavor a que los castigara en las redes sociales.

Aranceles aplicados y consolidados en el marco de la OMC. (12/03/2025)
Aranceles aplicados y consolidados en el marco de la OMC. (12/03/2025)

Sin embargo, hoy las cosas son distintas: las amenazas arancelarias son agresivas e implican un alto costo económico para Estados Unidos y pueden ser etiquetadas como balazos en el pie. Ya se verá si la posibilidad de que sean recesivas, la reacción negativa de los mercados y procedimientos ante su Poder Judicial, logran frenarlas o moderarlas.

México será una de las principales economías afectadas al ser el primer socio comercial. La mayoría de los analistas concluye que el impacto será negativo para crecimiento, empleo, inversión, tipo de cambio y tasa de interés. No obstante, el resultado dependerá del éxito que tenga Trump en cerrar relativamente su economía y, más importante aún, de las políticas que el gobierno mexicano.

La integración económica en América del Norte es más profunda de lo que se piensa. Mucho más, sin duda, de lo que Trump imaginó y por ello no pudo salir del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ni renegociarlo a su gusto. El Tratado México, Estados Unidos, Canadá (T-MEC) es 95% igual al anterior en la parte sustantiva y ha permitido continuar la integración. El propio Trump se expresa, en documentos oficiales, de manera positiva sobre el T-MEC.

“El presidente Trump renegoció exitosamente el TLCAN. Su sucesor, el T-MEC, contiene disciplinas históricas para la relocalización de manufactura (especialmente en automóviles y autopartes, destruidos bajo el TLCAN), las disciplinas laborales y ambientales más estrictas en cualquier acuerdo comercial, más acceso para productos agrícolas de Estados Unidos y altos estándares para comercio digital.” , USTR, p. 4, traducción propia.

Esta profunda integración se da en el ámbito de bienes para consumo final, pero también, y de manera más aguda, en intermedios por la fuerte complementariedad de las cadenas productivas. La actividad manufacturera conjunta entre los tres países tiene un alto grado de consolidación en muchos de los sectores más importantes: automóviles y autopartes es el más conocido, pero también dispositivos médicos, aceros y aluminio, electrónicos, aviación, maquinaria y equipo y muchos otros.

El nivel de interdependencia es tal, que el cierre de tan sólo una de las dos fronteras pararía las líneas de producción en las tres economías en pocos días. El confinamiento industrial por políticas exageradas al inicio del Covid-19 mostró esta interdependencia.

La principal queja del presidente Trump en materia de las reglas de comercio internacional es la aparente asimetría en contra de Estados Unidos. La renegociación del TLCAN que promovió estaba predicada en el supuesto, falso, de que favorecía injustamente a México. Ahora en su segundo mandato, la obsesión se centra en que los aranceles de nación más favorecida (NMF) que cobra Estados Unidos a los miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC) son más bajos que los cobrados a sus exportaciones al ingresar a otros países.

Efectivamente, Estados Unidos tiene un bajo arancel consolidado, 3.3% y cobrado, 3.4%, de NMF en OMC, cuando otros países los tienen más altos. México, por ejemplo, cuenta con un arancel consolidado de 35%, pero uno cobrado de alrededor de siete. La gráfica anexa muestra los niveles arancelarios de NMF para algunas economías en la OMC y la posible pretensión de Trump punteada en azul.

Estos aranceles más bajos no son necesariamente negativos para Estados Unidos, ni le han impedido ser la economía industrializada más dinámica y exitosa. Pero Trump los interpreta como un subsidio a otros a pesar de que se le insista que aumentarlos es darse un balazo en el pie. Según él, la “perturbación será pequeña… no mucho”, pero los beneficios enormes.

El propósito de su política comercial en este segundo mandato es buscar emparejar aranceles de NMF. No tiene claras facultades legales para hacerlo ya que el establecimiento de impuestos es exclusivo de su Congreso, además de que Estados Unidos incurriría en una violación flagrante de la OMC, lo cual podría llevar a su destrucción o a una compleja renegociación multilateral de pronóstico reservado.

Invocar las excepciones de seguridad nacional bajo la International Emergency Economic Powers Act (IEEPA) o la sección 232 de la Trade Expansion Act sería inapropiado e insuficiente. El presidente ha prometido que el 2 de abril anunciaría su propuesta de aranceles recíprocos para lograr este objetivo. En ese momento se verá bajo qué argumento legal pretende hacerlo, así como las consecuencias para la OMC y para los tratados de libre comercio que tiene Estados Unidos.

El comportamiento reciente del presidente Trump, incluida la cita más arriba sobre su política comercial, pareciera apuntar a que respetará la reciprocidad y simetría del T-MEC y, por lo tanto, que el acceso preferencial para las exportaciones de Canadá y México no sólo permanecería, sino que se incrementaría si aumenta sus aranceles de NMF.

La exención del arancel generalizado de 25% a Canadá y México, impuesto el 4 de marzo, para que no aplique a los bienes originarios de América del Norte es indicativa de la importancia de las cadenas productivas regionales y de la intención de que la integración regional continúe. Desde el inicio era poco creíble que gravara con 25% a sus socios y proveedores más importantes en el mundo. La exención anunciada el jueves para los originarios terminará incentivando, de mantenerse el arancel para los no originarios, el cumplimento con las reglas de origen del T-MEC.

Cerca de la mitad de las exportaciones de México entran a Estados Unidos sin certificado de origen por los bajos o nulos aranceles de NMF. El sector en el que esta práctica es más generalizada es el de electrónicos en el que existe proveeduría global y en que rige el Information Technology Agreement (ITA), negociado y promovido por Estados Unidos en la OMC.

El arancel de 25% a Canadá y México para productos no originarios no durará mucho tiempo a menos que Estados Unidos lo imponga, o uno menor para reducir la disparidad arancelaria, al resto del mundo.

De esta manera, si Estados Unidos incrementa sus aranceles de NMF, la preferencia relativa del T-MEC y el atractivo para invertir en México crecerían proporcionalmente. La preferencia relativa actual para México es de 2.2% promedio ponderado en el mercado de Estados Unidos; con un arancel de NMF más alto podría incrementarse a diez o más.

El impacto positivo en México dependerá de que, para el cumplimiento con las reglas de origen, se cuente con contenido nacional competitivo. Esto no será posible sin un mercado de energía competido, limpio, diversificado y abundante en todo el país. Tampoco se aprovecharía de manera plena sin talento y capital humano, sin logística para que la proveeduría nacional en la frontera sea tan competitiva como la proveniente de Estados Unidos, y sin estado de derecho y respeto contractual. Es en estas áreas en las que existe potencial para realizar el Plan México de la presidenta Sheinbaum si se lo propone. Claro, habría que hacer todo esto por sus propios méritos, con independencia de las políticas comerciales trumpistas.

La próxima vuelta en la montaña rusa de los aranceles es hoy miércoles 12 de marzo que se implementan aranceles al acero y aluminio. De permanecer, México podría terminar exportando más acero y aluminio incorporados en coches, autopartes, línea blanca, maquinaria pesada y otros a condición de que no se encarezcan artificialmente aquí. De allí la importancia de no tomar represalias en esos sectores y de lograr un ambiente competitivo en energía.

X: @eledece

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