Después de la entrega histórica y polémica de decenas de figuras y líderes del crimen organizado la semana pasada, debe estar claro que la lucha contra el narcotráfico es, sin ninguna duda, una prioridad para el gobierno de Trump.  La pregunta es hasta dónde piensa llegar la Casa Blanca y hasta dónde piensa colaborar el gobierno mexicano. Y eso incluye una posibilidad latente: ¿atacará militarmente Estados Unidos a los cárteles mexicanos?

Desde que Trump volvió al poder hace poco más de un mes, la posibilidad de un ataque unilateral de esta naturaleza ha ganado fuerza. Su administración finalmente designó a varios cárteles mexicanos como organizaciones terroristas. La designación amplía varias facultades de las autoridades de Estados Unidos frente a las organizaciones criminales, como confiscar activos o congelar fondos, pero no amplía formalmente las facultades militares estadounidenses. Aun así, ha abierto la puerta a declaraciones más agresivas.

Elon Musk, que se ha vuelto el principal asesor de Donald Trump, habló recientemente sobre la viabilidad de un ataque. El asesor de seguridad nacional, Michael Waltz, dijo hace unos días que Estados Unidos “va a desatar el infierno sobre los cárteles”. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, afirmó que “todas las opciones están sobre la mesa”. La presencia de drones de inteligencia estadounidense sobre territorio mexicano ha aumentado la expectativa de que Washington esté preparando una operación militar.

Una parte de la opinión pública en México parece ver con buenos ojos la posibilidad de que Estados Unidos actúe militarmente contra los cárteles. Es comprensible. Han sido décadas de violencia, impunidad, miles de desaparecidos y cientos de miles de muertos. Pero la pregunta clave es si una incursión militar estadounidense —por ejemplo, un ataque con drones contra zonas donde operan laboratorios de fentanilo— marcaría realmente una diferencia sustancial en la lucha contra el narcotráfico. ¿Sería una buena idea?

Los expertos recomiendan cautela.  Ioan Grillo, quizá el periodista con mayor experiencia en crimen organizado en México, me dijo hace poco que es improbable que una ofensiva militar reduzca significativamente la capacidad operativa de los cárteles. “Si logran eliminar a cien o a mil miembros de un cártel, eso no afectaría la fuerza de los cárteles como redes criminales”, me dijo Grillo.

Grillo también advirtió sobre las posibles consecuencias políticas y sociales de una operación así. ¿Qué ocurriría si un ataque estadounidense causa la muerte de civiles mexicanos? Aunque muchos laboratorios clandestinos están en zonas rurales, algunos se encuentran lo suficientemente cerca de áreas pobladas, lo que hace que el riesgo de daño colateral sea real. Grillo me dijo que un ataque estadounidense “fácilmente podría matar civiles". "Si matas a treinta o cuarenta personas en un pueblo mexicano, esto generaría una enorme reacción”. Esa reacción del gobierno mexicano y de la opinión pública haría casi imposible la cooperación bilateral en materia de seguridad.

Hace unas semanas en mi podcast Ciberdiálogos, el periodista Luis Chaparro, planteó otro argumento en contra de una intervención unilateral: los criminales simplemente se esconderían, solo para reaparecer tiempo después y reanudar operaciones. A Chaparro también  le preocupan las posibles represalias de los cárteles si se sienten atacados, lo que podría traducirse en un aumento de la violencia en México.

De acuerdo con estas y otras voces expertas, aunque el deseo de ver un golpe contundente contra los grupos criminales que han sumido a México en la violencia es totalmente comprensible, tal vez no sea la mejor estrategia.

No hay atajos en la lucha contra el crimen organizado. La verdadera solución pasa por la consolidación del Estado de derecho, el desmantelamiento de las redes financieras que sostienen a los cárteles y la eliminación de la corrupción que les permite operar con impunidad. Estas medidas requieren años de trabajo y reformas profundas, y no pueden venir impuestas desde Estados Unidos. Solo pueden surgir desde México. Hay responsabilidades que no son delegables

@LeonKrauze

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