Tenemos ya doce (trece si incluimos a Merino) nombramientos del gabinete de Sheinbaum que confirman que la presidenta electa propende a ejercer un liderazgo colegiado. Mantiene un alto perfil en Hacienda y Salud, al nombrar a dos titulares con una trayectoria muy sólida.
Kershenobich no entra como relleno o complemento. El eminente doctor tendrá que sacar al sistema de salud del universo mágico en el que los sucesivos errores de política pública de este gobierno, producto de su empecinamiento y su ánimo destructor, le han hecho caer. El informe de los expertos sobre el Covid, encabezado por el Dr. Sepúlveda (que el presidente llamó pasquín infame) muestra las falencias del sistema. Si ese loable esfuerzo puede ser descalificado por el prejuicio anticientífico de este gobierno, es muy difícil que niegue los datos de la Ensanut (Encuesta Nacional de Salud y Nutrición) o la ENIGH (Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares) para ver cuánto tiene que desembolsar la gente por las carencias del sistema de salud. La esperanza de vida no ha mejorado, la diabetes sigue siendo una auténtica emergencia nacional. Urge una política de salud que deje la superchería de lado y retome la construcción de un sistema que pueda cubrir a toda la población, independientemente de su condición laboral, por lo menos con un piso mínimo.
La misión de Ramírez de la O es más apremiante en el tiempo. Requiere mucha pericia y mucha confianza de los mercados internacionales de que las cosas se harán bien. Tiene el encargo de hacer una consolidación fiscal de más de 3 puntos del PIB y preparar un presupuesto creíble. Deberá supervisar también la viabilidad financiera de Pemex. Además debe hacerlo en medio de la tormenta que la propia mayoría ha decidido desatar con sus planes de reforma que provocan más preocupación que entusiasmo.
La semana pasada tuvimos ya una primera sesión de parlamento abierto y pudimos ver la primera disección del tiranosaurio rex. Muy aleccionador resultó escuchar a los ministros advertir que una reforma mal pensada nos podría costar mucho. Poco estético fue ver como octogenarios, que deberían estar más allá del bien y del mal, plegarse cual trapecistas del cirque du soleil a las necesidades del poder, un poder veleidoso que quiere, sin haberlo pensado o deliberado apropiadamente, cobrarse una muy poca humanista venganza. Especialmente ingrato resultó ver a Arturo Zaldívar perder todo sentido del decoro y hablar de una especie de paraíso perdido al momento en que Piña llegó a la presidencia de la corte y empezó con sus “arrebatos” de ser independiente del gobierno. Un discurso para no olvidar.
Buenrrostro es una buena señal porque después de un arranque en falso con la propuesta de centralizar las compras gubernamentales en la oficialía mayor de Hacienda, ha evolucionado como una funcionaria rigurosa y eficaz, proclive a dar explicaciones coherentes y no creaciones literarias o salidas de tono. Habrá que ver cómo se complementa con la agencia digital que encabezará otro funcionario con muy buenas credenciales (el doctor Merino) y la nueva agencia anticorrupción que propusieron en campaña. Luz Elena González y Esteva ocuparán las carteras de Energía y Comunicaciones. Ambos confirman la tendencia a mantener el equipo que la acompañó en la capital. Los dos ganaron prestigio en sus funciones que desahogaron de manera correcta y en el caso de la secretaría de Finanzas incluso de manera sobresaliente.
Restan los nombramientos en las secretarías políticas, sociales, educación y cultura que son clave para entender hacia dónde se mueve el país. De momento la dirección se mantiene hacia el planeta del mérito y la moderación.