La sensatez sobre la sin razón, la inteligencia sobre la locura, la calma frente al caos. Así fueron los bandos en los que jugaron la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum y el primer mandatario Donald Trump. Lo que sucedió el fin de semana en el marco de la relación México-Estados Unidos, fue una muestra de la capacidad de la mujer que hoy nos gobierna y la demostración de que podemos confiar en que tenemos con que hacer frente al “bully” más peligroso del hemisferio.
La crisis del anuncio de los aranceles desato una crisis dado que una medida así, afecta a la economía del país, poniendo en riesgo, más allá de acuerdos, las inversiones e infinidad de consecuencias que a nadie benefician. La política del presidente Trump es una de amenazas, de discursos cambiantes, tramposa, vaya, fiel a él mismo.
Ante un escenario así, no faltó la mezquindad y el arribismo de la pobre oposición. Sus reacciones, no eran en contra de la presidenta ni de este proyecto, eran hasta en contra de México, lo cual no es que sorprendente, es hasta normal en ellos dado que buscan sacar raja política a costo incluso de que le vaya mal al país.
Pero ese es el menor de los males ciertamente, la poca credibilidad el PRI y del PAN han hecho que las personas dejen de creer y votar por ellos, aquí es solo destacar la actitud tan miserable de estos personajes que con tal de “sumar” simpatías, desean que a México le vaya mal.
Lo que quiero destacar, más allá de triunfalismos, es la inteligencia con que la presidenta manejo la situación. Existe una teoría que describe la manera de hacer política del presidente Trump, se llama la teoría del loco, se trata de una estrategia usada y creada en el gobierno de Nixon, la cual consiste en usar la locura como un arma disuasiva ante los enemigos. Es decir, se trata de convencer a los oponentes de que el líder es impredecible y potencialmente irracional (aunque con Trump a veces todo esto parece cierto), capaz de llevar a cabo acciones desafiantes.
Todo esto provoca incertidumbre y miedo de las decisiones que el líder pueda tomar, alterando el proceso decisional del enemigo y llevándolo a tomar posturas más conciliatorias o en otros casos, hasta a rebajarse.
Esta teoría, nos revela esa estrategia. Ante la amenaza cumplida para aplicar los aranceles, la presidenta Sheinbaum no cayó en la incertidumbre, supo esperar el momento oportuno, para, a través del diálogo, presentar una propuesta y acordar un alto a esta medida (por ahora de un mes pero se buscará permanente) y además, salir con la cabeza en alto, con dignidad.
Las respuestas del primer ministro de Canadá fue primero subirse al ruedo y contestar con la misma medida, pero al ver la estrategia de la mandataria mexicana, optó por seguirla y un día después, al sostener una llamada con Trump, llegó básicamente al mismo acuerdo.
Finalmente, el caso del presidente colombiano, Gustavo Petro, quien ante el regreso de indocumentados de su país en condiciones francamente deplorables (que indiscutiblemente tenía toda la razón), su postura de no recibirlos fue respondida con locura, ante lo que Petro debió retractarse.
La locura se combate con inteligencia, y eso le sobra a la presidenta Sheinbaum, podemos estar tranquilas.